Coordenadas

La carta que México puede jugar con EU

Esa carta, me parece, es la gigantesca proveeduría mexicana a Estados Unidos, una ventaja que no posee ningún país en lo individual, ni siquiera China ni Canadá.

El día de ayer comenzaron en Estocolmo conversaciones entre las delegaciones de Estados Unidos y China. Se espera que concluyan hoy.

El objetivo de estas negociaciones es extender la tregua arancelaria que fijaron ambos países la segunda semana de junio y que vence el próximo 12 de agosto.

En virtud de ella, Estados Unidos redujo los aranceles aplicados a China a un acumulado de 40%, luego de que estos se encontraban en niveles de hasta 150%.

Una de las cartas más importantes que jugó China en esa negociación fue la restricción para la venta a Estados Unidos de los llamados “minerales críticos” o “tierras raras”.

Se trata de 17 elementos químicos de nombres poco comunes como neodimio, praseodimio, disprosio, terbio, cerio, lantano… entre otros.

Estos componentes son esenciales en la fabricación de imanes, pantallas, teléfonos celulares, baterías recargables… y también en múltiples aplicaciones militares y aeroespaciales.

Estados Unidos no puede sustituir en el corto plazo la proveeduría china de estos insumos clave.

China, por su parte, desde los primeros años de este siglo, en tiempos del primer ministro Wen Jiabao —geólogo especializado en estos minerales— desarrolló una estrategia deliberada para fortalecer su capacidad de extracción y refinación.

Donald Trump ha lanzado una ofensiva para reemplazar dicha proveeduría, pero se estima que los resultados podrían obtenerse en un plazo de entre dos y cinco años.

Es decir, en el corto plazo no tiene otra alternativa que pactar con China… o quedarse sin algunos de los insumos más estratégicos para su economía y su seguridad.

¿Tendrá México —en analogía con China— alguna carta que jugar para obtener resultados más favorables en su negociación con Estados Unidos?

No es la buena voluntad ni la cooperación regional lo que podría conseguirnos un mejor trato, sino la afectación directa a los intereses de EU.

Y esa carta, me parece, es la gigantesca proveeduría mexicana a Estados Unidos, una ventaja que no posee ningún país en lo individual, ni siquiera China ni Canadá.

Pero para activar ese recurso estratégico, quienes deben actuar no son los gobiernos, sino las propias empresas estadounidenses.

Son ellas las que podrían quedarse sin insumos clave o pagar precios significativamente más altos por obtenerlos. Se trata de las armadoras automotrices, las compañías electrónicas y un sinfín de industrias de manufactura que dependen profundamente del suministro mexicano.

Sin embargo, es necesario movilizarlas para que actúen a favor de México.

Ayer, el INEGI dio a conocer que las exportaciones no petroleras hacia Estados Unidos crecieron 15% en junio, y a una tasa de 6.3% en el acumulado del primer semestre del año.

Es decir, al menos hasta el mes de junio, no se observa un impacto de los aranceles sobre el conjunto de las exportaciones mexicanas.

Se explica en parte este hecho porque una alta proporción de las exportaciones del país —entre 75% y 87%, dependiendo de la fuente— no paga arancel alguno.

La negociación que México debe cerrar esta semana consiste, esencialmente, en preservar ese escenario. Y hay señales alentadoras de que así será, de acuerdo con las declaraciones recientes de Howard Lutnick.

Pero además de eso, es necesario asegurar que en el sector automotriz se consolide la exención de las autopartes, y que se fije como base arancelaria un 15% menos el valor de los componentes provenientes de Estados Unidos, con el fin de mantener una ventaja comparativa frente a Europa o Asia.

Por supuesto, toda negociación implica dar algo a cambio. Es virtualmente imposible alcanzar un acuerdo que sea completamente beneficioso sin asumir ciertos costos.

Para el gobierno de Trump, uno de los temas centrales sigue siendo la seguridad. Por ello, es probable que cualquier eventual acuerdo comercial con México incluya, de manera explícita o implícita, algún compromiso relacionado con el combate a los grupos criminales.

Incluso si este tema no aparece de manera oficial en los documentos firmados, es prácticamente un hecho que estará presente sobre la mesa de negociación.

A partir de hoy, quedan apenas tres días para alcanzar un acuerdo que, al menos en el corto plazo, devuelva algo de certidumbre al clima de negocios en México.

Ojalá México juegue bien sus cartas.

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