Presidente del Comité Técnico Nacional de Precios de Transferencia IMEF.
En conclusión, en un entorno de alta volatilidad cambiaria, es importante que las empresas no pierdan de vista el realizar revisiones o actualizaciones de manera oportuna a los análisis de las operaciones intercompañía y contar con una adecuada documentación que considere los potenciales efectos de la volatilidad cambiaria en las mismas, a efectos de poder mitigar el riesgo de posibles contingencias fiscales. En los últimos años, el tipo de cambio del peso mexicano por dólar estadounidense ha mostrado una importante volatilidad derivado de diversos factores económicos y políticos.
Del 1 de enero al 31 de diciembre de 2024, el tipo de cambio pesos por dólar aumentó 21%, mostrando una fuerte depreciación del peso y, en el primer semestre de 2025 el tipo de cambio de igual forma mostró una volatilidad importante, iniciando en $20.51 pesos por dólar y cerrando en $18.85 pesos por dólar.
De acuerdo con la encuesta mensual de expectativas publicada por el IMEF en junio de 2025, la mediana de los resultados de la proyección del tipo de cambio para el cierre de 2025 fue $20.45 pesos por dólar, en contraste con la del mes previo, la cual era de $20.80 pesos por dólar. Incluso, en la misma encuesta mensual de expectativas publicada por el IMEF del mes de junio de 2025, las proyecciones del tipo de cambio para el cierre del año de los encuestados oscilan entre los $19.00 y $21.50 pesos por dólar, lo que confirma la volatilidad esperada del tipo de cambio.
Dicha volatilidad, en conjunto con las actuales presiones arancelarias, pueden generar incertidumbre operativa y financiera en los grupos multinacionales que realizan operaciones con partes relacionadas residentes en el extranjero. Esto, toda vez que la rentabilidad de las compañías que llevan a cabo operaciones intercompañía se puede ver distorsionada por la volatilidad cambiaria en aquellas operaciones en que la contraprestación establecida y los costos, y gastos incurridos no se encuentran en la misma divisa.
En caso de que la caracterización de las partes involucradas y el esquema de contraprestación entre partes relacionadas no estén alineados, podría resultar en el incumplimiento de la determinación de contraprestaciones a valores de mercado, y consecuentemente en posibles ajustes fiscales, incluidas multas y recargos.
En este contexto, resulta clave identificar con claridad y de manera contemporánea a las operaciones, las funciones realizadas, activos utilizados y riesgos asumidos por cada una de las partes relacionadas en cada una de las operaciones, a efectos de determinar cuál o cuáles son las entidades que efectivamente asumen los riesgos cambiarios y consecuentemente deben asumir el costo o el ingreso derivado de la volatilidad cambiaria.
Dicho de otra manera, si una entidad carece de capacidad para mitigar o asumir riesgos cambiarios, el impacto de éstos no debería reflejarse en dicha entidad, sino en aquella que efectivamente tenga la función y el riesgo correspondiente.
A este respecto, el IMEF ha señalado que los participantes del sector financiero están implementando escenarios alternativos del tipo de cambio en la planeación de la organización a efectos de mitigar riesgos, incluyendo “stress tests” que modelan el impacto de diversas variables, entre ellas, el tipo de cambio sobre la utilidad operativa.
Lo anterior, resulta importante en el contexto de operaciones que se llevan a cabo entre entidades del mismo grupo, ya que, una vez identificada la o las entidades que deben asumir los riesgos de tipo de cambio, se puede llevar a cabo este análisis de estrés para poder proyectar los resultados operativos de las entidades.
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