Dolores Padierna

Trump, entre la crueldad y la propaganda

Los migrantes han sido convertidos en la fuente de todos los males por el gobierno de Donald Trump, como lo muestra la reciente inauguración de la Alligator Alcatraz.

Hace unas semanas, migrantes encerrados en un centro de detención de Texas escribieron con sus propios cuerpos las siglas SOS, rogando ayuda desesperadamente. La imagen, captada gracias al dron de una agencia de noticias, dio la vuelta al mundo y condensa la situación que padecen alrededor de 14 millones de inmigrantes que trabajan sin documentos en Estados Unidos.

Se trata de millones de personas que cada día viven con el terror de ser aprehendidas por su condición migratoria, enviadas al limbo de centros de detención incluso fuera del territorio estadounidense o bien deportadas a sus países de origen, muchas veces dejando atrás a sus hijos que nacieron y crecieron en EU.

Los migrantes han sido convertidos en la fuente de todos los males por el gobierno de Donald Trump, como lo muestra la reciente inauguración, por él mismo, de la Alligator Alcatraz, una cárcel con capacidad para 5 mil detenidos en el estado de Florida.

Los promotores de ese centro de detención —que ganarán 245 dólares diarios por cada detenido— dieron en el clavo al bautizar con ese nombre al centro de detención, pues evoca una de las prisiones más siniestras de aquel país… y le encanta a Trump.

Al inaugurar el centro, que puso como modelo a replicar en todo el país, Trump se dio tiempo de bromear sobre la suerte que correrían quienes intentaran escapar de esa prisión.

Nada nuevo en el comportamiento de un presidente que en su primer mandato separó familias y encerró a niñas y niños en jaulas.

La autoridad migratoria estadounidense ha completado el cuadro difundiendo en redes sociales imágenes de cocodrilos con gorritas de agentes del ICE.

La crueldad, según vemos, es una de las señas de identidad de la derecha en todas las latitudes.

Más allá de la propaganda, el programa de deportaciones “más grande de la historia” no ha logrado los números de los antecesores demócratas de Trump.

Lo anterior se debe a que, por más estridencia que contenga el discurso del magnate, la realidad es siempre más poderosa.

En su primer mandato, por ejemplo, Trump prometió a sus seguidores construir un muro en toda la frontera con México, exceptuando aquellas zonas donde la naturaleza se encarga de la tarea.

Sin embargo, nunca consiguió los fondos y, al finalizar ese su primer gobierno, solo había construido 140 kilómetros (él habló de 480, aunque en realidad los restantes no fueron sino reparaciones o reforzamientos de tramos ya existentes).

Otra cosa son los efectos de la retórica de Trump en la polarización y el incremento de crímenes de odio.

Mientras la Casa Blanca endurece el discurso y las redadas, en la realidad los hoteles, los campos de cultivo y muchos más centros de trabajo se han vaciado. Basta echar una mirada a la prensa de Estados Unidos para encontrar numerosos testimonios de los efectos nocivos que las políticas trumpianas tienen ya para varios sectores económicos.

Las protestas de los agricultores, que se están quedando sin mano de obra para levantar las cosechas, han obligado a Trump a matizar su agresiva política de deportaciones y anunciar una suerte de permisos temporales de trabajo.

Expertos, productores y sindicalistas coinciden en que la continuación de las agresivas deportaciones tendría efectos devastadores para varios sectores. Sólo en California, se calcula que la mitad de los 500 mil trabajadores agrícolas no cuentan con documentos.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha expresado su rechazo a que los migrantes sean tratados como criminales y ha recordado las aportaciones que estas esforzadas personas hacen a la economía de Estados Unidos.

Sea con la cárcel lagarto, con el despliegue de las fuerzas armadas en las calles de sus ciudades o con el trato inhumano que hemos visto repetidamente en estos meses, el segundo mandato de Trump se acerca no a hacer “grande otra vez” a Estados Unidos, sino a convertirlo en campeón de las violaciones a los derechos humanos.

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