Perspectiva Global

El tan esperado plan para Pemex

El agotamiento de los principales yacimientos que además, eran de extracción ‘sencilla’, como Cantarell, y la falta de trabajo en equipo con otras empresas petroleras como Exxon, Shell o BP, han dejado a la empresa en una situación muy vulnerable.

El pasado 7 de junio, Petróleos Mexicanos (Pemex) cumplió 87 años desde su creación. Sin duda ha sido una empresa noble que por años brindó ingresos importantes al gobierno mexicano. Asimismo, creó generaciones de ingenieros y técnicos petroleros de primera clase. Entre otras cosas, estos ingresos permitieron que al menos parcialmente se sustituyera el cobro de impuestos a las empresas y ciudadanos por muchos años. Hubo años en los que los ingresos fiscales de Pemex representaron cerca de la mitad de los ingresos del gobierno. Desafortunadamente, tantas décadas de ‘ordeña’ dejaron poco dinero para inversiones de capital que tuvieron que haberse hecho muchos años atrás para que hoy estuvieran rindiendo fruto. Asimismo, el agotamiento de los principales yacimientos que además, eran de extracción ‘sencilla’, como Cantarell, y la falta de trabajo en equipo con otras empresas petroleras como Exxon, Shell o BP, han dejado a la empresa en una situación muy vulnerable.

A esto hay que agregar muchos casos de corrupción y un aumento significativo de la deuda de la petrolera en la administración del expresidente Peña Nieto, en el que se incrementó de alrededor de 60 mil millones de dólares en 2012, a casi 106 miles de millones de dólares en 2018, que colocaron a Pemex como la empresa más endeudada del mundo. A pesar del esfuerzo que hizo la administración del expresidente López Obrador para disminuir la deuda a 96 mil millones de dólares, el nivel sigue siendo muy elevado y entre otras cosas, esto hace que el costo de financiamiento de Pemex sea también muy elevado.

El problema más serio es que las transferencias netas de Pemex al Gobierno Federal ya son negativas. Es decir, si bien por décadas Pemex le dio dinero al gobierno, en los últimos años el dinero se ha ido reduciendo y más aún, el Gobierno ha tenido que regresar dinero a Pemex vía inyecciones de capital, así como condonando impuestos. De esta manera, estimo que desde 2023 ya es más dinero el que termina inyectando el Gobierno a Pemex, que lo que Pemex le da al gobierno. En pocas palabras, Pemex le cuesta al gobierno, por la culpa del propio gobierno. A todo esto hay que agregar que hay una cantidad grande de pagos que Pemex tiene que llevar a cabo en 2026. A esto se le conoce como “la pared de pagos” (the wall of payments) en los mercados financieros internacionales. El año que entra hay vencimientos de bonos por 14.8 miles de millones de dólares de acuerdo a la presentación más reciente de Pemex en su sitio de Internet. Cabe señalar que de acuerdo a la propia presentación “este dato no incluye créditos revolventes ni otros pasivos de corto y largo plazo”. Es decir, no incluye la deuda con proveedores, por ejemplo, que se estima en poco más de 20 mil millones de dólares, entre otras.

La deuda con proveedores se ha vuelto mucho más problemática no solo por el monto, sino porque una gran cantidad de estos proveedores ya no están dispuestos a continuar aceptando las condiciones de pago de Pemex. Entonces, en algunos casos los proveedores aumentan el precio de los servicios o bienes que demanda Pemex de manera significativa. En otros casos, los proveedores limitan el servicio, bajan la calidad del mismo o de plano lo dejan de otorgar. Esto provoca cuellos de botella en la operación de Pemex, provocando caídas en su producción de hidrocarburos, así como reducción en sus utilidades en las áreas en donde la empresa es productiva o mayores pérdidas en donde no lo es. Por todo esto, no hay duda de que urge un plan estructural para Pemex que ataje los problemas operativos, tenga una política sostenible de pago a los proveedores, reduzca las pérdidas y tenga un costo de financiamiento significativamente menor, acorde a lo que una empresa de gobierno debe de enfrentar (“Urge plan para Pemex”, 4 de marzo y “Los reportes trimestrales de PIB y de Pemex”, 6 de mayo).

El martes 1 de julio pasado, la presidenta Sheinbaum comentó que “…la Secretaria de Energía, el Secretario de Hacienda y el director de Pemex…” van a presentar un plan estructural para Pemex “…en unas tres semanas…”. Justo hoy se cumplen esas tres semanas ¿Habrá presentación de un plan que realmente ataje los problemas más apremiantes de Pemex hoy? No tiene que ser hoy, el comentario de la presidenta fue “en unas tres semanas”, pero los participantes de los mercados financieros internacionales, incluyendo las agencias calificadoras de riesgo están esperando este plan. Yo confío en las buenas intenciones de nuestra presidenta y el conocimiento que tiene el secretario de Hacienda Edgar Amador, sobre todo en el tema financiero.

En este sentido, se puede generar un buen plan que incluya al menos tres aspectos: (1) Un plan de financiamiento de mediano plazo, que puede materializarse con un intercambio gradual de bonos de Pemex por deuda del Gobierno Federal (UMS), de entre 8 y 10 mil millones de dólares por año en los próximos cinco años. Esto puede dejar el cociente de deuda a PIB más o menos constante alrededor de 52 por ciento, pero con un nivel de deuda de Pemex significativamente menor; (2) un plan para reducir las pérdidas, que en su mayoría se generan en la parte de refinación, antes de impuestos, así como debido a los altos impuestos, que podrían reducirse todavía más de manera directa y no con condonación de pagos ex post; y (3) un plan de manejo sostenible de pago a proveedores, así como hacer que los contratos compartidos con el sector privado sean lo suficientemente atractivos para que entren empesas de clase mundial. Un buen plan daría tranquilidad fiscal al Gobierno Federal en lo que resta de la administración y no solo ayudaría a mantener el ‘Grado de Inversión’ de la deuda mexicana, sino que cada vez más esto se ve como requisito indispensable para que así sea.

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