Debate Puntual

Silenciar no es política, ni es gobernar

Jamás debemos permitir que se callen las voces que buscan hacer un llamado o una exigencia al gobierno, y mucho menos que estas sean silenciadas por el oficialismo.

En los últimos días hemos sido testigos de una avalancha de ataques en contra de las voces opuestas al régimen. Si bien la poca y casi nula oposición que queda no ha logrado consolidar un actor clave o referente, hoy la ciudadanía se ha volcado a las redes sociales para criticar a diversos actores de la Cuarta Transformación: primero por sus presuntos nexos con el crimen organizado —como el caso de Adán Augusto—; después, por los viajes de lujo de algunos de ellos, como Andy y José Ramón; y finalmente por la incongruencia con la llamada “austeridad republicana” de varios de sus miembros, como Sergio Gutiérrez y la conocida (dato protegido).

Estos escándalos, política y mediáticamente ruidosos, pero poco constructivos y carentes de sustancia, nos permiten observar la decadencia del ejercicio político en nuestro país. En diversos foros se comenta que, ante la falta de actores que confronten con claridad y propuestas las acciones del gobierno en turno, la agenda pública se ha reducido a un espectáculo de “pan y circo”, tal como lo mencionamos en nuestro artículo anterior.

Ahora bien, nuestra responsabilidad ciudadana debería ser subirnos a esa arena y presionar para que lo incorrecto, poco constructivo y ajeno al bien común, sea señalado y corregido. Debemos exigir al gobierno que se enfoque en la construcción de un Estado incluyente para todos los mexicanos. Es desde esta postura que la definición de política cobra un significado claro: se trata de la actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, voto, o de cualquier otro modo. Es el arte de conducir un asunto o emplear medios para alcanzar un fin determinado.

Con esta definición queda claro por qué insisto en compartir con ustedes la importancia de la participación ciudadana en el ámbito político. Aún más, en un contexto donde la República está siendo desmantelada a máxima velocidad: hoy tenemos un Poder Legislativo con mayoría absoluta; una Suprema Corte a modo; una titular del órgano electoral con familiares beneficiados en puestos gubernamentales; un instituto de transparencia eliminado, y varios organismos autónomos desaparecidos. Por ello, urge contar con una voz que se haga presente y tome las riendas de la reconstrucción de una oposición ciudadana.

Siempre he lamentado que lo poco que queda de oposición se base en circos y escándalos. Nunca he sido partidario del estilo de Lili Téllez para alzar la voz, pero hoy es de las pocas que lo hace y los enfrenta. Eso no es política. No obstante, debo dejar muy en claro que jamás debemos permitir que se callen las voces que buscan hacer un llamado o una exigencia al gobierno, y mucho menos que estas sean silenciadas por el oficialismo.

Es lamentable ver cómo la comentocracia y los partidarios de Morena se han lanzado en contra de la senadora Téllez, buscando su desafuero como muestra de autoritarismo y nula disposición al diálogo. Claro, un gobierno autoritario no necesita puentes: su verdad es la única y absoluta. Pero los ciudadanos sí los necesitamos, y no podemos permitir que se silencie a nadie.

Para Morena y sus aliados, este nuevo escándalo vuelve a funcionar como un gran distractor mediático tras la ola de complicaciones que han enfrentado en los últimos meses.

En política, la forma es fondo. Y los puentes deben construirse con consensos, en beneficio de los mexicanos. Hoy, como nación, nos vemos rebasados por temas tan sensibles como la inseguridad y el avance del crimen organizado en el control de espacios políticos. Toda ayuda que se ofrezca desde cualquier trinchera es valiosa. Los ciudadanos hemos perdido la paz, la tranquilidad, los espacios públicos, y eso debe recuperarse cuanto antes.

Espero que pronto resurjan perfiles como José Antonio Meade, Enrique de la Madrid, o cualquier otro ciudadano con credenciales de lucha, trabajo y esfuerzo, que puedan tomar la bandera ciudadana y comiencen a recuperar, poco a poco, los espacios que hoy están controlados por Morena.

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