Mitos y Mentadas

TikTok, Temu y el Tesoro: la conquista china

Quien controle la atención, controla los flujos de consumo, de opinión y de poder. Las plataformas chinas han comprendido esto.

Estados Unidos no está debilitado por un colapso interno o por la guerra. Su debilidad es lo que había sido siempre su mayor fortaleza, su insaciable apetito por consumir. “Todo por un dólar” ha sido el mantra del consumidor estadounidense. Con cada dólar gastado en productos importados engorda un déficit comercial crónico, y China, acumula montañas de dólares que luego recicla comprando bonos del Tesoro estadounidense. Así financia el déficit del gobierno de EU, evitando que el dólar se desplome frente al renminbi y manteniendo el crecimiento sostenido de sus exportaciones. Un círculo vicioso perfecto. EU gasta, China acumula y presta, y con los intereses cobrados financia su expansión global.

Esta conquista no es un ataque frontal. Es una ofensiva silenciosa, pero implacable. Cada pago de intereses a China permite a Beijing ganar aliados estratégicos, financiar megaproyectos de infraestructura y ocupar espacios que EU ha dejado vacíos en África, América Latina y Asia. Todo bajo una estrategia perfectamente diseñada, desde la iniciativa de Franja y la Ruta hasta bancos alternativos como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y acuerdos bilaterales que esquivan las estructuras dominadas por Occidente.

La ofensiva no se queda solo en las finanzas. Es también digital y psicológica. Plataformas como TikTok, Shein, Temu y AliExpress no solo venden productos, venden dopamina. Sus algoritmos, diseñados para explotar nuestras debilidades cognitivas, generan ciclos de adicción que atrapan, sobre todo, a los jóvenes.

Esto no es una teoría. Mi hijo, Jaime (creador de @WallStreetBets) que entiende muy bien estas tecnologías, lo comprobó personalmente. Al notar que la batería de su celular se agotaba en menos de cuatro horas, descubrió que una aplicación china operaba en segundo plano, recabando información sin su consentimiento. Tras eliminarla, el rendimiento de la batería volvió a la normalidad.

Estas plataformas no solo entretienen, espían, moldean gustos y manipulan emociones. TikTok, en su versión estadounidense, fomenta una adicción desregulada basada en contenidos triviales, mientras que su versión china, Douyin, privilegia contenido educativo y científico, y limita el tiempo de uso para menores. Disciplina y conocimiento para sus jóvenes, distracción y banalidad para los demás. La asimetría es evidente. Mientras China protege a su juventud con regulaciones estrictas, Occidente se rinde a la lógica del clic y la monetización sin freno.

En el siglo XXI, el recurso más escaso no es el petróleo ni el litio: es la atención humana. Quien controle la atención, controla los flujos de consumo, de opinión y de poder. Las plataformas chinas han comprendido esto con claridad No se trata solo de vender productos, sino de ocupar espacio mental. Cada scroll, cada clic, cada segundo frente a la pantalla genera datos: información sobre hábitos, deseos, impulsos, temores. Las plataformas funcionan como tentáculos de una estrategia: construir un perfil psicológico colectivo de los consumidores y votantes de Occidente. Controlar datos es anticipar comportamientos. La nueva hegemonía no necesita invadir territorios, basta con colonizar mentes.

Occidente diseñó las reglas del libre comercio, del Internet abierto y del mercado global. Ahora, ese mismo sistema está siendo usado en su contra. China no solo desafía las reglas, las explota mejor que nadie. Mientras demócratas y republicanos siguen enfrascados en guerras culturales, la competitividad estructural de EU disminuye frente al ascenso estratégico de China.

México tampoco es inmune. La influencia china crece aceleradamente, comercio electrónico, sector automotriz y el consumo masivo de plataformas digitales, etc. El déficit comercial entre México y China se ha disparado exponencialmente. En 2001 fue de aproximadamente 1,335 millones de dolares. Para 2023, el deficit comercial se incremento a más de 104,000 millones de dolares. En un mundo cada vez más interconectado, la soberanía no solo se mide en territorios o tropas, sino en flujos financieros, control tecnológico y dominio de la atención humana.

Mientras millones de estadounidenses y latinoamericanos deslizan sus pantallas sin pensar, se redefine el mapa del poder mundial. Mientras se vacían las baterías de nuestros teléfonos, se llenan las reservas en China. La conquista no siempre llega con tanques o soldados. A veces, viene embalada en una caja de cartón, entregada en un día, con envío gratuito.

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