Gustavo de Hoyos Walther

México no crece

En el primer trimestre de este año, el crecimiento fue de 0.2 por ciento y en el trimestre anterior (el último del 2024) de hecho, hubo un decrecimiento del 0.7 por ciento.

Durante los gobiernos de la transición, México creció aproximadamente 2 por ciento anual, a pesar de haberse suscrito el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Se trató, sin lugar a dudas, de un crecimiento mediocre, aunque la situación económica fue más estable que en el pasado. Fue un gran logro que no tuviéramos que vivir las tremendas crisis de fin de sexenio, que fueron recurrentes durante los setentas y ochentas del siglo pasado.

Para supuestamente corregir este problema de poco crecimiento económico, el Presidente López Obrador prometió que modificaría varios aspectos de la economía y auguró alguna vez que, con él a la cabeza, se crecería al 6 por ciento anual.

Hoy sabemos que la realidad fue otra. Durante su sexenio se creció menos que en el periodo de la transición: alrededor del 1 por ciento. Este hecho es reconocido por tirios y troyanos e implica que económicamente estamos peor que antes del 2018.

Las cosas no se ven mejor con el nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum. En el primer trimestre de este año, el crecimiento fue de 0.2 por ciento y en el trimestre anterior (el último del 2024) de hecho, hubo un decrecimiento del 0.7 por ciento.

Las expectativas de crecimiento total para este año no son nada halagüeñas. De acuerdo con el consenso que se ha formado en el sector financiero, México crecerá este año sólo el 0.2 por ciento.

No es casual que así sea si tomamos en consideración la caída aún mayor de la inversión fija bruta en maquinaria y equipo que, tan sólo en abril pasado, disminuyó un 9.1 por ciento.

Aunque la inversión privada aún no llega a ser el 25 por ciento del PIB - cifra considerada como la mínima para lograr un desarrollo sostenido - la inversión pública es la que ha registrado una aguda caída del 24.4 por cierto el primer trimestre de 2025, una cifra que no se conocía desde hace casi treinta años.

Todo esto, desafortunadamente, se refleja también en la menor generación de puestos de trabajo formales. El primer trimestre de este año nos volvimos a quedar cortos en producir los 100 mil empleos asegurados por el IMSS, que es el mínimo que necesita el país. Nada de esto son buenas noticias.

Lo que hay detrás, como explicación, es que inversionistas nacionales y extranjeros no parecen encontrar un clima de negocios propicio para arriesgar su capital. En este sentido, la reforma judicial sin duda es una causa de preocupación, pues el nuevo grupo de ministros, jueces y magistrados no parecen generar la confianza necesaria para el mantenimiento de un ordenamiento jurídico claro.

La incertidumbre es aún mayor debido a que el inquilino de la Casa Blanca continúa amenazando con imponer una mayor carga arancelaria a productos mexicanos. No olvidemos que el objetivo de Trump es que aumenten las inversiones de otros países en territorio estadounidense. Esto podría tener un efecto negativo en la inversión extranjera canalizada hacia México.

La solución tendría que ser modificar algunas variables que afectan a la economía mexicana. Esto pasa por promover el desarrollo y competitividad de las pequeñas y medianas empresas. Pero, sobre todo, pasa por impedir que asuntos políticos e ideológicos anulen los imperativos propiamente económicos. Sin esto, no hay un futuro promisorio para México.

Gustavo  de Hoyos Walther

Gustavo de Hoyos Walther

Abogado y Diputado Federal.

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