Perspectiva Global

100 años del Banco de México (III)

¿Cuál es la cantidad de dinero “adecuada” o mejor aún, “óptima” para que funcione la economía? Realmente nadie lo sabe.

El Banco de México cumplió este año 100 años de haber sido creado. Hace algunas semanas comencé a escribir una serie de columnas dedicadas a destacar la importancia de lo que lleva a cabo un banco central, que en muchas ocasiones desafortunadamente se desconoce (“100 años del Banco de México”, (1) 2 de septiembre y (II) 9 de septiembre). Hasta el momento he enumerado la serie de funciones que cumple un banco central y he abordado sobre algunos aspectos básicos, como la importancia de contar con dinero creíble, así como un sistema de pagos eficiente y confiable. Asimismo, he comentado sobre la importancia de contar con personal calificado y cuidar de él, dadas las diversas funciones tan sui generis que cumple el banco central. Hoy continuaré comentando sobre la cantidad de dinero “apropiada” para que una economía funcione adecuadamente, particularmente sobre el efecto multiplicador del dinero y cómo se relaciona con la inflación.

Partamos de un ejemplo hipotético, pero que considero que ilustra bien el concepto de “efecto multiplicador del dinero”, muy similar al que utiliza la mayoría de los libros de texto especializados en el tema. Supongamos que un cliente del banco “Presto Barato” le extiende un “cheque de conveniencia” a su cliente “Pepe” por diez mil pesos y mientras Pepe decide qué va a comprar con ese dinero, lo retira de Presto Barato y lo deposita en su cuenta de cheques en el banco “Depósito Seguro”. El banco Depósito Seguro no va a quedarse con “los brazos cruzados” y va a prestar aunque sea una parte de ese dinero. Imaginemos que Depósito Seguro le presta a su cliente “Romina” 5 mil pesos. Romina retira el dinero del préstamo y lo deposita en su cuenta de cheques del banco “Nómina Eficiente” por unos días. Claramente es probable que Nómina Eficiente preste al menos parte de ese dinero a otro cliente o clientes y así sucesivamente. Supongamos que presta 3 mil pesos. Hasta ahora, los diez mil pesos originales (~base monetaria) ya se convirtieron al menos en 18 mil pesos, en “un abrir y cerrar de ojos”, bajo la definición del agregado monetario “M1”, que incluye “cuentas de cheques y depósitos en cuenta corriente en bancos y entidades de ahorro y crédito popular”, de acuerdo con el propio Banco de México. Sin duda el “efecto multiplicador” hace más compleja la instrumentación de la política monetaria.

Entonces, ¿Cuál es la cantidad de dinero “adecuada” o mejor aún, “óptima” para que funcione la economía? Realmente nadie lo sabe. Lo que sí se sabe es que cuando es menor a la que se necesita, puede generar problemas de falta de liquidez, que eventualmente se pueden convertir en problemas de solvencia e inclusive llevar a una economía a una recesión. Asimismo, si la cantidad de dinero es mayor a la que la economía requiere, genera un incremento generalizado de precios, fenómeno que conocemos como “inflación”. Pero hasta en la inflación hay niveles. ¿Cuál es el nivel de inflación óptima? ¿Cero? Entonces ¿Por qué el objetivo de Banxico es tres por ciento? Asimismo, ¿Por qué es tan claro que el manejo monetario y la inflación están íntimamente relacionados? y ¿Cómo controlar la inflación entonces, máxime que el dinero se multiplica y que no se sabe cuál es la cantidad adecuada para que una economía funcione bien?

Empecemos con la inflación, como señal de que la cantidad de dinero es mayor o menor a la que la economía requiere para un buen funcionamiento. Cabe señalar que no es la única forma de medir ese exceso o escasez de dinero en la economía. Asimismo, existen diferentes formas de medir la inflación. En economía básica, los equilibrios entre la oferta y la demanda de bienes y servicios se componen por precios y cantidades de equilibrio. Sabemos que la velocidad a la que una economía puede consumir puede ser mucho más rápida, relativa a la velocidad de producción. Imaginemos que un gobierno decide darle a toda la población de un país una tarjeta de regalo de cinco mil pesos para gastar en algún supermercado o tienda departamental y que tiene una semana para gastarlos o desaparece el dinero. Es muy factible que todos quieran utilizarla casi al unísono. Sin embargo, sin entrar en detalles de las filas que se harían para entrar a las tiendas, sabemos que la velocidad de ajuste de la producción de bienes o de provisión de los servicios es mucho menor. En esta oleada de compras masivas, seguro se terminarían muchos bienes de manera muy rápida y sería muy difícil que las empresas que los proveen se pudieran dar abasto. Para esto se requería que aceleraran o incrementaran sus líneas de producción. En muchos casos requieren solicitar insumos que tal vez no sea tan sencillo de adquirir a la velocidad que se necesita o contratar personal e inclusive rentar un terreno más grande o construir otra fábrica. Entonces, lo que termina ocurriendo es que mientras las empresas deciden si aumentan o no su producción —que toma tiempo—, la escasez de los bienes en el corto plazo provoca que éstos se vendan a precios más altos. Eventualmente, si las empresas se dan cuenta que esto fue solo un efecto “de una sola vez”, probablemente decidan no producir más, pero lo precios ya se habrán elevado.

Así, la diferencia entre las velocidades de consumo y producción cuando el banco central no controla adecuadamente la cantidad de dinero genera inflación. Si no existiera dinero en la economía y los intercambios se llevaran a cabo vía ‘trueque’, el diferencial de velocidades de consumo y producción se ajustaría casi automáticamente, pero como el dinero se puede crear casi a la velocidad que se desee, máxime ahora que mucho de éste es electrónico, puede provocar desajustes entre la relación consumo/producción, manifestándose en inflación.

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