En los primeros nueve meses del año, después del vapuleo sufrido por la administración de Estados Unidos, México mantuvo sus exportaciones en expansión alcanzando los 481 mil millones de dólares, sin embargo, este nivel de ventas al exterior estuvo acompañado de un nivel de importaciones ligeramente superiores que dieron un déficit de 64 mil millones de dólares. Antes de enredarnos en cifras conviene señalar que este resultado es producto de la desestructuración de la economía mexicana, que requiere de una reindustrialización estratégica que permita dotar de una mayor autonomía al aparato productivo.

Una salida a esta situación es una reindustrialización estratégica: sustitución dinámica, no proteccionismo. México debe transitar de una dependencia de importaciones chinas en sectores clave hacia una producción local con mayor contenido tecnológico, para ello se puede identificar 20–30 cadenas donde China domina (electrónica, maquinaria eléctrica, autopartes, químicos finos). La propuesta es crear Programas Sectoriales de Sustitución Dinámica 2025–2030 (al estilo Corea), con objetivos de contenido nacional gradual, que pudiera ser alentado por un financiamiento estratégico de NAFIN–Bancomext para clústeres nacionales con escalamiento acelerado. Asimismo podrían fomentars joint ventures y transferencia tecnológica, pero bajo reglas que aseguren producción local.
El superávit histórico con Estados Unidos es una ventaja geoeconómica. Para reducir el déficit con China, México necesita: una reubicación a México de proveeduría asiática para cadenas que abastecen a EE.UU; atraer inversión estadounidense y canadiense en componentes avanzados: semiconductores, baterías, maquinaria eléctrica; asimismo aprovechar incentivos de la Ley Chips, IRA y fabricación limpia para que EUA sustituya importaciones chinas con producción mexicana. Esto no solo reduce el déficit con China, sino que consolida a México como pilar industrial de Norteamérica.
Asimismo, se podría pensar en reforzar la política tecnológica: crear capacidades en áreas de las cuáles hoy México compra a China. El déficit no se reduce si México sigue importando: paneles solares, maquinaria, electrónicos, insumos avanzados para autos eléctricos, químicos industriales. México debe desarrollar capacidad tecnológica propia en: energías renovables (paneles, inversores, baterías LFP); en electrónica automotriz (chips simples, sensores, controladores); en manufactura inteligente (robots, CNC, maquinaria eléctrica).
Un punto clave en este proceso es el consenso entre sector público y sector privado, lo cual se puede alentar con fondos de I+D de 0.5% a 1.2% del PIB en 5 años; apoyado por centros de innovación regionales vinculando UNAM, CINVESTAV, Tecnológico de Monterrey a empresas; otro instrumento puede ser las compras públicas para garantizar mercado inicial (healthtech, machinery for CFE, movilidad eléctrica municipal).
No se trata de proteccionismo, sino de nivelar el terreno: para ello se podrían establecer controles más estrictos contra subvaluación y triangulación desde Asia; reglas claras de verificación de origen bajo USMCA; normas técnicas más exigentes para ciertos bienes manufacturados; aranceles modestos y temporales en sectores donde exista capacidad incipiente mexicana.
Para lograr este objetivo se requiere de una diplomacia económica y vinculación estratégica con China. México debe evitar convertir el déficit en un conflicto geopolítico; al contrario, el objetivo es acceso de mercado mas inversión productiva. Se necesita de una estrategia de negociación con empresas chinas para que produzcan en México lo que hoy exportan (paneles solares, maquinaria, autos eléctricos, etc.). A lo anterior se requiere sumar compromisos de transferencia de tecnología y contenido local.
A lo anterior se podría sumar la creación de zonas económicas con reglas claras para fabricantes asiáticos que abastezcan a Estados Unidos desde México. Esto podría alentar el desarrollo regional para proveeduría nacional, ya que el déficit se concentra en sectores que importan desde Asia para maquilas del norte. Para reducirlo se podrían impulsar clusteres de proveeduría en Bajío, Norte y el nuevo corredor del Sureste. Una pieza esencial es la Secretaría de Educación pudiera establecer programas regionales de formación dual para la industria para cerrar brechas de capital humano. Todo esto requeriría incentivos fiscales focalizados por cadena (no generalizados).
En esta perspectiva el punto crucial es reducir el déficit con China, para ello México necesita una estrategia dual: fortalecer su base industrial y tecnológica interna (sustitución dinámica); aprovechar su posición en Norteamérica para atraer inversiones que remplacen importaciones chinas en la región. Se requiere tener en mente que el objetivo no es reducir importaciones por decreto, sino crear capacidades productivas mexicanas de alto valor agregado que permitan que esas importaciones simplemente dejen de ser necesarias.