Coordenadas

Arancel automotriz: todos ponen (menos Musk)

Donald Trump no parece comprender que al afectar a México también está dañando profundamente la competitividad industrial de Estados Unidos.

Donald Trump decidió darse un balazo en el pie, lo vea así o no.

El anuncio del presidente estadounidense sobre la imposición de un arancel permanente del 25 por ciento a los autos importados, que entrará en vigor el próximo 3 de abril, será una medida contraproducente para la economía de Estados Unidos, pero, de paso, afectando gravemente a México.

La justificación oficial de la Casa Blanca es que se trata de un tema de seguridad nacional y que ayudará a “reindustrializar” el país, trayendo inversiones de regreso a Estados Unidos. Pero, analistas y fabricantes automotrices consideran que esta decisión causará más daños que beneficios para los propios estadounidenses.

En primer lugar, quienes pagarán la factura serán los consumidores de EU.

De acuerdo con diversas estimaciones, el nuevo impuesto podría aumentar el precio promedio de los vehículos entre 4 y 12 mil dólares. Actualmente, cerca de la mitad de los automóviles que se venden en Estados Unidos son importados. Así que, inevitablemente, este arancel encarecerá considerablemente los autos disponibles, reduciendo las opciones de compra para millones de consumidores.

La industria estadounidense, lejos de beneficiarse, verá afectada su competitividad. Las cadenas de suministro construidas durante tres décadas de libre comercio con México y Canadá están tan integradas que imponer un arancel de esta magnitud generará interrupciones críticas.

La consultora Cox Automotive advirtió que hacia mediados de abril, la producción podría reducirse hasta en 20 mil vehículos por día.

Este golpe impactaría directamente a fabricantes como General Motors, Ford y Stellantis. La alarma ya se encendió entre ellos, y la American Automotive Policy Council advirtió que los aranceles deben implementarse cuidadosamente para evitar que los precios al consumidor suban en exceso y se pierda competitividad regional.

Las bolsas reaccionaron negativamente: tras el anuncio, General Motors cayó 7 por ciento, Ford 4 por ciento, mientras que los fabricantes europeos registraron pérdidas millonarias. Solo Tesla salió bien librada, con un repunte de 5 por ciento.

Pura causalidad.

Desde México, el rechazo ha sido inmediato. La presidenta Claudia Sheinbaum calificó la medida como “sin sentido” y advirtió que no solo provocará mayor inflación y desempleo en México, sino también en Estados Unidos.

México, que es el principal proveedor automotriz del mercado estadounidense, enfrenta un panorama especialmente complicado.

Tan solo en 2024, México exportó a EU 2.9 millones de autos terminados, por un valor de 78 mil 500 millones de dólares.

Si agregamos autopartes y motores, el total superó los 182 mil millones, representando casi una tercera parte del comercio mexicano con Estados Unidos.

El nuevo arancel amenaza con reducir drásticamente estas exportaciones.

Aunque Trump ofreció inicialmente una concesión, al ofrecer descontar de la base del arancel el contenido originario de Estados Unidos, la medida no será suficiente para impedir el pago de algo así como el 15 por ciento de arancel en promedio.

La incertidumbre generada por esta medida proteccionista también está afectando la confianza de inversionistas extranjeros.

Durante los últimos 30 años, México recibió grandes inversiones automotrices gracias al acceso preferencial al mercado estadounidense. Ahora, la tendencia podría revertirse, con Trump incluso presumiendo que algunas empresas, como Honda, ya cancelaron inversiones en México para trasladarlas a EU.

El daño a México será considerable en exportaciones, empleo e inversión. Pero, paradójicamente, Trump no parece comprender que al afectar a México también está dañando profundamente la competitividad industrial de Estados Unidos.

El costo será elevado para ambas naciones, y al final del día, los más afectados serán los ciudadanos comunes, no los de a pie, sino los muchos millones que tienen auto.

Este nuevo arancel automotriz parece destinado a fracasar como política comercial.

En su afán por proteger a la industria nacional, Trump podría terminar dañando a los consumidores y también a los fabricantes que pretende ayudar, poniendo en riesgo la estabilidad económica y comercial de toda Norteamérica.

La perinola rueda: todos ponen.

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