En contra de la mayoría de los pronósticos, y a pesar de que desde el martes pasado comenzaron a aplicarse aranceles al acero y aluminio exportados por México a EU, ayer el peso tuvo una sorprendente recuperación, llegando a 20.06 por dólar y cerrando en 20.08 pesos.
Esta resiliencia se debe a una combinación de factores económicos y políticos que han influido en la percepción de los inversionistas y en la estabilidad de nuestra moneda.
Uno de los elementos clave ha sido la postura del gobierno de Claudia Sheinbaum, que ha optado por una estrategia de “cabeza fría” frente a las medidas proteccionistas de Estados Unidos.
En lugar de responder con represalias inmediatas, México ha buscado el diálogo y la negociación, lo que ha generado confianza en los mercados financieros.
Esta actitud conciliadora fue destacada por el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, quien elogió a México por abstenerse de participar en aumentos arancelarios recíprocos. En una entrevista con Bloomberg, Lutnick señaló que los países que entienden las motivaciones de Estados Unidos y están dispuestos a colaborar recibirán un trato diferente, y mencionó específicamente que “los mexicanos no respondieron” con medidas retaliatorias, lo cual es visto positivamente por la administración estadounidense.
Marcelo Ebrard, secretario de Economía, quien estuvo en Washington a principios de la semana, reiteró la posición mexicana en el sentido de que seguirán las negociaciones, pero también se realizarán consultas con los empresarios, y México responderá cuando el conjunto del tablero esté más definido.
Adicionalmente, la designación de Edgar Amador como nuevo secretario de Hacienda ha sido bien recibida por los mercados.
Amador ha expresado confianza en que no habrá una guerra arancelaria con Estados Unidos, y ha destacado la solidez del marco comercial y la estabilidad de la política fiscal mexicana como factores que ayudarán a aislar al país de la volatilidad internacional.
Esto podría ser solo un buen deseo, pero refleja que existe una posición consistente entre los funcionarios clave del gobierno mexicano respecto a cómo responder a Trump.
La percepción de los inversionistas también ha sido influida por la creencia de que los aranceles impuestos por Estados Unidos podrían ser evitables o en su caso temporales.
Incluso algunos que creen que sí habrá aranceles, asumen que, de aplicarse, durarán poco tiempo, debido al efecto negativo que tendrían sobre la economía estadounidense.
Por otro lado, la depreciación global del dólar, derivada de datos de inflación en Estados Unidos más bajos de lo esperado, ha favorecido la apreciación del peso mexicano.
El índice dólar, que mide la fortaleza de la moneda estadounidense frente a una cesta de divisas principales, ha mostrado una tendencia a la baja, beneficiando a monedas emergentes como el peso.
En resumen, la fortaleza del peso mexicano frente al dólar, a pesar de la imposición de aranceles al acero y al aluminio, se debe a una combinación de factores: la estrategia conciliadora del gobierno mexicano, la percepción de que los aranceles podrían ser evitables o durar poco, y la depreciación global del dólar.
Claro que, si las circunstancias cambian y en abril llegan con fuerza los aranceles a pesar de la estrategia mexicana, podría cambiar el comportamiento del tipo de cambio y encarecerse el dólar debido al impacto negativo que habría en las exportaciones mexicanas.
Como he comentado en otras ocasiones, el riesgo de volatilidad en el mercado cambiario está lejos de desaparecer.