El profesor Ishanu Chattopadhyay y algunos colegas de la Universidad de Chicago publicaron un documento científico en la revista Nature, en su sección de comportamiento humano, en el que presentaron un algoritmo que pronostica delitos que se pueden predecir en una serie de espacio y tiempo. Técnicamente son capaces de saber: dónde y a qué hora sucederá un ilícito.
Esencialmente, el modelo puede decir que “probablemente habrá un robo a mano armada en un área específica en un día y hora específicos”, pero no puede decir quién lo llevará a cabo. Esto distingue a esta tecnología de otras que se han utilizado para detectar delitos, y que se basan en la identificación y señalamiento de personas que tienen una mayor probabilidad de ser delincuentes, lo que es terriblemente racista.
En ese documento, Chattopadhyay asegura que “...las perturbaciones de los patrones de delincuencia que sugieren que la respuesta al aumento de la delincuencia está sesgada por el estatus socioeconómico del vecindario, lo que drena los recursos de políticas públicas en las áreas socioeconómicamente desfavorecidas, como demostró el estudio en ocho ciudades importantes de EE. UU.”.
No están diciendo nada novedoso ni disruptivo. Nuestro instinto de preservación nos ha entrenado para identificar patrones que pueden resultar peligrosos; acciones como no transitar en vecindarios específicos, en horarios determinados y en condiciones de riesgo, es algo que aprendemos desde pequeños. Lo que hace esta tecnología es que elimina el sesgo humano.
Como dicen los autores del estudio, la tecnología se basa en la probabilidad de que sucedan eventos ilícitos y no en las personas de interés que los realizan. Lo que ayuda a los cuerpos policíacos a disponer de recursos en forma más eficiente y eficaz. Me imagino un sistema inteligente que es capaz de despachar automáticamente una unidad policíaca a algún cuadrante específico de la ciudad, en un momento determinado, solamente porque conoce el patrón de delincuencia de la zona.
Lástima que el criminal común aprende y el crimen organizado cada vez desarrolla y adquiere mayores capacidades. Es el juego del gato y el ratón infinito, la policía mejora continuamente para prevenir ilícitos, pero el crimen tampoco descansa y se adaptan rápidamente a las mejoras policíacas, más en la visión corporativa que tiene el crimen organizado en esta época. Lo que no podemos evitar y debemos entender, es que el presente y futuro de la labor policíaca, es y será tecnológico.