Coordenadas

La caída del empleo… y lo que falta

La economía mexicana muestra inequívocamente una trayectoria descendente en crecimiento, empleo y ventas.

El estancamiento económico ya impactó en el empleo formal en México.

Esa es la realidad revelada hace unos días por el IMSS, al informar que en abril el número de trabajadores afiliados cayó en 47 mil 442 respecto al mes anterior.

Este resultado no sorprendió. Era previsible dada la tendencia observada en otros indicadores económicos.

Desde hace meses se venía registrando una disminución continua en el número de patrones inscritos ante el IMSS; en abril esta cifra tuvo una contracción anual del 2.5 por ciento.

Era evidente que una reducción consistente en la cantidad de empleadores tarde o temprano impactaría en el empleo.

En términos anuales, el número de trabajadores aún mantiene un ligero crecimiento del 0.2 por ciento, pero la tendencia es claramente descendente. Probablemente en uno o máximo dos meses veremos cifras negativas también en la comparación anual.

Como sucede en otras dimensiones económicas del país, el desempeño del empleo formal presenta marcadas desigualdades regionales.

Tabasco encabeza el descenso más pronunciado, con una caída del 8.3 por ciento, seguido de Campeche, con una reducción del 5.3 por ciento.

En estas entidades, la conclusión de las principales actividades relacionadas con los megaproyectos emblemáticos del sexenio de López Obrador, particularmente el Tren Maya y la refinería Dos Bocas, derivó en un claro deterioro de la economía local y la generación de empleos.

Por otro lado, estados con economías robustas como Estado de México, Nuevo León y Jalisco aún conservan tasas positivas.

Algo similar ocurre con los diferentes sectores económicos.

La construcción registra la mayor afectación, con una baja del 6.5 por ciento en el empleo, mientras que el comercio aún sostiene un crecimiento anual del 2.3 por ciento.

Es fundamental distinguir entre la dinámica del empleo y la salarial.

Aunque los puestos de trabajo prácticamente permanecieron estancados, el salario medio de cotización aumentó un 7.6 por ciento, representando un crecimiento real del 3.5 por ciento.

Considerando que el empleo creció apenas 0.2 por ciento, la masa salarial real del sector formal aún avanza a un ritmo anual del 3.7 por ciento.

Aunque este crecimiento es notablemente inferior al observado hace algunos meses, su continuidad positiva indica que el mercado interno resistirá en cierta medida la desaceleración económica actual.

El INEGI reportó ayer que el consumo privado en febrero aumentó un 1.2 por ciento frente a enero, mostrando cierta resiliencia.

Sin embargo, ya existen señales de debilitamiento, pues el indicador oportuno del consumo privado en el mes de marzo ya registró un retroceso de 0.2 por ciento respecto a febrero. Aunque las cifras aún deben confirmarse, pareciera que hay una fuerza que lo lleva a retroceder.

Las ventas internas de autos nuevos en abril reflejaron una caída del 4.6 por ciento, lo que evidencia cautela en los consumidores para adquirir créditos a largo plazo, en medio de la incertidumbre económica prevaleciente.

Aunque no existe riesgo inmediato de crisis financiera, las cifras son claras:

Nos gustaría presentar una realidad distinta, pero esto es lo que actualmente enfrentamos.

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