Eduardo Guerrero Gutiérrez

Plantón de la CNTE: el precio del éxito de Morena

Los agremiados a la CNTE perciben que el magisterio sólo ha recibido algunas migajas en relación con su aportación al éxito electoral de Morena. El plantón y los bloqueos son la expresión de este sentir.

La pasada fue una de esas semanas infernales en la Ciudad de México, cuando los chilangos no hacen otra cosa más que maldecir el tráfico desquiciante. Y la semana que entra podría ser igual o peor.

Mientras escribía estas líneas, la tarde del domingo, el plantón de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) seguía firme en el Zócalo, sin visos de finalizar, y el “magisterio disidente” ya tenía previstos más bloqueos para hoy lunes: las instalaciones de la SEP, el INE y la Secretaría de Hacienda; mañana martes las sedes de los bancos que administran las repudiadas Afores. Ya luego veremos qué sigue, a menos que se llegue a un acuerdo con el gobierno.

Este año, la CNTE tiene un renovado ánimo combativo y no pide poca cosa. Su pliego petitorio incluye un aumento de 100 por ciento al sueldo base, así como la derogación de la Ley del ISSSTE de 2007, que sustituyó el sistema solidario de pensiones por el sistema de cuentas individuales administradas por Afores.

Sospecho que este dolor de cabeza no se vio venir en Palacio Nacional. Con AMLO, el movimiento magisterial permaneció adormecido. Hace falta remontarse casi una década –a 2016, en el contexto de la reforma educativa impulsada por el gobierno de Enrique Peña Nieto– para encontrar movilizaciones por parte del magisterio disidente del calado de las que vimos la semana pasada.

En tiempos de López Obrador los episodios de conflictividad social de gran escala fueron esporádicos, protagonizados por elementos de la extinta Policía Federal, y por organizaciones feministas y de personas afectadas por la escasez de medicamentos. Hasta la semana pasada, los colectivos con mayor poder de convocatoria, como la temible Sección 22 de la CNTE, le habían dado tregua a la ‘4T’; un periodo de gracia, por así decirlo.

Formalmente, la CNTE suscribe el principio de “independencia de clase”, el cual establece que el movimiento magisterial no debe subordinarse a intereses partidistas ni gubernamentales. Sin embargo, en la práctica es innegable la cercanía entre la coordinadora y algunos sectores de Morena. Para no ir más lejos, el partido guinda ha postulado a distintos cargos de elección popular a algunos miembros destacados de la Sección 22, como ha sido el caso de los diputados federales Azael Santiago Chepi, Iran Santiago Manuel y Aciel Sibaja Mendoza. También se dice que varios liderazgos de la CNTE han promovido el voto por Morena. Es un apoyo nada despreciable. Sólo la Sección 22, de Oaxaca, se precia de contar con un ejército de más de 80 mil afiliados, con una inmejorable cobertura de las comunidades del estado. Cabe señalar que, precisamente en Oaxaca, Claudia Sheinbaum obtuvo su segundo mejor resultado en las elecciones del año pasado (76.4 por ciento de los votos, sólo por debajo de Tabasco, donde obtuvo 80.5 por ciento, y muy por arriba del promedio nacional de 59.7 por ciento).

En los primeros años del sexenio de AMLO, la alianza entre Morena y la Coordinadora funcionó de manera armoniosa. El presidente se reunía personalmente con los representantes de la CNTE y el gobierno concedió algunos de los principales reclamos de los maestros, en especial la derogación de la reforma educativa de tiempos de Peña Nieto. Todo era miel sobre hojuelas. Sin embargo, con el paso de los años las tensiones se hicieron inevitables. Desde las bases del movimiento magisterial creció la denuncia de que la política de la ‘4T’ era más de lo mismo: un régimen “de continuidad y profundización neoliberal”, donde sólo le cambiaron el nombre a los mecanismos de evaluación del desempeño y las prácticas laborales de la administración previa. Los agremiados a la CNTE perciben que el magisterio sólo ha recibido algunas migajas en relación con su aportación al éxito electoral de Morena. El plantón y los bloqueos son la expresión de este sentir, además de un recordatorio del músculo de la coordinadora en términos de capacidad de movilización.

La presidenta tiene ante sí una coyuntura difícil: definir hasta dónde está dispuesta a ceder en las negociaciones con la CNTE. Si Sheinbaum mantiene una posición dura, el conflicto podría escalar rápidamente, como pasó en 2006, cuando el desalojo de un plantón de la Sección 22 dio lugar a un movimiento más amplio y radicalizado: la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que consiguió paralizar por meses las actividades económicas en la capital de dicho estado.

Por otro lado, si en un afán de apaciguar al magisterio, Palacio Nacional cede demasiado, entonces, lo que escalarán son las demandas, tanto de la CNTE como de otros movimientos sindicales y sociales. El éxito tiene un precio. En su afán por arrasar en las elecciones, Morena prometió mucho a muchos y generó expectativas que serán difíciles de cumplir.

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