Eduardo Guerrero Gutiérrez

Relación asimétrica, pero sin pasarse de la raya

Claudia Sheinbaum está dispuesta a remendar lo que AMLO rompió e incluso a llevar la cooperación con Washington más lejos que en el periodo ‘neoliberal’.

La visita de Marco Rubio a la Ciudad de México se libró decorosamente. Frente a las cámaras, el secretario de Estado no tuvo más que elogios para la presidenta Sheinbaum y su equipo. “Me alegro mucho de que hemos llegado a un nivel de cooperación histórico. Realmente los últimos ocho meses… jamás en la historia de ambos países ha habido el nivel de cooperación que existe en este momento”. El mensaje clave está en las palabras ‘ocho meses’, palabras que repitió para que no quedara lugar a dudas. ‘Ocho meses’, el periodo durante el cual Sheinbaum y Trump han coincidido como presidentes de sus respectivos países.

No se dijo nada muy concreto sobre esta cooperación histórica, pero suena a que lo que se logró con la visita de Rubio fue restablecer formalmente el trabajo institucional entre las agencias de seguridad de ambos países, que ya existía en el pasado, pero que quedó paralizado durante el sexenio de AMLO (que, cada vez más, se percibe como un periodo de cercanía, de complicidad incluso, entre el gobierno mexicano y los cárteles).

La presidenta sabe bien que la relación con Estados Unidos es asimétrica y que Washington tiene la sartén por el mango. No pretende vender caro el amor de México. Todo lo contrario, ha demostrado una y otra vez que está más que dispuesta a cumplir con las exigencias del Tío Sam en materia de migración y combate al tráfico de drogas. Ha llegado al extremo de ofrendarle al Departamento de Justicia, en fast track, líderes criminales detenidos en territorio nacional (algo que Rubio no dejó de reconocer en su mensaje del pasado martes). En el futuro, podemos esperar que los traslados de este tipo se vuelvan relativamente rutinarios. También me parece que la presidenta no intentará arropar a los morenistas que salgan a colación en investigaciones de la DEA o del Departamento de Justicia.

Sin embargo, Sheinbaum sí tiene una exigencia que parece razonable: hay que guardar las apariencias y cuidar los modales y las maneras propias de la urbanidad política. Por eso la importancia de que Marco Rubio, en su mensaje, hablara de respeto a la soberanía (esa palabra que la presidenta Sheinbaum repite como un mantra). Por eso la necesidad de desmentir la existencia de Portero, una iniciativa anunciada por la DEA, sin la anuencia del gobierno mexicano, como un esfuerzo bilateral de seguridad fronteriza.

Sheinbaum está dispuesta a remendar lo que AMLO rompió e incluso a llevar la cooperación con Washington más lejos que en el periodo ‘neoliberal’. A cambio, le pide a nuestros vecinos que no se pasen de la raya; que, en público, se guarde la pretensión de que la colaboración es entre iguales (algo que Rubio hizo con esmero en su breve mensaje del martes). Sobre todo, me parece que el gobierno mexicano se concentrará en que Trump desista de la idea de echar a andar una versión mexicana del Plan Colombia, que implique el despliegue de tropas estadounidenses en territorio nacional. Todo lo demás será fair play.

Es todavía incierto si en el futuro próximo se podrá mantener el ánimo de cordialidad y colaboración que, en público al menos, prevaleció durante la visita de Rubio. Sin embargo, hay algunas razones para ser optimistas.

La primera es que, en la práctica, las presiones norteamericanas pueden fortalecer la posición de la presidenta. Los señalamientos más serios de colusión con los cárteles no tocan a su círculo, pero sí le pegan cerca a los líderes de las otras tribus de Morena. Lo anterior, sin hablar de que la inteligencia norteamericana, bien encauzada, podría ser de enorme ayuda para dar golpes certeros a las organizaciones más violentas y avanzar hacia la pacificación del país.

La segunda razón para ser optimistas es que, en los próximos meses, la Casa Blanca tendrá el plato demasiado lleno. Ucrania, Palestina, ahora Venezuela. Ya son varios conflictos internacionales en un mundo que, ante los exabruptos de la Casa Blanca, está empezando a buscar el liderazgo de China. No parece el mejor momento para buscar un pleito con México, que sería bastante gratuito dada la buena voluntad mostrada por el gobierno de Sheinbaum. Marco Rubio entendió bien que, por el momento, lo mejor es llevar la fiesta en paz y reconstruir la relación de trabajo. Aunque con Trump, desafortunadamente, uno nunca sabe.

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