David Calderon

ERCE y la tarea

ERCE incluye el estudio de factores asociados al desempeño y nos permite tener pistas de qué aspectos están relacionados con el nivel de logro en los distintos grupos de población estudiantil.

Presidente Ejecutivo de Mexicanos Primero

El Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE, por sus siglas) de 2019 es un esfuerzo de los países de América Latina y Caribe, coordinados por la oficina regional de UNESCO; se evaluó a 160 mil estudiantes que cursaban entonces, antes de los cierres masivos por la pandemia, el tercer y sexto grado de primaria, para descubrir su desempeño en capacidades fundamentales –comprensión lectora, pensamiento matemático y científico– en más de cuatro mil escuelas de la región. Se aplicaron cuestionarios a los estudiantes, docentes, directores, madres y padres de familia, que incluyeron indagaciones sobre el contexto en que se desarrollaron los aprendizajes, así como un módulo sobre habilidades socioemocionales.

ERCE incluye el estudio de factores asociados al desempeño (por eso es un estudio “explicativo”) y nos permite tener pistas de qué aspectos están relacionados con el nivel de logro en los distintos grupos de población estudiantil. Para México, es una fuente imprescindible de información, tomando en cuenta que el logro de aprendizaje se ha quedado en la sombra durante la administración actual, dado que desmanteló el órgano autónomo para la evaluación de políticas, factores y resultados, y estableció para sustituirlo una comisión que apenas hace unos días, el 10 de diciembre –ya en el tercer año de gobierno federal– publicó en el Diario Oficial de la Federación los lineamientos de las evaluaciones nacionales para el año escolar en curso.

En lectura, 58.4 por ciento de los estudiantes mexicanos de entonces no alcanzaron el mínimo esperado; el mejor de los sistemas estudiados, el de Costa Rica, tuvo en esa misma situación al 46 por ciento de sus estudiantes. Para matemáticas, fue el 62 por ciento de los estudiantes mexicanos quienes no alcanzaron el mínimo esperable; es bastante parecido a lo que alcanzaron Perú y Uruguay, con lo cual nuestros tres países son los de mejor desempeño en ese estudio.

Hay que decirlo hasta el cansancio: la comparación sirve, tiene provecho, si identificamos qué funciona y qué no, y nos damos a la tarea de impulsar las mejoras necesarias; el comparativo no es para deprimirse o sentirse ufanos, que ambas son actitudes estériles, sino para poner manos a la obra con evidencia, y no con ocurrencias.

¿Qué factores están relacionados con mejores desempeños? Acá tampoco hay muchas sorpresas, sino confirmaciones: están en mejores condiciones para ejercer su derecho a aprender las y los estudiantes que cursaron preescolar completo; quienes no repitieron grado; quienes pueden dedicar tiempo de estudio adicional al horario que pasan en el centro escolar; si las familias tienen expectativas de que sus hijas e hijos tengan trayectorias completas y si los docentes parten de la perspectiva de que sus alumnos llegarán lejos; si las familias le dedican tiempo y atención al aprendizaje en el hogar, si los docentes recurren a estrategias de pedagogía activa y se involucran en el bienestar socioemocional de sus estudiantes. Se confirma, tristemente, que menor ingreso y pertenencia a una etnia de pueblos originarios implica una menor atención y condiciones adversas, y que el logro es típicamente menor a los estudiantes de otros contextos.

Si eso fue antes del cierre generalizado de aulas, ¿cómo estaremos ahora? Hay indicios preocupantes de que la brecha se ha agravado. Ante la inmovilidad y justificaciones de la autoridad federal, nos dimos a la tarea desde Mexicanos Primero, en alianza con el programa de Medición Independiente de Aprendizaje (MIA) y el Centro de Estudios Sociales y Educativos, para realizar un estudio con estudiantes mexicanos, en una muestra representativa de los alumnos de 10 a 15 años de familias beneficiarias de los programas de bienestar, el núcleo duro de la población escolar de México, a quienes les propusimos una evaluación también centrada en identificar pérdida de aprendizaje. Hicimos durante la segunda mitad de 2021 cinco ruedas de prensa para presentar los resultados; cuando hace dos semanas UNESCO y UNICEF hicieron un reporte internacional, el dato para México fue el nuestro, con la nota muy relevante de “citizen-led assessment”: evaluación realizada por ciudadanos, obviamente reconocido por su diseño robusto y sus resultados que cumplen criterios de validez y confiabilidad.

La tarea es enorme; en resumen, estamos con un rezago de aprendizaje cercano a tres ciclos escolares. No hay tiempo que perder en pretextos, culpabilizaciones y una ridícula negación de la realidad. Tenemos que reconstruir, porque el aprendizaje quedó devastado. Desde las iniciativas ciudadanas no vamos a hacer menos, sino más; no vamos a callar, vamos a insistir; no vamos a ver el desastre pasar: vamos a actuar. ¿Y la SEP, Mejoredu, los gobiernos, las universidades, la iniciativa privada? A todos nos toca tarea; se lo debemos a niñas y niños. Ya.

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