La OECD, en su reporte del pasado lunes, confirma la argumentación de un lento crecimiento por debajo del de la población para México en 2025, sumándose a los pronósticos elaborados por varios analistas nacionales y diversos organismos internacionales. La persistencia de esta tendencia ha estado presente en los últimos años en la economía mexicana y no se han implementado políticas para modificar este proceso, si bien el sector externo ha contribuido a este proceso, pareciera ser más un problema de índole interno, motivado por la falta de inversión, tanto interna como externa. Los inversionistas nacionales no han logrado impulsar el crecimiento el coeficiente de inversión de 2007 era de 24 por ciento, para 2024 fue de 24 por ciento, en tanto las exportaciones elevaron su participación de 27 por ciento a 37 por ciento en el mismo lapso. Esto muestra que no fuimos capaces de elevar el coeficiente de inversión en los últimos 14 años, esto es lo que ha provocado el lento crecimiento de la economía. No se están alcanzando los niveles de inversión requeridos para impulsar la economía, tanto el sector público como el sector privado no han invertido lo suficiente, los inversionistas extranjeros han asumido una actitud similar como puede verse en los resultados de 2024, en los cuales se muestra que la mayor parte de los flujos ha provenido de la reinversión y no de flujos nuevos. Esto muestra que no estamos ampliando nuestra planta productiva al ritmo que se requiere, y esto nos cobrará factura.
A lo anterior hay que reconocer que existe una reconfiguración a nivel global impulsado no sólo por la guerra comercial del presidente Trump, sino por el cambio en las tecnologías de combustión interna hacia energías limpias. Las empresas automotrices en sus países de origen están dejando de producir automóviles de gasolina para centrarse en la producción de automóviles eléctricos; tal es el caso de Volkswagen, que anuncio el cierre en Alemania de sus plantas de coches de gasolina, trasladándolas algunas hacia países en desarrollo, tal es el caso del modelo Golf que se trasladará su producción a la planta de Puebla. Esto debería ser analizado por las autoridades mexicanas para llegar a acuerdos precisos con las empresas sobre la mezcla de producción automotriz que queremos tener para el año 2030. Es momento de establecer una política industrial que establezca las bases para las inversiones con las que queremos reconfigurar al país, es cuestión de establecer reglas claras sobre el perfil del país que queremos configurar en los próximos años.
Un elemento que será clave en este proceso será la política de vivienda que se defina para el año 2030, la necesidad de vivienda es inmensa. Hay que dotar de vivienda a todos los mexicanos, el tema de la vivienda es de los más importantes y más urgente en nuestra sociedad, es dotar de un espacio vital a las familias. La presidenta Sheinbaum prometió construir 200 mil viviendas en 2025, y así sucesivamente. Es necesario establecer viviendas adecuadas y para ello se requiere desplegar a las entidades públicas que están encargadas de este proceso, como es la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi), la cual es encargada de implementar y gestionar el programa “Vivienda para el Bienestar”. Asimismo, es necesario revitalizar a la Sociedad Hipotecaria Federal y sobre todo, al Infonavit. Se requiere desplegar un esfuerzo a nivel nacional, necesitamos un rediseño del sector vivienda, de forma en que se dé impulso a la actividad regional. Se requiere pensar en un esfuerzo público- privado que dinamice al país, ya es de los esfuerzos más sostenibles que existen, tenemos que pensar cómo reconfigurar los espacios urbanos para dar mayor calidad de vida a los trabajadores, necesitamos buscar una nueva dimensión urbana, la más sostenible, y para proyectar hacia el futuro, es que vivamos juntos en edificios, pueden ser edificios chicos, que cualquier desarrollador o una comunidad pueden construir entre ellos: planta baja más tres pisos, que no necesiten servicios complicados de elevadores y demás. Que esté en un lugar suficientemente urbano como para que tenga sentido vivir juntos. Que no esté al lado de grandes avenidas muy ruidosas, que no van a dar calidad de vida. Y eso significa que un buen gobierno es el que va a privilegiar los espacios públicos, la plaza, la calle y esos servicios que vamos a necesitar entre todos. Si vivimos juntos, además, el transporte se va a reducir mucho, porque con un transporte público urbano nos vamos a poder mover bien.
Es tiempo de planear el espacio urbano de manera que sea accesible a los trabajadores y evitar repetir los errores del pasado en que llevamos a los trabajadores a vivir en las periferias, es momento de rediseñar las ciudades no con grandes edificios sino en espacios que permitan promover la vida comunal y con ello evitar los grandes conflictos de vialidades que existen en las grandes ciudades del país. Este esfuerzo podría ser una opción de revitalizar la economía mexicana, buscando impulsar que los trabajadores tuvieran un espacio digno y adecuado a nuevo concepto urbano que evite que tengan que viajar horas a sus trabajos.
La cuestión de la vivienda es tan solo una de las opciones que se podría explorar para revitalizar la economía, necesitamos aterrizar las propuestas de nueva inversión, tanto nuevas plantas que modernicen al aparato productivo, como políticas de vivienda. Y establecer reglas también para la inversión extranjera, invitándolos a que acompañen al país en su reestructuración estratégica en búsqueda de un crecimiento que permita elevar los niveles de vida de los mexicanos.