Perspectiva Global

Pemex: un paso en la dirección correcta

Un buen plan reduciría considerablemente las preocupaciones fiscales durante el resto de la administración actual y ayudaría a mantener el ‘grado de inversión’ de la calificación crediticia de nuestro país.

El 1 de julio pasado la presidenta Sheinbaum comentó que el gobierno presentaría un plan estructural para Pemex “en unas tres semanas”. El pasado martes 22 justo se cumplieron esas tres semanas desde que se llevó a cabo dicho anuncio y el gobierno dio a conocer la creación de un vehículo de inversión para proporcionar liquidez a Pemex a través de financiamiento a un costo significativamente menor. Sin embargo, no se incluyó un plan más amplio que contemple una estrategia de financiamiento a mediano plazo, así como un plan operativo. Desde mi perspectiva, los participantes de los mercados financieros internacionales percibieron este anuncio como un paso en la dirección correcta, aunque todavía esperan un plan completo.

Falta todavía un plan estructural para abordar los grandes vencimientos de bonos, así como la enorme deuda con proveedores, la renovación de líneas de crédito bancarias y las necesidades de financiamiento propias del negocio, así como las crecientes pérdidas operativas. Lo que hace que la construcción del plan sea más compleja es que debe mantener la relación deuda-PIB del gobierno alrededor del 52 por ciento, pero con un nivel de deuda de Pemex significativamente menor. Un buen plan reduciría considerablemente las preocupaciones fiscales durante el resto de la administración actual y ayudaría a mantener el ‘grado de inversión’ de la calificación crediticia de nuestro país.

Como escribí en este mismo espacio la semana pasada, Pemex, la empresa petrolera estatal de casi 90 años de México, ha jugado un papel crucial en el financiamiento del gobierno durante décadas, llegando a contribuir en ocasiones con casi la mitad de los ingresos fiscales del Gobierno Federal (“El tan esperado plan para Pemex” 23 de julio). Sin embargo, años de ‘ordeña’ de recursos con poca reinversión, el agotamiento de yacimientos petroleros de fácil extracción y la restricción para colaborar con empresas petroleras internacionales han dejado a Pemex en una situación vulnerable. La deuda de la empresa se disparó de aproximadamente 60 mil millones de dólares en 2012 a 106 mil millones en 2018, y a pesar de los esfuerzos de la administración de López Obrador por reducirla a 96 mil millones, se mantiene elevada, resultando en costos de financiamiento muy altos.

Un gran reto es el vencimiento de bonos por 14.8 mil millones de dólares en 2026, sin contar los más de 20 mil millones de dólares que se deben a proveedores y otros pagos de deuda. Una situación que se agrava a medida que muchos proveedores han empezado a exigir precios más altos o reducir la cantidad y calidad de sus servicios. Estas dificultades financieras y operativas han generado cuellos de botella, menor producción y pérdidas crecientes. Por estas razones, es esencial que el gobierno presente un plan estructural para abordar los desafíos financieros y operativos de Pemex.

Aunque no hemos escuchado sobre el plan completo para Pemex, la semana pasada no pasó desapercibida con la creación de un vehículo especial de inversión por parte de la Secretaría de Hacienda, denominado “EFL I”, para proporcionar financiamiento a Pemex con garantía gubernamental mediante la emisión de notas pre-capitalizadas a inversionistas, conocidas como “p-caps”. Los ingresos se usarán para comprar bonos del Tesoro de los Estados Unidos, que luego se prestarán a Pemex, permitiéndole acceder a efectivo a través de operaciones de reporto. En el caso en el que Pemex no pudiera cumplir con sus obligaciones, el Gobierno garantizará la transacción con bonos denominados en moneda extranjera con vencimiento a cinco años UMS 2030. En pocas palabras, la creación de este ‘vehículo’ es una forma indirecta de conseguir dinero de inversionistas para prestarle a Pemex de manera garantizada por el propio Gobierno Federal. En mi opinión, esto es solo una parte de una estrategia más amplia para abordar los desafíos de deuda de Pemex y que puede usarse de manera repetida, dependiendo de la demanda del mercado por estos instrumentos “p-caps”. En general, considero que este enfoque creativo podría ayudar al gobierno a cumplir su meta fiscal este año —que es ambiciosa—, y al mismo tiempo, abordar algunos de los problemas financieros más urgentes de Pemex.

Los participantes del mercado estarán atentos al resultado de la emisión de estos instrumentos, que en principio inició ayer, sobre todo en cuanto al monto de emisión y al costo de financiamiento. Si bien la Secretaría de Hacienda publicó un comunicado sobre la creación de este vehículo (liga: https://www.gob.mx/shcp/prensa/hacienda-anuncia-accion-emprendida-para-fortalecer-la-posicion-financiera-de-pemex), todavía no conocemos cuál va a ser el apetito de los inversionistas para adquirir estas notas, así como el destino de los recursos que se obtengan. Sobre esto último, no sabemos si Pemex va a utilizarlos para pagar vencimientos de deuda, proveedores, gasto en capital o si se utilizarán para reemplazar las líneas de crédito que varios bancos le han otorgado y que hay que renovar frecuentemente.

Aunque todavía hay muchas preguntas sobre este nuevo esquema, la principal diferencia que vemos en comparación con el apoyo gubernamental previo a Pemex es que éste podría ser un compromiso a cinco años, en lugar de un enfoque fragmentado año por año, como fue en la administración anterior y esto podría reducir la incertidumbre. Sin embargo, será importante evaluar el plan completo una vez que se presente para poder ofrecer conclusiones definitivas.

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