El Plan México que ayer fue presentado por la presidenta Sheinbaum e integrantes del gabinete apunta a cambiar de modo importante las cadenas de valor que se han construido en México.
Una parte de éstas, que se fue configurando en los últimos años, condujo a la incorporación masiva de productos provenientes de China.
En el año 2017, el porcentaje de las importaciones de China en el total del país era de 17.6 por ciento, mientras que en los primeros once meses del 2024, ese porcentaje creció a 20.6 por ciento y tiene tendencia creciente.
Cuando tengamos las cifras completas veremos que las importaciones provenientes de China alcanzaron en 2024 casi 130 mil millones de dólares.
Si se sustituye la provisión de una parte de insumos y equipo de China con proveedores locales, aumentará el valor agregado que generan las exportaciones mexicanas.
Este equivale actualmente al 17 por ciento del valor agregado total del sector.
La meta fijada por el Plan México es que se incremente en 15 puntos porcentuales este indicador, lo que llevaría a un cambio fundamental en la estructura productiva del país.
Esto no quiere decir que esta cadena de proveeduría sea necesariamente de empresas mexicanas, pero sí de empresas instaladas en México.
Este objetivo requeriría elevar de modo importante la inversión extranjera directa.
En uno de los borradores del Plan que ya no fue presentado ayer se hablaba de la cifra de 100 mil millones de dólares para el año 2030.
No es imposible conseguirlo si se logra que el nearshoring se convierta en una realidad.
El gobierno propone una serie de instrumentos para tratar de hacer realidad estas aspiraciones.
El primero que se usará es un decreto de relocalización a publicarse el viernes próximo, que establecerá incentivos fiscales, como la depreciación acelerada en inversiones nuevas desde ahora y hasta el año 2030.
Ese mismo día se enviará la iniciativa de Ley Nacional de Simplificación y Digitalización.
Dentro de una semana se empezará a trabajar en el tema de provisión regional y en la homologación de aranceles a los que existen en Norteamérica.
Si se logra armonizar los aranceles, sobre todo después de la llegada de Trump a la Casa Blanca, podría haber alzas importantes para insumos de China.
Otro capítulo importante del Plan presentado ayer es el relativo a las Mipymes.
Se espera que la banca de desarrollo lance en febrero un fondo para impulsar que medianas y pequeñas empresas se sumen a las cadenas de valor de las grandes empresas.
Hasta ahora los diferentes intentos de construir esta proveeduría se han quedado muy cortos. Veremos qué alcance tiene el que se está planteando.
En los primeros días de febrero también se precisarán las reglas de participación privada en el sector energético. Son muy esperadas por empresas que siguen esperando para participar en el sector.
Para la semana del 17 al 21 de febrero se definirán las muy esperadas reglas de participación privada en proyectos de infraestructura mixtos en los que también estará el sector público.
Las necesidades de infraestructura requieren una gran cantidad de recursos con los que no cuenta el Estado, por lo que la participación privada es fundamental. Veremos si las reglas son bien recibidas.
Hay muchos detalles más que examinaremos posteriormente.
El planteamiento estratégico es muy positivo y hay que celebrar que vengan estas medidas.
A mi parecer, hay todavía dos interrogantes.
La primera y más obvia es cómo se ajustarán estos planteamientos en la eventualidad de que el gobierno de Donald Trump haga realidad el objetivo de imponer un arancel de 25 por ciento a las exportaciones mexicanas.
La segunda interrogante es si el sector privado invertirá lo necesario en el contexto de incertidumbre en el que hoy vivimos.
Los comentarios que ayer se escucharon en el sector empresarial fueron buenos, pero como dice el adagio: el diablo está en los detalles. Ya veremos.