Coordenadas

Las sombras que acechan la cumbre del G7

La violencia desencadenada entre Israel e Irán plantea un dilema inquietante: ¿hasta qué punto podemos confiar en un sistema global tan interconectado, en el que cualquier convulsión regional tiene efectos en todos los rincones del planeta?

Vivimos tiempos donde la incertidumbre se ha convertido en una presencia constante. La fragilidad del orden mundial ha quedado expuesta en cada crisis, pero pocas veces con tanta claridad como ahora, tras el reciente ataque israelí contra Irán.

Este acontecimiento no solo evidencia lo precario del equilibrio geopolítico, sino que muestra dramáticamente la vulnerabilidad intrínseca del modelo económico global.

La violencia desencadenada entre Israel e Irán trasciende sus fronteras inmediatas y plantea un dilema inquietante: ¿hasta qué punto podemos confiar en un sistema global tan interconectado, en el que cualquier convulsión regional tiene efectos en todos los rincones del planeta?

Además existe el agravante de que hay carencia de liderazgo global. Los tiempos del G-0, como lo ha denominado Ian Bremmer.

La interdependencia, considerada una virtud de la globalización, revela ahora un lado oscuro y hace evidente que no existe seguridad económica sin seguridad política y militar, una realidad dolorosamente palpable.

Los recientes ataques tienen la capacidad de alterar profundamente el tablero geopolítico, incrementando el riesgo de mayores escaladas militares. Los mercados financieros ya reaccionaron frente a esta amenaza latente, con caídas significativas en las bolsas de casi todo el mundo.

Sin embargo, la señal más preocupante se encuentra en los mercados energéticos, donde el precio del petróleo ha registrado incrementos drásticos. De continuar esta tendencia, podría precipitarse una nueva crisis económica global.

El conocido filósofo alemán Ulrich Beck definía a nuestra sociedad como “la sociedad del riesgo”, en la cual el progreso y la globalización multiplican las incertidumbres en lugar de reducirlas.

Esta reflexión cobra hoy especial relevancia. La sofisticada estructura económica global muestra su fragilidad frente a cualquier perturbación política o militar. El riesgo, lejos de disminuir con el avance tecnológico y económico, parece haber aumentado.

Este es precisamente el complejo escenario que enfrentará la cumbre del G7, que inicia hoy en Kananaskis, Canadá. Originalmente, los líderes del grupo planeaban discutir las implicaciones de las políticas arancelarias impulsadas por Estados Unidos. Ahora, la agenda necesariamente debe incluir un análisis profundo de las repercusiones globales del conflicto en Medio Oriente. El temor evidente es que una escalada pueda impulsar aún más los precios del petróleo, generando presiones inflacionarias e incluso acercando a diversas economías avanzadas al borde de una recesión.

Para México, país invitado a esta reunión del G7, las implicaciones no son menores. Nuestra economía, profundamente integrada en el comercio global y dependiente en gran medida de importaciones de gasolina y gas natural, podría enfrentar incrementos sustanciales en el costo de estos combustibles. Cerca del 45 por ciento de las gasolinas comercializadas por Pemex son importadas, por lo que cualquier aumento significativo en los precios internacionales implicará un fuerte impacto en las finanzas públicas del país, particularmente si se utiliza el IEPS para amortiguar el impacto en los consumidores.

Aunque podrían generarse mayores ingresos por las exportaciones de crudo, la tendencia del volumen exportado muestra claramente una disminución sostenida.

La incertidumbre que vivimos no es un fenómeno pasajero. Todo indica que se ha instalado como una constante del siglo XXI. Nuestra capacidad de adaptación, resiliencia y cooperación internacional será decisiva para enfrentarla.

La cumbre del G7 representará una prueba clave para determinar si existe la voluntad y capacidad de construir una respuesta global coherente y efectiva.

Estamos, sin duda, en una encrucijada que pone a prueba nuestra capacidad para entender y gestionar los riesgos globales.

La respuesta debe ser integral, reconociendo claramente que la estabilidad económica únicamente será alcanzable si también aseguramos la estabilidad política y la paz internacional.

De lo contrario, tendremos que afrontar tiempos aún más oscuros en nuestro futuro inmediato.

COLUMNAS ANTERIORES

Tiempos de violencia e incertidumbre
Un día sin mexicanos: ¿ficción que se vuelve realidad?

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.