Perspectiva Global

Espacio para continuar reduciendo la restricción monetaria en México

La inflación de febrero reflejó un incremento significativo en los precios del huevo debido a la fiebre aviar que sufrió la industria avícola en los Estados Unidos.

La semana pasada, el INEGI publicó su reporte mensual del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) de abril, y esta semana, el Banco de México sostendrá su reunión programada de política monetaria, dando a conocer su decisión el jueves 15 de mayo. El reporte del INEGI dejó ver que al igual que la inflación de la primera quincena del mes, hubo una reaceleración de la inflación general anual de 3.80 por ciento en marzo a 3.93 por ciento en abril. Esta es el tercer mes consecutivo en el que aumenta este indicador. En mi opinión esto no significa que nos encontremos en una clara tendencia alcista, sino que algunos aspectos de una sola vez han afectado la inflación y que por lo tanto no significa que hacia delante no pueda volver a observar una tendencia a la baja.

En enero, la inflación reflejó algunos incrementos en los precios de mercancías no alimenticias que observaron algo de ‘traspaso de tipo de cambio’. Algunos empresarios pudieron traspasar parcial o totalmente los mayores costos que representó la depreciación del peso frente al dólar del año pasado a los consumidores. Este fenómeno ya no se observó en febrero. La inflación de febrero reflejó un incremento significativo en los precios del huevo debido a la fiebre aviar que sufrió la industria avícola en los Estados Unidos. La escasez en nuestro país vecino del norte impulsó las exportaciones de este producto a EU, elevando los precios a nivel nacional. En marzo observamos un incremento significativo en tarifas aéreas debido a las reservaciones de Semana Santa, así como de los precios de la carne de res ante el brote de la plaga del gusano barrenador.

En abril se observó un incremento muy relevante en los precios del jitomate, debido a la fuerte sequía que experimentaron algunas regiones en donde se cultiva este producto. Sin embargo, lo que más me llamó la atención fue el incremento en el precio de los automóviles. En abril entraron en vigor los aranceles que impuso el presidente de los EU, Trump, a la importación de autos a su país. No obstante lo anterior, en estricto sentido, esto no debería haber afectado los precios en México, a menos que las empresas quieran “repartir el dolor” (de los aranceles) para que no lo enfrenten solamente los consumidores estadounidenses. Alternativamente la aceleración de las exportaciones de ciertos autos con el fin de constituir inventarios para evitar los aranceles antes de abril pudo haber ocasionado escasez en México. Esto pudo haber puesto algo de presión a los precios de los autos en nuestro país.

De esta manera se puede apreciar que los factores que incidieron en que la inflación se haya incrementado en estos tres meses no parecen tener un componente de demanda que el Banco de México tuviera que atajar, a menos que se volviera un fenómeno generalizado. De hecho, los precios de los servicios –excluyendo vivienda y educación–, no muestran evidencia de presiones de demanda, ya que la contribución mensual fue significativamente más baja en comparación con años en los que la Semana Santa ocurrió en la segunda mitad del mes, como en 2022 y 2019.

Hacia delante considero que la inflación general retomará su tendencia a la baja hasta cerca de 3.0 por ciento a mediados de año. Si bien una parte importante de esto tendrá que ver con efectos de base de comparación debido a los fuertes incrementos que observamos a mediados del año pasado –impulsados principalmente por precios de productos agropecuarios por el fenómeno climático de “El Niño”–, esto ayudará a aliviar algunas preocupaciones de corto plazo por la inflación. Al final del día anticipo que la inflación anual terminará este año alrededor de 3.8 por ciento, con una inflación subyacente de 4.0 por ciento.

Así, considero que esta semana la Junta de Gobierno del Banco de México decidirá de manera unánime recortar la tasa de referencia en 50 puntos base (0.50 puntos porcentuales), llevándola a 8.50 por ciento, que no se observaba desde septiembre de 2022. Hace algunas semanas tenía la idea de que el subgobernador Mejía podría disentir y votar a favor de un recorte de 75 puntos base, lo que podría señalar un cambio hacia una postura más ‘acomodaticia’ en reuniones futuras. Esta expectativa se basaba en la disminución de la inflación, un panorama económico que se deterioraba álgidamente y la estabilidad en el tipo de cambio USDMXN. Sin embargo, los resultados del PIB del primer trimestre, mejores de lo esperado, ayudaron a México a evitar una “recesión técnica” tras el dato negativo del cuarto trimestre (“Los reportes trimestrales de PIB y de Pemex”, 6 de mayo). Adicionalmente, como comenté anteriormente, la inflación anual continuó en aumento por tercer mes consecutivo en abril.

Por estos factores ahora considero que la probabilidad de que la decisión sea unánime es más alta y anticipo que Banxico mantendrá un ritmo de baja de tasas de 50 puntos base tanto en ésta como en la siguiente reunión en junio, llevando la tasa de referencia en algún momento a niveles de 7.50 por ciento antes de que termine el año. La tasa de referencia en México continúa en terreno muy restrictivo desde cualquier ángulo que la analicemos, por lo que Banxico tendrá razón en que la economía puede estar en un mejor equilibrio con una menor restricción monetaria.

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