La libertad de expresión, en su vertiente de derecho humano, es una de las garantías constitucionales más importantes para el desarrollo de la dignidad humana. Uno de sus logros ha sido, precisamente, el obligar a las autoridades a tolerar la crítica en lo relativo a asuntos públicos. Si el poder no acepta una opinión dura, el problema no es la opinión, es el poder.
Veamos el caso práctico: el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, por cierto, carente de competencia, obligó a una ciudadana, Karla María Estrella Murrieta, a publicar una disculpa, durante treinta días, para la diputada Diana Karina Barreras Samaniego, esposa del presidente de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Sergio Carlos Gutiérrez Luna. “Te pido una disculpa, dato protegido, por el mensaje que estuvo cargado de violencia simbólica, psicológica, por interpósita persona, digital, mediática y análoga, así como de discriminación, basado en estereotipos de género.
Esto perjudicó tus derechos político-electorales porque minimizó tus capacidades y trayectoria política”.
¿La razón? Solo que la ciudadana se ha expresado, en el libre ejercicio de su derecho, exponiendo su verdad: “Así estaría el berrinche de Sergio Gutiérrez Luna para que incluyeran a su esposa, que tuvieron que desmadrar las fórmulas para darle una candidatura. Cero pruebas y cero dudas”.
No hay violencia de género, no hay estereotipos, no hay vulneración de derechos hacia la supuesta “víctima”. Convertir ese comentario en “violencia política” es estirar la ley hasta romperla.
La perspectiva de género debe proteger a las mujeres ante agresiones reales y no usarse como pretexto para justificar el silenciamiento del pueblo y el proteccionismo político.
Diputada, entienda, no la critican por ser mujer, no exponen sus verdades por su género. A su esposo y a usted se les critica porque son lo más bajo de la política, porque son adictos al influyentismo, porque están muy cómodos de usar la maquinaria del Estado para fines personales, porque se jactan de sobajar ciudadanos por cualquier berrinche, y porque no son “servidores”, sino servidos del pueblo.
Hablemos claro. Morena y quienes orbitan dicha secta han confundido “Estado” con “partido” y “partido” con beneficios personales. No es la primera vez que vemos a pseudoservidores públicos, como lo son precisamente Sergio Carlos Gutiérrez Luna y Diana Karina Barreras Samaniego, usar instituciones para resolver caprichos, berrinches y críticas de sus opositores. El mensaje de ellos es evidente: “Si nos criticas, te exhibimos y te obligamos a retractarte”.
Sé que el tono incomoda, pero me sumo al ejercicio del derecho humano a la libertad de expresión que quiso ejercer la ciudadana y no le permitieron. La diferencia es que yo sí tengo pruebas.
Yo sí puedo probar que, particularmente, Sergio Carlos Gutiérrez Luna utiliza instituciones, como la Fiscalía General de la República, para presionar a sus opositores, tal y como su esposa ahora lo hace a través del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Sin embargo, en esta ocasión, a Diana Karina Barreras Samaniego le salió el tiro por la culata, pues para el séptimo día de la penitencia pública, la propia diputada pidió parar la sanción. Descubrió lo obvio: la censura siempre cobra factura.
Cuando el poder exige disculpas diarias, la sociedad entiende que la disculpa verdadera la debe el poder. Nada humilla más a un régimen que verse obligado a frenar su propio exceso porque el exceso lo desnuda.
Mientras tanto, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación debería entender que su actuar no solo propicia y cede ante el berrinche de la diputada, sino que su sentencia, en todos los sentidos, transgrede los derechos humanos consagrados por los artículos 1, 6, 7 y, fundamentalmente, el artículo 22 constitucional. Lo que el tribunal obligó a la ciudadana a hacer no es más que una pena infamante, degradante y excesiva.
No pretendo ofender, pretendo exponer, tal y como lo hizo la ciudadana.
Y, a quien se sienta ofendido, le digo: asuma el costo de su vida pública y de su actuar espurio; si quiere respeto, comience respetando los derechos de los mexicanos que se atreven a cuestionar la cloaca en la que se mueven ustedes.
La sociedad ya entendió el juego. Cada intento de buscar que la verdad no salga a la luz los exhibe como lo que en realidad son: administradores del miedo. Pero ese negocio se termina cuando el ciudadano se harta y decide levantar la voz y, hoy, vimos el ejemplo. ¿O todavía quiere que se sigan disculpando, diputada Diana Karina Barreras Samaniego?
Sergio Carlos Gutiérrez Luna y Diana Karina Barreras Samaniego, vean cuánto estiraron la liga, vean cómo el pueblo mexicano sí se cansa.