La semana pasada, el Banco de México llevó a cabo su reunión programada de política monetaria y la Junta de Gobierno decidió por mayoría disminuir la tasa de referencia en 50 puntos base (0.50 puntos porcentuales) a 8.00 por ciento, como era ampliamente anticipado. Me parece muy relevante destacar tres aspectos de esta decisión: (1) Votación dividida; (2) elevación de la trayectoria proyectada de la inflación; y (3) cambio en la guía futura.
(1) Votación dividida. La votación fue de cuatro a uno, con el voto disidente del subgobernador Jonathan Heath por dejar la tasa de interés sin cambio. Desde las minutas de la reunión previa del 15 de mayo, habíamos observado comentarios de carácter restrictivo de parte del subgobernador Heath. “…señaló que la falta de avance en la convergencia de la inflación en lo que va del año y el sesgo al alza en el balance de riesgos de la inflación advierten que se debe proceder con cautela…” y agregó que “…de materializarse el riesgo de la persistencia en la inflación subyacente hacia delante, ello limitaría el espacio de reducción de la postura monetaria…”. Asimismo, comentó que “…en consecuencia es momento de eliminar la referencia en la guía prospectiva de que en las próximas reuniones se podría continuar con la calibración de la postura monetaria en una magnitud similar…y…que la guía prospectiva debe reflejar cautela y mencionar que el ritmo actual de recortes continuaría solo si se retoma el proceso desinflacionario de convergencia a la meta…”. En mi opinión, estos comentarios fueron totalmente consistentes con lo que, semanas más tarde y algunos datos más actualizados de inflación y actividad económica, llevó al subgobernador Heath a votar por una pausa la semana pasada. Por ello la disidencia de Heath no fue tomada como una sorpresa ni por lo analistas, ni por los demás participantes de los mercados financieros.
(2) Elevación de la trayectoria proyectada de la inflación. La inflación general anual tocó un mínimo de 3.59 por ciento en enero de este año y de ahí ha venido incrementándose a 3.77 por ciento en febrero, 3.80 por ciento en marzo, 3.93 por ciento en abril y a 4.42 por ciento en mayo. Por su parte, la inflación subyacente –que excluye los componentes cuyos precios son más volátiles como los productos agropecuarios y la energía–, registró un mínimo de 3.58 por ciento en noviembre del año pasado y de ahí se había quedado alrededor de esos niveles hasta abril, que se incrementó a 3.93 por ciento y a 4.06 por ciento en mayo. Reconozco que esto ha ocurrido debido a una serie de incrementos de precio “de una sola vez”, como el impulso en precios del pollo y el huevo –debido a los brotes de fiebre aviar en los Estados Unidos–, así como en los precios de la carne de res –por el problema del gusano barrenador en México–, y en los precios del jitomate, debido a la sequía en ciertas regiones. Hasta aquí no es un problema que el banco central pueda atajar, dado que son choques de oferta. Sin embargo, observamos que en mayo estos precios más altos en algunos productos agropecuarios ya permearon en mayores precios de alimentos procesados, en el componente subyacente de la inflación. Asimismo, en el reporte del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) de la primera quincena de junio se registró un incremento importante en los precios del los componentes de servicios como “restaurantes y similares” así como el de “loncherías, fondas y taquerías”. Es decir, que la actividad económica está permitiendo que las empresas de alimentos procesados, así como los restauranteros puedan transferir sus mayores costos a los consumidores. En este sentido y dado los datos que hemos observado de inflación, el staff del Banco de México elevó sus trayectorias pronosticadas de inflación para los próximos cuatro trimestres tanto para la inflación general, como para la subyacente, sin modificar la convergencia al objetivo en el tercer trimestre del año que entra.
(3) Cambio en la guía futura. En mi opinión, este fue uno de los aspectos más relevantes del comunicado. En este sentido, cabe destacar que los miembros de la Junta de Gobierno eliminaron tres frases clave que caracterizan la trayectoria futura de la tasa de referencia: (a) “Mantenimiento de la restricción monetaria”; (b) “calibrando”; y (c) “magnitud similar”. Sobre el punto (a), una forma en la que el Banco de México mide si se encuentra en “terreno restrictivo”, “neutral” o “acomodaticio” es mediante la tasa real ex ante. En este sentido, desde junio del año pasado, Banxico considera que la tasa de referencia se encuentra en la región de “neutralidad” si se ubica entre 1.8 y 3.6 por ciento. Un servidor estima que con el recorte de la semana pasada, la tasa real ex ante de Banxico se encuentra en 4.3 por ciento, por lo que todavía queda espacio para recortar la tasa de referencia y llegar al territorio “neutral”. Por su parte, la palabra “calibrar” y la frase “magnitud similar” –puntos (b) y (c)–, fueron utilizadas en comunicados anteriores por la Junta de Gobierno para señalar el aumento en el ritmo de recortes de la tasa de referencia de 25 puntos base (pb) a 50pb y además, mandar una señal clara de que una vez “calibrado”, el ritmo seguiría siendo el mismo (50pb). De esta manera, al eliminar estas palabras del comunicado y a su vez, comentar que “…la Junta de Gobierno valorará recortes adicionales a la tasa de referencia…” se manda una clara señal de que Banxico tiene la intención de continuar disminuyendo la tasa de referencia en las próximas reuniones, pero que estos recortes serán de 25pb. Esto está totalmente en línea con la proyeción de un servidor, en el que considero que Banxico llevará la tasa de referencia a un nivel de 7.50 por ciento y ahí la dejará por un largo periodo de tiempo.