Finalmente llega el mes de agosto y con ello se reabre el debate sobre tarifas. En los últimos seis meses, Estados Unidos ha abandonado el orden comercial global que persistió durante décadas en favor de algo drásticamente diferente y en gran medida inexplorado. Economías de gran tamaño, como la Unión Europea y Japón han llegado abruptamente a un acuerdo con aranceles más altos para sus exportaciones, accediendo a las exigencias del presidente Trump para evitar guerras comerciales y lograr una ligera reducción de los aranceles estadounidenses, aún más elevados.
A medida que las principales economías se alinean para firmar acuerdos que incluyen los aranceles más altos de la historia moderna, la visión del presidente estadounidense para el comercio global se está haciendo realidad rápidamente. Esta nueva normalidad utiliza la economía estadounidense como palanca, con otros países aceptando aranceles del 15 al 20 por ciento para hacer negocios con Estados Unidos. Se impondrán tasas aún más altas a las exportaciones de productos críticos, como el acero, o producto de ciertos países como China.
El resultado parece haber mostrado que Trump tenía razón al afirmar que sus amenazas arancelarias son una poderosa herramienta de negociación. Y la reacción moderada del mercado a los aranceles del 15 por ciento impuestos a Japón y la Unión Europea sugiere que el pánico que muchos esperaban por sus gravámenes anteriores, más extremos, podría no materializarse.
El plan del presidente Trump para el comercio global ahora parece una victoria política, su éxito económico es mucho más discutible. La administración Trump se ha embarcado en un vasto experimento económico, con niveles arancelarios no vistos en Estados Unidos desde principios del siglo XX. Las tasas que Estados Unidos pide a otros países que acepten suelen ser utilizadas por economías pobres que intentan proteger industrias emergentes, no por potencias industriales como Estados Unidos. Se argumenta que el aumento de los aranceles animará a muchas más empresas a producir en Estados Unidos, creando empleos en fábricas estadounidenses, con un impacto mínimo en las empresas y los consumidores. El presidente también insiste en que los gobiernos extranjeros, y no las empresas ni los consumidores estadounidenses, pagarán los aranceles, a pesar de que investigaciones de diversas instituciones demuestran que los estadounidenses serán los más afectados.
Frente a la incertidumbre es momento para poner en marcha el Plan México de sustitución de importaciones en sectores claves, con el fin de reemplazar bienes importados que podrían reforzar o desarrollar nuevas cadenas de valor en nuestro país. En esta perspectiva se debería iniciar la sustitución de importaciones con bienes con alto contenido valor agregado que afecta a cadenas estratégicas como la electrónica y la automotriz, para ello se debería generar acuerdos con empresarios que pudieran iniciar estas tareas en coordinación con el sector público con el fin de iniciar la producción de bienes claves para finales de 2025 o inicio de 2026.
Es momento de coordinar esfuerzos, el sector público deberá impulsar el análisis de industrias claves en donde convendría sustituir importaciones, realizar acuerdos con empresarios claves que puedan poner en marcha en corto plazo la producción de insumos importados, coordinar con la banca de desarrollo el financiamiento de los proyectos productivos requeridos, y facilitar acuerdos con empresas trasnacionales para la integración de nuevos insumos a sus productos finales. Es el momento de las Cámaras Industriales requieren impulsar este proceso, es momento de que jueguen un papel protagónico, para lo que deben sustituir los equipos burocráticos por equipos funcionales a este nuevo proyecto, volver a la filosofía de lo “hecho en México” está bien hecho. Para ello se debe utilizar a todas las universidades del país, públicas como privadas, convertirlas en verdaderos socios de la transformación productiva, los institutos de ingeniería deberán asumir un papel más protagónico en el diseño de nuevos productos, productos intermedios e insumos claves. Es momento de la gran transformación de las universidades en grandes centros de diseño y elaboración de programas estratégicos para las industrias en donde se busque sustituir importaciones.
Esta nueva guerra de las tarifas debería movernos a recuperar la política industrial que llevo al país a crecer su producción a tasas más dinámicas, es momento de dar contenido al Plan México, no dejemos que se nos escape esta gran oportunidad de las manos. Es momento de una planeación muy dinámica que requiere de un gran esfuerzo conjunto para lo que se requiere es utilizar todas las fuerzas productivas dispersas, incluyendo a todos los centros de educación superior hay que lograr una gran alianza para la producción y para devolver al país tasas de crecimiento que permitan elevar los niveles de vida. Es momento de reflexión y acciones conjuntas, sumemos a todos en el país en este gran esfuerzo de transformación.