¿Es la carta enviada por el presidente Donald Trump a México una mera amenaza para conseguir que se hagan más esfuerzos en materia de combate al tráfico de fentanilo o una regla que realmente empezará a aplicarse a partir del 1 de agosto?
Esta pregunta estuvo flotando ayer en todos los ámbitos del país y de Estados Unidos.
La noticia dada por el Secretario de Economía, Marcelo Ebrard, en el sentido de que México ya está negociando con EU para evitar la aplicación de esos aranceles, fue una señal positiva pero insuficiente para poder considerar a la carta como un mero alarde del presidente norteamericano.
En el pasado, la amenaza de la aplicación de aranceles se conjuró a última hora.
En su discurso de inauguración del pasado 20 de enero, Trump anunció la aplicación de un arancel de 25 por ciento a México y Canadá.
Tras una conversación telefónica de la presidenta Sheinbaum con el Jefe de la Casa Blanca, el pasado 3 de febrero, se estableció una pausa de un mes en la aplicación del arancel.
El 6 de marzo, luego de otras negociaciones, Trump anunció la suspensión temporal de aranceles para los productos que cumplieran las reglas del TMEC, así como la exención parcial a los autos y autopartes.
El 2 de abril, cuando anunció los aranceles recíprocos, México -al igual que Canadá- no fueron incluidos en la lista de los países a los que habría de aplicarse. Al final, se estableció una pausa de 90 días para permitir las negociaciones.
Y ahora, en su carta fechada el 11 de julio, cumplido el plazo, Trump vuelve a anunciar un arancel de 30 por ciento.
No está claro si su aplicación será universal o si será para productos no amparados por el TMEC. Pero, dada la falta de especificidad, pareciera que su aplicación sería general.
El año pasado, México exportó a EU 503 mil 260 millones de dólares. Si se aplicara un arancel de 30 por ciento a este monto implicaría aproximadamente un monto de 150 mil millones de dólares que serían pagados por los importadores norteamericanos.
La apuesta de los negociadores mexicanos es que ese impacto sea tan grande que resulte inaceptable para muchas grandes empresas norteamericanas y que actúen para evitarlo.
Los antecedentes, efectivamente, hacen pensar en la posibilidad de que Trump pueda cambiar de opinión antes del 1 de agosto. Pero, no hay ninguna garantía.
¿Cuáles fueron los argumentos esgrimidos en la carta de Trump?
Pese a reconocer los esfuerzos de México para limitar el tráfico de fentanilo, Trump señala que México no ha hecho lo suficiente.
“México ha estado ayudando a proteger la frontera, pero lo que ha hecho no es suficiente. México aún no ha detenido a los cárteles que intentan convertir a toda Norteamérica en un patio de juegos para el narcotráfico. ¡Obviamente, no puedo permitir que eso suceda!“, dice el texto de la carta.
En la parte final del texto, Trump abre espacio para la reconsideración.
“Si México logra enfrentar con éxito a los cárteles y detener el flujo de fentanilo, consideraremos hacer un ajuste a esta carta. Estos aranceles pueden modificarse, al alza o a la baja, dependiendo de nuestra relación con su país. Nunca se decepcionará de los Estados Unidos de América”.
Trump no da detalles de cuáles son sus métricas para considerar que el combate a los cárteles ha sido exitoso.
Sin embargo, en los pasillos del gobierno norteamericano, lo que se señala es que el hecho de que el gobierno de México no haya realizado detenciones relevantes de políticos vinculados con los cárteles, ha sido para el gobierno de EU la evidencia de que los esfuerzos realizados no han llegado a lo que los norteamericanos esperan.
Resta prácticamente una quincena para el viernes 1 de agosto. ¿Será tiempo suficiente para conseguir un nuevo acuerdo?
No lo sabemos.
Lo que vuelve a ser evidente es que el gobierno de Trump no va a ceder y si no hay una reacción convincente del gobierno mexicano, tendremos que redefinir nuestra relación comercial con Norteamérica.
Son días cruciales los que vienen.