Debate Puntual

Pan y circo en tiempos de la 4T

El discurso que el expresidente López Obrador evangelizó sobre la austeridad y la “justa medianía” —llevar solo 200 pesos en la cartera, no necesitar más de un par de zapatos, usar siempre el mismo reloj— fue, en realidad, una estrategia efectiva para conectar con su audiencia.

Transcurrió una semana más de escándalos para la Cuarta Transformación. Ahora, aprovechando la temporada vacacional, pareciera que para los miembros de Morena cada vez es más útil aplicar la vieja frase romana “Panem et circenses” —o en español, “pan y circo”— para distraer a la ciudadanía de los temas ligados al narcotráfico, la corrupción y, ahora, a la doble moral respecto a la “austeridad republicana”.

Y para muestra, basta un botón. Empecemos por lo más simple: la reducción de las partidas del gasto público. El discurso que el expresidente López Obrador evangelizó sobre la austeridad y la “justa medianía” —llevar solo 200 pesos en la cartera, no necesitar más de un par de zapatos, usar siempre el mismo reloj— fue, en realidad, una estrategia efectiva para conectar con su audiencia. Debemos reconocer algo: durante 18 años, AMLO fue impecable en acatar sus propios lineamientos y doctrinas. Sin embargo, la realidad en el ejercicio de gobierno fue otra: sus correligionarios no aplicaron lo mismo.

Un ejemplo claro fue el Senado de la República, encabezado por Ricardo Monreal. En 2018, en su primer ejercicio, devolvieron 282.4 millones de pesos por concepto de ahorros en gasolinas, viajes, comidas, asesores, celulares y transporte. Pero para 2024, la historia cambió: devolvieron solo 122 mil pesos, sin contar la actualización anual del presupuesto basada en la inflación.

Volviendo a la temporada vacacional, la plana mayor de Morena nos regaló un desfile turístico y mediático. Si bien esto desvió la atención del escándalo de La Barredora y del senador Adán Augusto, también dejó en evidencia que: “muerto el rey, viva el rey”. Todo aquello que predicó y evangelizó Andrés Manuel es ya parte del pasado. El mejor ejemplo es su hijo Andy, hoy secretario de organización de Morena. Sin entrar en detalles sobre sus credenciales para ocupar ese puesto —claramente heredado—, se dio un generoso tiempo de descanso y reflexión con un viaje a Japón.

Después de esa “extenuante jornada laboral”, consideró que responder a la opinión pública y justificar su estancia en un hotel de gran turismo, pagado supuestamente con sus propios recursos, no representaba problema alguno. Lo hizo a través de una carta que, honestamente, parece escrita por su peor enemigo: con un tono prepotente y cargado de soberbia, acusó espionaje y linchamiento político. El mismo discurso que todos los miembros del gobierno de Morena repiten cuando son expuestos.

Pero la pregunta real que sembró en la ciudadanía fue: si nunca ha trabajado, ¿cómo puede pagar noches de 22 mil pesos? ¿No se supone que ellos siempre pregonaron la austeridad? ¿No eran quienes más criticaban a los políticos que de la nada daban brincos hacia la opulencia?

Otro integrante de esta “temporada de descanso” fue José Ramón López Beltrán, el otro hijo del expresidente, captado en un hotel de lujo en la Riviera Maya, propiedad de un empresario beneficiado por el gobierno de su padre. Al igual que su hermano, respondió con desdén, afirmando que era muy trabajador, que no era funcionario y que tenía todo el derecho a vacacionar “como toda la gente lo hace”.

Claramente, esos viajes no los realiza el “pueblo bueno y sabio”. Según él, todo fue pagado con sus propios recursos y cualquier crítica le parece innecesaria.

Estos dos casos nos recuerdan a los hijos de dictadores populistas como Fidel Castro y Hugo Chávez. La hija de Chávez, por ejemplo, posee una fortuna estimada en 4,197 millones de dólares. Ahí es donde el discurso y la realidad se contraponen: los padres fueron cuidadosos en lo público, los hijos no. El común denominador es la riqueza inexplicable, la soberbia y la impunidad.

Este es el círculo más cercano del obradorismo, donde han imperado la impunidad, el nepotismo y la corrupción. Son quienes más deberían cuidar o tratar de mantener la historia con la que su padre engañó al pueblo.

Pero el “tour vacacional” no terminó ahí. También vimos al senador Monreal en España, a Mario Delgado en Portugal, a Layda Sansores en Ámsterdam, al ya célebre Miguel Ángel Yunes en Capri y, para rematar, a Sergio Gutiérrez Luna, coordinador de la bancada en la Cámara de Diputados, quien protagoniza un nuevo escándalo cada semana por su lujoso y costoso estilo de vida, absolutamente incongruente con el discurso del obradorismo.

Y aquí es donde estamos. Todos estos personajes conforman el andamiaje que ha destrozado las instituciones del país, escudándose en el discurso de la austeridad y el combate a la corrupción. Mientras tanto, en todas las conversaciones ciudadanas se escucha que vivimos uno de los peores momentos en materia de transparencia y corrupción.

La pregunta obligada es: ¿hasta cuándo lo vamos a seguir permitiendo?

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