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¿Es la política arancelaria de Trump un ‘tigre de papel’?

Pronunciada originalmente en 1956 por Mao Tse Tung, esta poderosa metáfora representa la visión actual de Pekín frente a las sanciones y aranceles impuestos desde Washington.

La emblemática frase de Mao Tse Tung: “el imperialismo norteamericano es un tigre de papel” , adquiere hoy una relevancia inusitada tras estallar la guerra comercial que enfrenta a China con Estados Unidos.

Pronunciada originalmente en 1956, esta poderosa metáfora representa la visión actual de Pekín frente a las sanciones y aranceles impuestos desde Washington, interpretados como ataques momentáneos e incapaces de doblegar la visión estratégica china proyectada hacia el futuro.

Durante la ofensiva comercial liderada por Donald Trump en su primer mandato, desde 2018, Pekín revitalizó esta imagen maoísta como emblema de resistencia frente a las presiones estadounidenses.

El portavoz del Ministerio de Exteriores, Mao Ning, llegó a citar públicamente al fundador de la República Popular para minimizar el impacto real de estas amenazas. La imagen icónica de Mao presidiendo la Plaza de Tiananmén permanece como una constante visual y simbólica, registrando al pueblo chino la determinación y unidad necesaria para enfrentar desafíos externos.

Xi Jinping, presidente chino, no había dudado en reforzar esta narrativa con expresiones vívidas: “La economía china es un mar, no un estanque. Una tormenta puede volcar un estanque, pero nunca el mar". Estas palabras subrayan la percepción de solidez del proyecto chino frente a cualquier tempestad temporal.

China ha articulado diversas respuestas estratégicas para enfrentar esta presión económica.

1- China reaccionó con aranceles recíprocos, gravando importaciones cruciales desde la UE, afectando especialmente a sectores sensibles y políticamente relevantes para Trump, como el agrícola e industrial. Además, Pekín llevó sus denuncias ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), acusando a Washington de prácticas unilaterales y coercitivas.

2-Pekín impulsó vigorosamente la autosuficiencia tecnológica mediante el plan “Made in China 2025”. Este ambicioso proyecto promueve inversiones masivas en tecnologías avanzadas como robótica, semiconductores y energías renovables, reduciendo su dependencia tecnológica de la UE, nación que ha impuesto varias restricciones a compañías chinas líderes como Huawei o ZTE.

3-China aprobó la Ley Antisanciones en 2021, mecanismo jurídico diseñado específicamente para contrarrestar medidas punitivas extranjeras y sancionar a empresas que acaten restricciones estadounidenses. Esto no solo protege la economía china, sino que además desincentiva cualquier colaboración externa con las sanciones impuestas por la UE.

4-China ha diversificado hábilmente sus mercados y alianzas internacionales mediante tratados comerciales estratégicos como la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) y fortaleciendo su monumental iniciativa “La Franja y la Ruta”. Estos movimientos han consolidado la posición económica china, reduciendo sustancialmente el impacto negativo derivado de los aranceles estadounidenses, estableciendo vínculos comerciales sólidos con más de 120 países, que tiene al gigante asiático como su principal socio comercial. Los recientes viajes de Xi a Europa y Asia van en esa misma dirección.

5-Pekín ha usado su posición dominante en el mercado global de tierras raras, minerales críticos para la alta tecnología y defensa, como arma estratégica. La limitación en la exportación de estos recursos hacia Estados Unidos representa un mensaje claro sobre la interdependencia estratégica y el poder económico real que posee China.

Además, ordenó cancelar pedidos de aviones a Boeing, lo que tocó a la productora aérea norteamericana.

Estas acciones reflejan claramente la paciencia estratégica de Pekín, sustentada en una planificación sólida ya largo plazo, marcando un notable contraste con la política estadounidense, condicionada siempre por ciclos electorales cortos y resultados inmediatos.

La administración de Trump, que prometía una guerra comercial “fácil de ganar”, pronto chocó con la realidad económica adversa que provocaron sus políticas y ha tenido que hacer pausas y exenciones, que han convertido su estrategia en poco menos que un caos.

Joe Biden, en su período, no modificó sustancialmente estas políticas heredadas del primer mandato de Trump. Aunque con un enfoque aparentemente más estratégico, mantuvo la presión tecnológica sobre China mediante leyes como la CHIPS Act y restricciones adicionales a empresas tecnológicas chinas.

Sin embargo, la lógica electoral estadounidense sigue condicionando profundamente su capacidad para desarrollar una estrategia coherente y duradera frente a Pekín.

En conclusión, la perspectiva china sobre Estados Unidos permanece intacta: el gobierno norteamericano, limitado por su visión cortoplacista y sus ciclos electorales, continúa siendo, en esencia, ese mismo “tigre de papel” que mencionó Mao.

China, en cambio, confiando en su profunda tradición histórica, apuesta a resistir, adaptarse y prevalecer, convencida de que ninguna tormenta pasajera podrá desviar el curso del ‘imparable rejuvenecimiento nacional’.

Ante cada embate externo, Pekín reafirma su determinación, con la certeza de que el tiempo, finalmente, jugará a su favor para demostrar que la política norteamericana sigue siendo “un tigre de papel”.

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