Dolores Padierna

Intervencionismo a fuerza de mentiras

Preocupa, más que la estridencia de los legisladores republicanos, que en México haya voces que sugieren, que una intervención directa de EU no sería mala idea.

Diputada Federal por la LXIV Legislatura

¿En qué se ha traducido la intervención de Estados Unidos en otros países, en el marco de la “guerra contra las drogas”? En EU y otras latitudes suele ponerse como ejemplo el Plan Colombia, que arrancó en 1999 y que veintiún años después fue catalogado como un fracaso por el propio Congreso estadunidense.

Miles de colombianos murieron en una guerra en la que EU había aportado, hasta mediados de la década pasada, más de 10 mil millones de dólares, una ayuda sólo por debajo de la que el poderoso vecino del norte ha entregado a Israel.

Tras más de dos décadas, en Colombia hay 50 mil hectáreas más de sembradíos de coca con respecto al inicio del plan.

El reconocimiento del fracaso no impide que los políticos de EU vuelvan al tema cada vez que se acerca un proceso electoral. Como han hecho con el fenómeno migratorio, lanzan sus ataques en busca del respaldo de los electores más conservadores. Como en otras ocasiones, construyen una narrativa que culpa a los “bad hombres” extranjeros, como dice el inefable Donald Trump, de problemas que derivan de su incapacidad para enfrentar las sucesivas crisis de consumo de drogas legales o ilegales. Antier fue la mariguana, ayer la cocaína y las metanfetaminas, y hoy es el fentanilo.

Ya deberíamos estar acostumbrados a este tipo de ataques ruines, puesto que se reciclan cada vez que en el vecino país hay elecciones en puerta. Pero sucede que no podemos acostumbrarnos al grosero intervencionismo que se alimenta de mentiras.

El reduccionismo de los legisladores de ultraderecha los lleva a ignorar la complejidad de la relación bilateral, y a sugerir incluso la intervención militar directa, frente a estrategias que consoliden la atención conjunta de fenómenos que afectan a ambos países.

Preocupa, más que la estridencia de los legisladores republicanos, que en México haya voces que sugieren, con tal de afectar al gobierno de la transformación, que una intervención directa de EU no sería mala idea.

Se trata, en general, de las mismas voces colonizadas que frente a cualquier conflicto bilateral auguran el manotazo del imperio. Se trata de traidores.

Más allá del ruido de la propaganda electoral estadunidense, desde 2018 el gobierno federal atiende las causas de la violencia, con 14 programas sociales y muchas acciones más.

Entre estas se encuentran, según ha informado la cancillería, la incautación de 6 mil millones de pastillas de fentanilo, en operaciones que han costado la vida a 75 integrantes de nuestras fuerzas de seguridad.

El fentanilo es, en efecto, la droga sintética que en estos días causa mayores daños a la salud pública. Durante la presente administración, y contra la propaganda republicana que asegura que el gobierno de México hace poco o nada, los decomisos de este opioide se han incrementado mil 49 por ciento en relación con el periodo 2014-2018.

En el caso de otras sustancias también se han dado incrementos importantes en los decomisos: los de metanfetamina crecieron 128 por ciento (2018-2023) en relación a los efectuados entre 2008 y 2012, y 92 por ciento si se comparan con el periodo 2014-2018.

En cuanto a la destrucción de laboratorios clandestinos, los registros indican un incremento de 147 por ciento respecto de los últimos cuatro años del sexenio anterior.

Los resultados de un serio combate a este flagelo están a la vista. Sería deseable que, en reciprocidad, EU aumentara sus capacidades para disminuir el flujo de armas hacia nuestro país, puesto que está probado que la mayor parte del poder de fuego de las organizaciones criminales proviene de nuestro vecino del norte.

Nuestra complicada vecindad cuenta con instrumentos para el entendimiento y la colaboración. La estridencia de la ultraderecha de ambos lados de la frontera no pasará.

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