Los discursos que han pronunciado los presidentes de la República, cuando asumen el cargo, definen el ambiente político en el arranque de su administración, y a veces en todo su mandato.
Por eso es por lo que los ojos del país —y no solo del país— estarán puestos en lo que diga el 1 de octubre Claudia Sheinbaum, tras recibir la banda presidencial de manos de la diputada Ifigenia Martínez.
El discurso de López Obrador hace seis años fue anticlimático. La razón es que en realidad su gobierno empezó antes de que él tomara posesión, cuando anunció la cancelación del Aeropuerto de Texcoco, la mayor obra de infraestructura que había emprendido el gobierno de Peña.
Pero aquel 1 de diciembre también enfatizó algo que lo caracterizó durante todo su mandato: el tono de enfrentamiento con la oposición que se mantuvo por seis años.
Hoy, la situación es contraria. AMLO va a seguir gobernando hasta el último día… por lo menos.
Hace seis años, Peña se desentendió desde varios meses atrás. Ahora, AMLO le ha cerrado todos los espacios a la presidenta.
Por eso, el discurso quizás sea la primera acción de gobierno realmente propia.
Aunque seguramente el equipo cercano a Claudia todavía está afinando el texto que habrá de leer el próximo martes, hay algunos temas que seguramente estarán presentes.
1.- La continuidad de la 4T. Los que esperen señales explícitas de distanciamiento con AMLO se van a decepcionar. El mensaje será de continuidad, pero el segundo piso no será igual que el primero, aunque corran en la misma dirección.
2.- Su visión de que va a gobernar para todos. Ese mensaje ya fue enviado el 2 de junio y reiterado al haber solicitado licencia de su militancia en Morena. Aunque no lo diga, allí empezará a marcar distancia con AMLO. El discurso vespertino en el Zócalo tendrá más tintes militantes que el que pronuncie en la Cámara.
3.- Anunciará algunas acciones concretas. A diferencia de AMLO, quien en realidad nunca tuvo un programa de gobierno, Claudia sí lo tiene, con acciones específicas para los primeros 100 días, algunas de las cuales van a ser enunciadas.
4.- Se asumirá claramente como la primera presidenta. Subrayará la relevancia histórica de ser la primera mujer que será jefa del Ejecutivo, planteando que el tema de la equidad de género será un principio rector de su gobierno.
5.- Su discurso tendrá un tono más constructivo. No será un llamado a la unidad nacional, pero, por ejemplo, planteará la relevancia de la inversión privada o la del capital foráneo. Sabe que una lectura positiva de su llegada puede reducir inquietudes y nerviosismo.
No espere un tono especialmente emotivo, salvo cuando haga el reconocimiento a AMLO, que lo hará.
Su estilo propio es más formal y reflexivo.
Aunque la formación de su gabinete fue quizás el primer acto de gobierno, del que ya avanzó en buena parte, ella sabe que ese discurso inaugural será el acto de gobierno más importante que haya emprendido hasta ahora.
El ánimo que resulte después de los eventos del martes 1 de octubre será crucial para el futuro inmediato del país.
Hay que reconocer que Sheinbaum sigue siendo una incógnita.
Aquellos que afirman que será un mero apéndice de AMLO ignoran tanto la historia como el temperamento de Sheinbaum.
Los que piensen que la presidenta dará un manotazo en la mesa para separarse de AMLO, se equivocan.
Tendremos tiempos complejos, con señales que no van a ser fáciles de descifrar.
Creo que cualquiera de las visiones simplificadoras, a las que la mayoría va a adscribirse, van a equivocarse.
Ya lo veremos.