Clemente Ruiz Duran

La propuesta de reducir el tamaño del Estado en EU

La administración del presidente Trump ha buscado en las últimas semanas debilitar el dólar, y con ello, el mecanismo de financiamiento básico del gobierno estadounidense, los bonos del Tesoro.

Durante décadas, los Estados Unidos han podido expandir las actividades del Estado, financiándolo con la emisión de Bonos del Tesoro, actualmente hay 28 billones de dólares en valores del Tesoro estadounidense en circulación, incluyendo letras, pagarés, bonos y valores protegidos contra la inflación (TIPS). Estos valores se emiten mediante subastas públicas y pueden venderse o transferirse antes de su fecha de vencimiento. La administración del presidente Trump ha buscado en las últimas semanas debilitar el dólar, y con ello, el mecanismo de financiamiento básico del gobierno estadounidense, los bonos del Tesoro. Con este fin ha emprendido una cruzada en contra del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, que ha realizado una magnífica tarea enfrente de esta institución. La estrategia Trump es que las tasas de interés bajen para que los bonos del Tesoro sean una inversión menos atractiva, y con ello, debilitar al dólar en los mercados financieros internacionales.

La estrategia de debilitamiento de los bonos del Tesoro para lograr una mayor disciplina del gasto público tendrá, sin lugar a duda, efectos negativos sobre el bienestar de los ciudadanos estadounidenses, en sectores críticos como es salud y educación, lo que en vez de fortalecer a Estados Unidos lo debilitará, máxime si se considera que los principales competidores son países con un alto gasto público, lo que les ha permitido construir estándares elevados de competitividad y bienestar social. Un área crítica ha sido el gasto en educación y de innovación, ya que ha sido a través de estos gastos que han logrado impulsar la competitividad.

Esta estrategia de elevación de los aranceles y de debilitamiento del aparato estatal estadounidense, ha afectado las proyecciones de organismos como el Fondo Monetario Internacional, que en su reunión de primavera ha revisado a la baja sus previsiones para 2025, señalando que la estrategia de tarifas y menor gasto público estadounidense tendrá un efecto negativo sobre el crecimiento global. La pregunta que surge es: ¿Qué tan sostenible es esta estrategia? La apuesta estadounidense parece estar despegada de la realidad, ya que los flujos de comercio han cambiado en las últimas décadas, ya que se ha consolidado un núcleo de crecimiento en Asia (China, Japón, Corea del Sur, India), a través del gasto público, lo que permitirá que las economías de la región asiática puedan mantenerse innovando y mantener un amplio comercio mundial.

Se prevé que la economía de la India crezca alrededor del 6 por ciento, y la economía de China, a pesar de los aranceles estadounidenses, su expansión será de 4 por ciento. Estas economías tienen un efecto multiplicador sobre la región de Asia y África, que abren un espacio importante para una expansión no esperada por Estados Unidos y que pretendía, con su guerra de aranceles, doblegar al mundo, sin embargo, hay un mundo que puede arreglárselas para mantener el crecimiento.

En esta perspectiva es conveniente señalar que los vínculos comerciales entre América Latina y Asia han crecido muchísimo desde finales del siglo 20, especialmente con China, Japón e India. China es ahora uno de los principales socios comerciales de países como Brasil, Chile, Perú y Argentina, importando materias primas (soja, cobre, litio, petróleo) y exportando tecnología, maquinaria y productos manufacturados.

Con Japón, la relación es más tecnológica e industrial, además de inversiones en sectores como autos, electrónica y energías limpias. India ha aumentado la compra de alimentos y minerales, mientras exporta productos farmacéuticos y tecnología de la información. China y Japón han invertido en América Latina fuertemente en infraestructura en puertos, trenes, carreteras, plantas energéticas, en energía (petróleo, gas y energías renovables), en minería y agricultura (litio, cobre, hierro, soja). Este esfuerzo asiático de inversiones es lo que permitirá que América Latina tenga una perspectiva de crecimiento mayor a la de México, como es el caso de Brasil y otros países latinoamericanos, donde se prevé un crecimiento por arriba del dos por ciento.

Es momento de fortalecer los foros de cooperación de América Latina con Asia, el foro de la CELAC, que se realizará en Beijing el mes de mayo, y en donde se han apuntado a ir el presidente Petro y Lula para afianzar las relaciones de cooperación. México tiene el reto de asistir a este encuentro y con ello, fortalecer la relación con Asia y por lo mismo, tener más margen de acción frente a Estados Unidos. En este caso convendría estar presente para lograr una mayor colaboración en desarrollo tecnológico, que es lo que se requiere.

Se requiere que México evalúe el reto que se le presenta en esta coyuntura, no es simplemente ver cómo reaccionamos frente a los aranceles, sino que tenemos que definir un esquema más amplio de colaboración, en donde tenemos que asumir que el camino hacia el futuro requiere de una red de colaboración internacional más amplia, en donde esté presente el desarrollo tecnológico, que es la única vía por la que podremos superar la desarticulación productiva que nos hace más dependiente del exterior. Es la gran apuesta que puede hacer México: diversificar pausadamente la relación económica para fortalecer nuestra economía.

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