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Consulta popular: duele más la indiferencia

La ciudadanía no participó en una votación cuyo objetivo no era democrático, sino ser una herramienta de control presidencial para proceder fuera de la ley contra sus rivales políticos.

*Mtro. Jesús de los Ríos Granja, académico de la Universidad Panamericana y CEO de Saxum Media

La consulta popular para enjuiciar a los expresidentes se convirtió en un mal cálculo político que partía de algo que, propagandísticamente, era una buena idea hace tres años en medio del momentum electoral del recién electo presidente, que declaraba una especie de parteaguas con su llegada que rompería con la ‘larga noche neoliberal’, pero hoy más bien es un indicador que nos muestra algunas de las debilidades de la 4T.

El discurso oficial ha ido cambiando con el tiempo, desde la postura original en 2018 de ‘encarcelaremos a los expresidentes y destruiremos el neoliberalismo’ al de la semana pasada donde Citlalli Hernández y otros destacados morenistas decían que si se fracasaba en la consulta la culpa sería del INE, o la del lunes en que el Presidente dijo que la consulta popular fue un éxito y que está muy contento con los resultados. Aunque para el martes, los diputados de Morena ya proponían hacer un juicio político a los consejeros del INE. Definitivamente, el siguiente paso en su narrativa es atacar al Instituto Nacional Electoral hasta poder someterlo a su control.

De hecho, esta historia que pretenden contarnos, donde el Presidente y sus partidarios son los buenos y todos los demás son malos, encontró su debilidad, la ciudadanía fue indiferente y no participó en una votación cuyo objetivo no era democrático, sino ser una herramienta de control presidencial para poder proceder fuera de la ley contra sus rivales políticos.

Lo anterior es uno de los aprendizajes más importantes de la consulta popular: duele más la indiferencia que la oposición. Esto porque en la dicotomía discursiva de los buenos y los malos, si nadie participa, entonces no hay historia que contar. Habrá que considerarlo cuando venga la votación para la revocación de mandato.

El otro gran aprendizaje, sobre la cuarta transformación, es que es un proyecto de nación que no puede existir en un México democrático ya que requiere, como condición necesaria, de un presidente imperialista que imponga sus designios a los demás y que mantenga el control de todo, desde los otros poderes de la Unión, hasta lo que se dice en los medios y la opinión pública e incluso dicte lo que es moralmente bueno o malo. Tenemos innumerables ejemplos que nos muestran esta actitud antidemocrática del gobierno cuando se enfrenta a una opinión o un voto desfavorable, siempre recurre a la mentira o a la violencia verbal, fiscal o jurídica sin pasar por la negociación democrática.

Esto nos lleva a pensar que la 4T no sobreviviría a un relevo democrático de la presidencia, donde exista de nuevo una apertura a la negociación con la oposición que dé prioridad a los verdaderos intereses de la ciudadanía como lo son: la libertad, la seguridad, la vida y la economía. O en el que regresen los contrapesos que representaban los organismos autónomos, sobre todo sin intentar controlar o desaparecer al más importante de ellos, el INE, que más que ser el encargado de organizar las elecciones es quien da legitimidad y credibilidad a quienes se les entrega el poder en nuestro país.

El hecho es que una consulta popular con 7 por ciento de participación, o sea con 6.6 millones de votos es un rotundo fracaso. Sobre todo si pensamos en todos los factores de difusión que debieron haber pesado para que no fuese así, por ejemplo: tres años del Presidente posicionando el tema en sus mañaneras, todos sus políticos y líderes incluyendo a gobernadores, presidentes municipales, diputados locales y federales, senadores, regidores, miembros del partido, junto con el carísimo y antitransparente ejército de servidores de la nación, encargándose de movilizar a los más de veinticuatro millones de personas que reciben apoyos gubernamentales. Junto con todos los burócratas gubernamentales que trabajan para los gobiernos del partido oficial, sin olvidar a los medios de comunicación estatales, columnistas, periodistas, artistas, youtubers, red de chairobots y todas las supuestas organizaciones de la sociedad civil que apoyaron la consulta. ¿Qué pasó con todos ellos?

Por todo lo anterior, es ridículo que culpen al recortado presupuesto del INE de falta de difusión de la consulta, cuando se han gastado no sabemos cuántos millones -porque en verdad no sabemos cuánto se ha gastado- en un aparato gubernamental propagandístico gigantesco, con el mismo estilo de Cuba o Venezuela.

Finalmente, sería ingenuo pensar que la 4T está en la lona, pero es un hecho que no las trae todas consigo. Desde la reciente elección intermedia ya se están reagrupando con miras al 2024, donde la gran duda de muchos es ¿si AMLO no se reelige, entonces a través de quién nos intentará gobernar para mantener vivo su proyecto de nación?

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