Eduardo Guerrero Gutiérrez

¿Se están poniendo de acuerdo para frenar el expansionismo de Cártel Jalisco?

El expansionismo del CJNG parece estar encontrando resistencias en diversas mafias regionales de Michoacán y Guerrero, con las cuales entró en conflicto desde años anteriores.

En los últimos días ocurrieron varios eventos de violencia en Michoacán y Guerrero que sugieren una coincidencia de intereses de autoridades locales y federales, por un lado, y de grupos criminales, por el otro, para ponerle límites al expansionismo actual de Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en esos estados.

En Michoacán se suscitaron diversos eventos en la zona de Tierra Caliente que colinda con Jalisco, especialmente en Los Reyes, y en la zona limonera de Buenavista Tomatlán, Apatzingán, La Ruana y Tepalcatepec, que en su mayoría han sido enfrentamientos entre células del CJNG y tropas especializadas del Ejército (Marina Armada).

La captura de integrantes de una célula del CJNG lidereada por El Yogurt en Chinicuila, la detonación de una mina en la comunidad de El Santuario en Los Reyes, que causó la muerte de ocho militares el 28 de mayo, y la posterior detención de 17 sicarios (principalmente exmilitares colombianos) acusados de detonar la mina en Los Reyes, han sido eventos donde las autoridades acusan al CJNG de estar involucrado.

Estos eventos han tenido lugar en una región donde los grupos criminales vinculados a la coalición de Cárteles Unidos (Cártel de Tepalcatepec, Cártel de Los Reyes y remanentes de Los Caballeros Templarios) ejercen considerable control territorial. El uso de minas terrestres y el reclutamiento de exmilitares colombianos son prácticas que ha adoptado recientemente Cárteles Unidos (CU) en su afán de frenar el avance del CJNG. Pero, según la narrativa oficial, el CJNG fue el culpable de la explosión de la mina; sin embargo, circulan versiones de que la célula que la instaló forma parte de CU (específicamente del Cártel de Los Reyes).

En un video difundido el 29 de mayo, presuntos miembros del CJNG se deslindaron del ataque y acusaron públicamente a CU –específicamente a la célula de El Abuelo Farías– de estar detrás del atentado, y aseguraron que su organización “no trabaja de esa manera”. Ninguna autoridad reaccionó a estas declaraciones.

Coincidentemente, los enfrentamientos entre el CJNG y CU se han intensificado a partir del anuncio sobre una probable alianza del CJNG con la familia Guzmán (Los Chapitos), lo que probablemente ha sido un factor relevante en esta reactivación de la violencia dada la vinculación de CU y la familia Zambada (La Mayiza).

En otro frente regional (Tuzantla, Michoacán) se suscitaron también varios enfrentamientos que se prolongaron por más de un día, entre grupos identificados con el CJNG y con La Nueva Familia Michoacana (LNFM). En redes sociales se difundieron videos sobre el pánico que generaron estos hechos entre la población, ya que las autoridades no acudieron pronto a prestar auxilio.

Esta disputa se ha extendido a Zitácuaro, Juárez y Huetamo, donde los actores han sido una célula del CJNG, lidereada por El Barbas, contra integrantes de la LNFM que, al parecer, reciben apoyo de sicarios de Guerrero. En los últimos días, se han registrado enfrentamientos y quema de unidades del transporte público, y decomisos de precursores en Huetamo, puerta de entrada a la Tierra Caliente de Guerrero.

La confrontación entre estos dos grupos criminales se encontraba en tregua desde principios de 2024, por un acuerdo más amplio logrado en Guerrero por la Iglesia católica. ¿Por qué se rompió este acuerdo? La explicación parece encontrarse nuevamente en las repercusiones del conflicto interno del Cártel de Sinaloa. Al aceptar la alianza con la familia Guzmán, el CJNG asumió la responsabilidad de su defensa y resguardo, lo que ha puesto en alerta a las organizaciones afines a la familia Zambada, entre ellas La Nueva Familia Michoacana.

La última pieza de este planteamiento la encontramos en los recientes enfrentamientos y asedios a la población denunciados en Vallecitos de Zaragoza (municipio de Zihuatanejo) y en la comunidad Zihuaquio (municipio de Coyuca de Catalán), donde se reportó la irrupción de hombres armados. En Vallecitos, un convoy de la Guardia Nacional fue atacado con un saldo de nueve policías heridos. Este y otros eventos violentos han sido adjudicados también al CJNG.

El expansionismo del CJNG parece, entonces, estar encontrando resistencias en diversas mafias regionales de Michoacán y Guerrero, con las cuales entró en conflicto desde años anteriores, pero que hoy perciben una mayor amenaza por la alianza del CJNG con la familia Guzmán. Este presunto pacto los ha movido a prepararse para una nueva fase de guerra, pues, de ser cierta, la alianza entre el CJNG y Los Chapitos propiciaría cambios de gran escala en el mapa criminal nacional.

El papel del gobierno federal será clave en los desenlaces de estas disputas criminales. Parecería que los operativos federales están enfocándose en apagar el ímpetu expansionista del CJNG y sus nuevos aliados. Quizás el cálculo de las autoridades sea que frenar ahora al CJNG sea una fórmula útil para reducir la violencia en varias regiones del país, y evitar, además, que esa fiera, cada vez más grande, se salga completamente de control.

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