La reciente amenaza del presidente Donald Trump, quien anunció la posible imposición de aranceles del 30 por ciento a las exportaciones mexicanas a partir del próximo 1 de agosto, tuvo un impacto sorprendentemente leve en los mercados financieros.
Ayer por la tarde, el dólar cerró en 18.75 pesos, apenas 10 centavos por arriba del viernes pasado (18.65 pesos), un día antes de que se hiciera pública la carta con la advertencia del mandatario estadounidense. En otras palabras, el golpe fue prácticamente inexistente.
El Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de Valores terminó la jornada en 56 mil 714 puntos, apenas por encima de los 56 mil 700 registrados al cierre de la semana anterior. Algo similar ocurrió en Europa: el índice Eurostoxx pasó de 5 mil 381 puntos el viernes a 5 mil 377 ayer, variaciones irrelevantes.
¿Cómo es posible que los mercados permanezcan tan indiferentes frente a una advertencia que podría sacudir severamente a diversas economías?
La explicación radica en lo que ya muchos analistas llaman el ‘efecto TACO’, acrónimo en inglés de Trump Always Chickens Out. O dicho en español con mayor sutileza: Trump siempre termina echándose para atrás.
La mayoría de los inversionistas interpretó la amenaza de imponer estos aranceles a productos provenientes de México y la Unión Europea como una simple estrategia de negociación y presión, confiando en que antes de que llegue agosto se encontrará una salida diplomática para evitar tal medida.
Sin embargo, podría ser peligroso confiarse demasiado. Apenas comenzamos a comprender verdaderamente cómo opera el mandatario estadounidense. Recordemos que, en febrero pasado, Trump sorprendió dando marcha atrás a otra de sus amenazas arancelarias y repitió este patrón tres veces más en meses posteriores.
Algunos expertos en el comportamiento político de Trump advierten que, en esta ocasión, quizá no tenga margen para retractarse nuevamente sin perder credibilidad frente a sus bases y la opinión pública.
Precisamente por ello es indispensable tomar esta amenaza con total seriedad, y parece que así lo está haciendo el gobierno mexicano.
Ayer mismo, una delegación integrada por altos funcionarios de la Secretaría de Economía y la Cancillería se encontraba en Washington con la misión de continuar negociando.
Sin embargo, desde México se debe comprender plenamente que el punto decisivo en estas negociaciones no será sólo comercial, sino fundamentalmente de seguridad.
Si todo se limitara al ámbito económico, México tendría múltiples cartas para jugar a su favor. El equipo negociador mexicano posee suficiente talento y experiencia para alcanzar un arreglo comercial viable.
El verdadero desafío radica en convencer a Trump y su círculo más cercano en materia de seguridad nacional.
En este sentido, ya no son suficientes los tradicionales reportes sobre decomisos o capturas de integrantes del crimen organizado.
Se requieren garantías firmes y evidentes de que la lucha contra la delincuencia irá hasta las últimas consecuencias, sin proteger intereses políticos, especialmente los vinculados a Morena.
Al interior del gobierno de Claudia Sheinbaum, se sabe que el secretario Omar García Harfuch ha puesto sobre la mesa diversas propuestas basadas en su amplia experiencia, pero hasta ahora la decisión ha sido mantener las cosas tal y como están, sin cambios profundos.
Ayer, en su conferencia matutina, la presidenta Sheinbaum actuó con prudencia al evitar responder directamente a las críticas del presidente Trump contra México.
No obstante, es evidente que no bastarán las negociaciones comerciales ni los avances en materia migratoria para tranquilizar completamente al republicano.
Cuidado: esta vez podríamos encontrarnos ante una situación inesperada en la que Trump decida no echarse para atrás.