En el recuento anual del informe presidencial, se reconoció la perseverancia del lento crecimiento de la economía mexicana de 1,2 por ciento, que al contrastarlo con la expansión de la población de 0,9 por ciento muestra el estancamiento que se enfrenta. Esta situación debe preocuparnos ya que la década que inicia en 2020 la economía enfrentó la caída por la pandemia de 8,2 por ciento, con una recuperación posterior de 5 por ciento; en 2022 de 4,3 por ciento, posteriormente en 2023 de 3,3 por ciento; 2024 de 1,5 por ciento y la expectativa ahora de 1,2 por ciento para el año en curso. Esto debe motivar una rectificación de las políticas públicas para reencontrar la senda de una expansión que permita elevar los niveles de bienestar de forma generalizada. De acuerdo, a los reportes de los organismos internacionales México descenderá de la posición 13 a la 15 entre las economías mundiales, superado por España y Australia, argumentando que enfrentará un bajo crecimiento económico en comparación con la región debido a la desaceleración económica en Estados Unidos y la incertidumbre en la llegada de nuevas inversiones. Los inversionistas extranjeros han mostrado precaución, por lo que han preferido en estos últimos meses reinvertir más que inyectarle nuevos recursos.
En su alocución el pasado lunes la presidenta Sheinbaum mencionó que hace falta un rol más activo de la iniciativa privada en el Plan México. Este es tal vez el problema más agudo que se enfrenta, requerimos más inversión desde adentro, para poder elevar el coeficiente de inversión, ya que las finanzas públicas muestran una debilidad estructural que reduce la capacidad para que el Estado pueda incentivar un mayor crecimiento en el corto plazo. Es momento de convocar a todas las Cámaras Empresariales con el fin de que definan de qué forma cada uno de los sectores empresariales van a apoyar a invertir en los sectores que sustituirán las importaciones del este asiático, es un momento clave para el desarrollo nacional.
Para poder dar un impulso al crecimiento se requiere establecer un punto de acción inmediata que pueda derivar en el corto plazo en efectos multiplicadores mayores para el resto del país. En esta perspectiva se requiere una asociación del gobierno con los centros de educación superior para que conjuntamente con los grupos empresariales definan las estructuras de las cadenas de valor que darán impulso al crecimiento económico. En esta perspectiva se requiere un efecto descentralizado coordinado por la Secretaría de Economía, para poner en marcha a los treinta dos Secretarios de Economía de las entidades federativas. Es decir, bajar la estrategia nacional a las entidades federativas para que se encarguen de poner en marcha el proceso con las empresas que sustituirán las importaciones claves.
En este proceso se requiere de un análisis puntual que permita coordinar en forma creativa al sector empresarial, no es una tarea fácil, requiere que este proceso sea un esfuerzo conjunto porque requerimos pasar por un proceso de identificación de sectores, subsectores y empresas que puedan sumarse a este proceso. En este proceso será clave la acción de los industriales, la Concamin agrupa a 46 cámaras nacionales, 14 cámaras regionales, 3 cámaras genéricas y 44 asociaciones de los distintos sectores. Este es un universo complejo diseminado por todo el país, cuyas tareas no han sido diseñadas para este proceso, sino que más que nada son entidades de contacto pero que no se han involucrado en procesos de planeación. Con este propósito se requiere de un apoyo que bien podría venir de las universidades e instituciones de educación superior. En México existen al menos 4,478 instituciones de educación superior (IES) según cifras preliminares del ciclo 2022-2023, de las cuales 1,077 son públicas y 3,401 son particulares. Estas instituciones se dividen en diversos tipos, incluyendo universidades autónomas, tecnológicas, politécnicas e interculturales, que ofrecen programas de licenciatura, ingeniería y posgrado.
Se requiere de un gran esfuerzo para detonar el proceso de sustitución de importaciones con apoyos de productores locales, sin lugar a duda que un papel clave en una primera instancia, lo deberán jugar las grandes empresas, y poco a poco ir bajando la estrategia a nivel de las empresas medianas y posteriormente incorporar al esfuerzo a las pequeñas empresas e incluso algunas micro empresas. Para que el esfuerzo pueda desencadenarse se requiere formar una red de Secretarías de Economía Estatales. Posteriormente pasar a la planeación municipal de forma de tejer una estructura descentralizada.
Esto a su vez requerirá ir acompañado de un apoyo de todos los agentes de financiamiento en manos del Estado, para ello será necesario revivir a Nacional Financiera, que en la etapa de Sustitución de Importaciones jugó un papel relevante para habilitar a pequeños y medianos empresarios, y con ello dar apoyo a un entramado regional de crédito a los empresarios que sustituyeron importaciones en los años sesenta y setenta del siglo pasado.
Se puede argumentar que México tiene la capacidad para plantearse una nueva etapa de fuerte crecimiento industrial, y con ello recuperar el crecimiento del país, es momento de reactivar las estructuras del crecimiento que han estado adormiladas en las últimas décadas. Se podría decir que es momento de repensar el país en términos de crecimiento acelerado.