Coordenadas

No demos por asegurada una negociación exitosa del T-MEC

El proceso podría llevarse a cabo de manera bilateral o trilateral, dependiendo de los intereses de Washington.

En México solemos asumir que el T-MEC es un cimiento inamovible de nuestra integración económica con Estados Unidos y Canadá.

Pero, los acontecimientos de los últimos días —y especialmente las señales que vienen de Washington— obligan a matizar esa confianza.

La carta enviada por más de 500 organizaciones empresariales estadounidenses al representante comercial de la Casa Blanca, Jamieson Greer, no es un trámite burocrático: puede verse más bien como una seria advertencia.

El documento enviado subraya que el T-MEC sostiene alrededor de 13 millones de empleos en EU y reconoce que, aunque el acuerdo puede requerir ajustes, su permanencia es esencial.

La pregunta incómoda es por qué el sector privado estadounidense sintió la necesidad de emitir semejante demostración de apoyo.

Si las organizaciones empresariales en nuestro vecino del norte estuvieran convencidas de que eso es lo que va a suceder, no hubiera sido necesario mostrar de manera tan clara su respaldo.

La respuesta del por qué esta necesidad la dio el propio Greer. Ayer, en un evento del Atlantic Council, reiteró que la visión presidencial es simple y contundente: “Trump solo quiere acuerdos que sean un buen acuerdo… incluimos un periodo de revisión en el T-MEC por si necesitáramos modificarlo, revisarlo o abandonarlo”. En paralelo, añadió que el proceso podría llevarse a cabo de manera bilateral o trilateral, dependiendo de los intereses de Washington.

Estas afirmaciones, sumadas al clima político estadounidense y al arranque de facto de la revisión del Tratado en 2026, configuran un escenario que México no puede minimizar.

Analistas del Wilson Center, del Baker Institute y de firmas como Covington Trade han anticipado lo que ya comienza a asomarse: un proceso negociador largo, tenso y sujeto a vaivenes políticos, más que técnicos.

No se trata solo de reglas de origen automotriz o controversias energéticas; se trata de la redefinición del marco institucional que sostiene más del 80% de nuestras exportaciones.

Además, la Casa Blanca ha mostrado disposición a utilizar los acuerdos comerciales como instrumentos de presión en temas laborales, migratorios o de seguridad fronteriza. Esto significa que la negociación puede contaminarse rápidamente con agendas que rebasan lo estrictamente económico. Y es probable que lo haga.

Por eso conviene decirlo sin rodeos: la permanencia del T-MEC, tal como lo conocemos, no está garantizada.

México enfrenta hacia adelante meses —quizá más de un año— de incertidumbre. La carta de las organizaciones empresariales norteamericanas es apenas el primer reflejo de un debate que crecerá conforme se acerque el proceso formal de revisión.

Para nuestro país, la estrategia no puede ser pasiva. Se requiere claridad técnica, diplomacia fina y una narrativa convincente sobre el valor estratégico de la integración económica.

También será indispensable el respaldo del sector privado de ambos lados de la frontera y la presencia de un equipo negociador profesional y cohesionado.

El T-MEC ha sido un ancla de estabilidad para México durante un periodo de enorme volatilidad internacional. Su continuidad es vital, pero no está escrita en piedra. Lo que viene es una negociación compleja, con riesgos reales y un futuro aún incierto. Y conviene estar preparados desde ahora.

La Fed y la futura decisión de Banxico

Aunque creo que la decisión del Banco de México la próxima semana será bajar la tasa nuevamente en un cuarto de punto, pienso que la discusión al interior de la Junta de Gobierno será más intensa que en otras ocasiones.

Aunque la Fed decidió ayer bajar su tasa nuevamente en 0.25 puntos, el disenso presentado y las proyecciones dadas a conocer muestran quizás una menor disposición a seguir con la trayectoria a la baja en 2026.

Puede ser que baje quizás otro cuarto de punto a lo largo de todo el siguiente año —de acuerdo con las proyeciones—, pero siempre en función de la trayectoria de la inflación.

Banxico, en la decisión que habrá de tomar la próxima semana, deberá sopesar tanto la determinación de la Fed como el incremento de la inflación registrado, la resistencia de la inflación subyacente a bajar y las perspectivas de las primeras semanas del próximo año, que podrían traer consigo presiones adicionales.

Creo que cambiará la redacción del comunicado estableciendo como el escenario más probable una pausa en los ajustes en el arranque de 2026.

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