El fiscal de hierro

La nueva justicia con la primera injusticia

Así se inaugura la nueva justicia: con trampas, casillas anuladas, sanciones de mentira y puestos entregados por conveniencia, no por mérito.

El pasado 1 de junio, México vivió la primera elección judicial de su historia: 2 mil 681 cargos, nueve de ellos para ministras y ministros de la Suprema Corte. El resultado, lejos de inaugurar una era de legitimidad, exhibió el verdadero rostro de la nueva justicia: apenas 13 por ciento de participación y casi 12 por ciento de votos nulos en la elección de la Corte, cifras que harían llorar a cualquier democracia.

¿La razón? El famoso acordeón. Gobernadores, alcaldes y operadores del partido en el poder repartieron listas impresas y digitales con los nombres correctos. Hubo quien fotografió la papeleta dentro de la casilla para cobrar favores después. De manera casi matemática, los nueve nuevos ministerios coincidieron al 100 por ciento con esas listas.

Ni siquiera la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo pudo ignorar la evidencia, por lo que se vio obligada a exigir al Instituto Nacional Electoral (INE) investigar la operación y garantizar un voto libre y secreto. Sin embargo, su exhorto quedó en el aire.

Ante casi doscientas quejas formales, el INE confirmó la violación al voto libre y, en su supuesta valentía, impuso supuestas sanciones. El total para los nueve ministros asciende a 566 mil pesos. Ni siquiera equivale a medio mes de salario de los nueve.

Si alguien necesitaba la prueba, aquí la tiene. La nueva justicia surge de la misma corrupción que juró combatir. Su nacimiento es incluso peor que la muerte del antiguo régimen. ¿Cómo podrán estos ministros revisar mañana un asunto sin que les tiemble la mano?

Pero eso no es todo, pues el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) acaba de revocar otra decisión del INE en la que se dejaba sin efecto cuarenta y cinco triunfos porque los ganadores no acreditaron el promedio académico mínimo.

El mensaje es brutal: no importa si violas la ley o si tu currículum está en piedra, el poder mismo te acomoda.

Así se inaugura la nueva justicia: con trampas, casillas anuladas, sanciones de mentira y puestos entregados por conveniencia, no por mérito. Los mismos que jurarán defender nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos son aquellos que inician pisoteándola.

No se dejen engañar. Este incidente no es nuevo, no es un asunto meramente administrativo, sino que todo se trata de la ya vislumbrada estrategia de apoderamiento del Poder Judicial; es la nueva base de las futuras impunidades y el asesinato de los contrapesos.

Qué chiste tan más nefasto: nuestra vieja Corte murió dando cara a las imposiciones del poder, mientras que la nueva nace por imposición del poder.

Cuán devastador para la patria ver el fin de la democracia. Pero se vuelve más desgarrador cuando el pueblo no logra ni siquiera advertir el engaño.

A pesar de la burla descarada frente a sus rostros, siguen celebrando los “logros” del falso mesías que salió del poder apenas el año pasado. Sin embargo, esto no termina, pues sus seguidores siguen con la masacre.

La bola ahora está en nuestra cancha. ¿Cómo vamos nosotros, abogados, académicos, prensa y demás México pensante, a documentar esta flagrante violación de la justicia? Somos la última barrera de un Estado secuestrado.

Porque la justicia que se instala con los vicios de la injusticia no es justicia: es un disfraz. Si permitimos que el disfraz prospere, mañana no habrá instancia donde reclamar la corrupción. No reclamemos después lo que no defendimos hoy.

No lo olvidemos: nadie puede impartir justicia con las manos manchadas de una elección fraudulenta. Bajo esas nuevas togas, está el agua circulada y recirculada del pasado sexenio.

El pensar que estamos ante nuevos servidores públicos, ante una nueva política y ante un México renovado, eso es el propio reflejo de la interminable estupidez humana.

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