Un águila calva —emblema de EU— desplumada y vendada, con muchas lesiones, con la frase: “Only 1361 days to go”.
Esa es la portada de esta semana del influyente semanario británico The Economist, que plantea el dilema que tiene Estados Unidos, y que no solo marcará el futuro de ese país, sino probablemente influirá a nivel global.
Permítame tomar algunas aseveraciones del texto y comentarlas.
Los subrayados son míos.
“Los primeros 100 días hiperactivos del segundo mandato de Donald Trump han sido los más trascendentales de cualquier presidente en este siglo, y quizá desde la época de Franklin D. Roosevelt”.
Pero, ¿a dónde va el gobierno?
“Trump está liderando un proyecto revolucionario que busca transformar la economía, la burocracia, la cultura, la política exterior e incluso la propia idea de América. La pregunta para los próximos 1,361 días es: ¿logrará su objetivo?”.
Está claro que Trump está buscando una ‘revolución’. Pero, contra lo que a veces pensamos, hay revoluciones que son lamentables.
Sigue el texto:
“Como toda revolución, “MAGA” tiene método y teoría. El método es doblar o romper las leyes mediante órdenes ejecutivas rápidas, desafiando luego a los tribunales a confrontar al presidente. La teoría sostiene un poder ejecutivo sin restricciones, la idea de que, como sugirió Richard Nixon, si el presidente hace algo, entonces es legal. Esto ha debilitado elementos que verdaderamente hacen grande a América: una visión amplia del interés nacional, la valoración de instituciones independientes, el respeto a adversarios políticos y la confianza en el dólar”.
Sigo con el texto:
“Si esta revolución continúa sin freno, podría derivar hacia el autoritarismo. Algunos intelectuales “MAGA” admiran el modelo de Hungría, donde Viktor Orbán ejerce control sobre tribunales, universidades y medios. Estados Unidos, de hecho, permite cierto margen para potenciales autoritarios. El Congreso ha creado múltiples excepciones a las reglas normales que el presidente puede activar en situaciones de emergencia, algo que Trump está aprovechando plenamente…”.
Pero, como le comentamos en este espacio, hay ya resistencia.
Esto dice The Economist.
“Sin embargo, existe otro escenario más probable: que el extremismo de estos primeros 100 días despierte fuerzas poderosas de resistencia. Una de estas fuerzas son los inversionistas en los mercados financieros. Aunque inicialmente celebraron la elección de Trump, se han convertido en sus adversarios más efectivos, no por convicciones políticas, sino por pragmatismo económico. Temen legítimamente el daño económico provocado por los aranceles, déficits presupuestarios descontrolados y políticas incompetentes que podrían provocar una crisis del dólar.
“Ante la alarma en los mercados, Trump ha cedido en dos ocasiones recientes: primero sobre la imposición de aranceles recíprocos y luego respecto a despedir a Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal”.
Pero aún falta la resistencia más eficaz, precisamente la que le dio a Trump la posición que tiene.
“Otra posible fuente de resistencia son los votantes, incluidos los republicanos, especialmente si la economía empeora. Aunque Trump ha frenado la inmigración ilegal, su popularidad nacional ha caído más rápida y drásticamente que la de cualquier presidente anterior, superando su propio récord de rechazo del primer mandato.
“La mayoría de los estadounidenses no desea una revolución. Apoyan la idea de regresar empleos manufactureros, pero pocos están dispuestos a trabajar en esas fábricas nuevas. Quieren comercio justo, pero no caos ni inflación. Un triunfo electoral ajustado no autoriza a Trump a gobernar por decreto ni a cerrar agencias creadas por el Congreso”.
La más reciente encuesta de Fox News, la cadena noticiosa que más proclive es a Trump, señala que la desaprobación del presidente está en 55 por ciento y la aprobación solo en 44 por ciento, un auténtico derrumbe en menos de 100 días de gobierno.
Concluye el texto.
“Finalmente, los tribunales son un sólido obstáculo. Aunque el sistema judicial es lento, la Corte Suprema ya emitió una decisión unánime contra la deportación ilegal de un salvadoreño. Esta resistencia judicial podría desacreditar la teoría trumpista del poder ejecutivo absoluto.
“Incluso en el mejor de los casos, Trump ya ha dañado profundamente las instituciones, alianzas y prestigio moral de Estados Unidos. Si se ve frustrado, podría reaccionar aún más agresivamente, generando conflictos mayores a nivel interno e internacional. Ya no es posible volver al punto de partida; quedan 1,361 días por delante”.
Vayamos haciendo esa larguísima cuenta regresiva.