Las cifras dadas a conocer por el INEGI sobre el sector industrial al primer semestre dan muestra de la debilidad del aparato productivo, enmarcada en la incertidumbre derivada de la política económica de Trump, y de la puesta en marcha de la política industrial enfocada a reducir importaciones de la actual administración. Esta ha impactado directamente a México por tres canales principales: el primero de ello ha sido el debate interminable sobre aranceles y medidas comerciales, que ha afectado a sectores como automotriz, autopartes, acero y maquinaria. A esto se ha sumado la presión de la negociación con nuestras contrapartes estadounidenses y canadienses.
La revisión de reglas de origen más estrictas para el T-MEC, aumentarían los costos de cumplimiento y desincentivarían las exportaciones. Esto demanda que entremos al análisis de cadenas de valor y que se defina la relación comercial con otras regiones, especialmente el sudeste asiático, ya que gran parte de nuestra proveeduría proviene de China, Japón, Taiwán y Malasia. Se requiere realizar un análisis de grandes magnitudes y posteriormente acordar con las empresas la sustitución de importaciones, esto será un proceso minucioso en donde se tendrá que recurrir a las asociaciones empresariales ya la Secretaría de Economía no cuenta con un aparato lo suficientemente amplio que pueda realizar estas tareas.
A lo anterior se sumará un incremento en la prima de riesgo país, lo que presionará al peso mexicano, lo que puede complicar el proceso de ensamblaje que se realiza en el país. De no definirse claramente la manera como se está pensando en reestructurar la industria, la incertidumbre política y comercial puede manifestarse en caída de inversión extranjera (IED) en sectores exportadores, por retraso o cancelación de proyectos. Asimismo, podría llevar a una desaceleración de la producción automotriz antes amenazas de relocalización de plantas hacia Estados Unidos o mayor automatización en territorio estadounidense.
Para apoyar este proceso se requiere que en el presupuesto 2026 se establezca un presupuesto especial para el sector industrial, que sea complementado con un presupuesto de las Cámaras Industriales para este propósito. Se viven momentos difíciles que requieren de innovación y complementariedad, no se debe generar una enorme burocracia para diseñar las estrategias de sustitución de importaciones, se requiere un proceso ágil de concertación y complementación entre el sector público y privado. Se debe recurrir a los ejemplos del Este y Sudeste asiático que han logrado consolidar esquemas de cooperación.
Algunos ejemplos de colaboración entre los Ministerios de Industria y Comercio y las cámaras industriales en la región de Asia Oriental y Sudeste Asiático entre estos destacan los siguientes: Programa de apoyo a la innovación tecnológica en Vietnam: El Ministerio de Industria y Comercio de Vietnam colabora con la Cámara de Industria y Comercio de Vietnam (VCCI) para promover la innovación en las empresas locales, facilitando capacitaciones, ferias y acceso a financiamiento para proyectos tecnológicos. En Tailandia se construyó la iniciativa de desarrollo de cadenas de valor, el Ministerio de Industria de Tailandia trabaja junto con la Cámara de Comercio de Tailandia (TCC) para fortalecer las cadenas de suministro en sectores como la electrónica y la automoción, promoviendo la cooperación entre empresas nacionales e internacionales. En Filipinas el Ministerio de Industria y Comercio y la Cámara de Comercio e Industria de Filipinas (PCCI) colaboran en iniciativas que fomentan prácticas sostenibles y ecológicas en la industria, incluyendo talleres y campañas de sensibilización. En Malasia el Ministerio de Comercio Internacional e Industria de Malasia (MITI) junto con la Cámara de Comercio de Malasia (MICCI) han desarrollado programas para apoyar a pequeñas y medianas empresas en la internacionalización, mediante asesoría, ferias internacionales y capacitación. En Indonesia se establecieron las plataformas de diálogo público-privado, en donde el Ministerio de Industria y la Cámara de Comercio de Indonesia (KADIN) mantienen mesas de diálogo para diseñar políticas industriales, facilitar el acceso a créditos y promover la innovación en sectores clave como textiles y manufactura.
Este esfuerzo podría complementarse haciendo una tríada con la Banca de Desarrollo que facilitara el financiamiento necesario para echar andar los proyectos industriales en un corto plazo. En este sentido se requiere hacer una reforma para hacer resurgir a la banca de desarrollo como un pilar de la nueva estrategia industrial. A todo lo anterior se podría sumar una propuesta para diversificar las exportaciones, hacia Europa, América Latina y Asia para reducir dependencia del mercado estadounidense.
La incertidumbre derivada de la política de Trump representa un reto estructural para la actividad industrial mexicana, pero también una oportunidad para redefinir su modelo productivo. La respuesta estratégica debe ir más allá de la defensa comercial y apuntar a una transformación hacia industrias de mayor sofisticación tecnológica, mayor diversificación de mercados y mayor resiliencia ante choques externos. La clave será combinar negociación inteligente con política industrial interna, asegurando que México no solo resista el nuevo ciclo de proteccionismo estadounidense, sino que emerja como un actor industrial más competitivo y menos dependiente.