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Secretaría ¿de la defensa nacional?

No contamos con un sistema defensivo frente a las posibles acciones agresivas de EU. Lo que sí tiene el Ejército es un robusto aparato de inteligencia militar para romper con el pacto.

Cuesta trabajo entender por qué, si tenemos un vecino agresivo, que en el pasado nos invadió varias veces y se anexó la mitad de nuestro territorio, no contamos con un sistema defensivo que nos proteja de sus excesos.

Esto viene a cuento porque en los últimos meses el presidente, el vicepresidente y varios encumbrados políticos del país vecino hablan de lanzar misiles contra México.

Fácil. Si nos arrojan misiles, activamos nuestro sistema antimisiles, pero no tenemos. Preparamos nuestros Patriot, pero no tenemos. Nuestro sistema antidrones, pero no tenemos. Si desde el norte deciden un buen día lanzar misiles o drones o intentar una misión extractiva, solo nos quedará el recurso de ver y lamentarnos. ¿Y entonces por qué la Secretaría se llama de “defensa nacional”? ¿De quién nos defiende si de nuestros vecinos poderosos no?

Estados Unidos tiene en este momento apostados dos buques destructores en las aguas del Golfo de México. Cada uno de estos buques tiene la capacidad de arrasar una ciudad completa de dos millones de habitantes. El objetivo de estos buques es actuar contra el narcotráfico. ¿Qué posible defensa tenemos ante estos destructores? Por lo visto, solo contamos con una “fuerza moral”. Y la verdad es que ni con eso, debido a la “intolerable relación” (Casa Blanca dixit) entre el crimen organizado y el gobierno de nuestro país.

La función defensiva de nuestras Fuerzas Armadas no parece estar diseñada para protegernos de nuestro belicoso vecino, sino para defendernos de nosotros mismos. Esa es la función de la Guardia Nacional, brazo policiaco del Ejército mexicano. Y la verdad es que no lo hace muy bien. Un tercio de nuestro territorio está dominado por los cárteles. Éstos tienen presencia en la totalidad de los estados de la República. Es un hecho, que las acciones actuales de la Secretaría de Seguridad confirman, que en el sexenio pasado se dejó actuar libremente a los productores de fentanilo y a los traficantes de huachicol. Ahora sabemos que la casa de bolsa de Alfonso Romo, jefe de gabinete del gobierno de López Obrador, lavaba dinero del Cártel de Sinaloa; que el secretario de Gobernación de López Obrador tenía vínculos con el crimen organizado. Dijo López Obrador que en México nada se hace sin que el presidente esté enterado. Así, las acciones criminales de sus subordinados las realizaron con el consentimiento del expresidente escondido en Palenque. Ahora se entiende por qué, muy cerca de su finca, se construyó un cuartel militar. Los mexicanos no tenemos forma de defendernos de una agresión norteamericana. López Obrador, sí.

López Obrador ordenó la liberación de Ovidio Guzmán. Una parte importante de las Fuerzas Armadas expresó su enojo. López Obrador comenzó a hablar entonces de que se estaba fraguando un golpe de Estado. ¿Qué hizo para conjurar este peligro? Los maiceó. Les entregó las aduanas y los puertos, los aeropuertos y la construcción de las obras emblemáticas de su gobierno. Los medios dieron cuenta de las enormes irregularidades en la asignación de contratos y en los sobreprecios en la construcción del AIFA, el Tren Maya y Dos Bocas. Fue una estrategia exitosa: si no puedes contra ellos, corrómpelos. Permitió la total opacidad de esas construcciones. Protegió la información al considerarla asunto de “seguridad nacional”. Trajo de regreso al general Cienfuegos, lo liberó y hasta lo condecoró. Para proteger a nuestros soldados, ordenó a las Fuerzas Armadas no enfrentarse con los criminales de acuerdo a la doctrina de “abrazos, no balazos”. Por lo visto, la Secretaría de la Defensa de lo que no pudo defenderse fue de los embates corruptores del presidente de la cuatro té.

El periodista Ricardo Raphael (“Lo de Adán Augusto no es normal”, Milenio, 19.Jul.25) hizo notar que la acusación contra Hernán Bermúdez Requena y su vinculación con Adán Augusto López provino de un alto miembro de las Fuerzas Armadas. Antes de acusar, porque así funciona el Ejército, tuvo que notificar a su superior, el Secretario de Defensa. Este tuvo que haber aprobado esta acusación a pesar de la relación estrecha (“es mi hermano”) de Adán Augusto con López Obrador. Plantea Raphael: la acusación contó con la aprobación de la presidenta (comandante de las Fuerzas Armadas) o se hizo sin su consentimiento. Si lo primero, estamos frente a un rompimiento tácito con quien la puso en la silla presidencial. Sí, lo segundo, el Ejército decidió no solapar más la relación entre el gobierno y el crimen organizado.

No contamos con un sistema defensivo frente a las posibles acciones agresivas de Estados Unidos. Lo que sí tiene el Ejército es un robusto aparato de inteligencia militar. Quizá la forma de defender a México sea ayudando a romper el pacto criminal que señalan las autoridades de nuestro vecino del norte. El Ejército no cuenta con un sistema antimisiles, cuenta con información privilegiada. Y al parecer ha comenzado a utilizarla en defensa de nuestro país.

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