Crear una proveeduría pública-privada para impulsar el crecimiento de un país es un desafío, pero con un enfoque innovador, puede convertirse en un motor clave para la economía y el bienestar de la población. Esta semana la presidenta Sheinbaum señaló que se alistan reglas para inversiones en el sector energía, es la oportunidad para definir una nueva relación público-privada y con ello dar un nuevo impulso al crecimiento económico. Analicemos cuáles podrían ser algunos elementos de esta estrategia.
Se requiere desarrollar un ecosistema de colaboración entre el sector público, las empresas privadas y los emprendedores en donde cada actor tenga un rol bien definido. Este ecosistema debería ser transparente y basado en tecnología para asegurar eficiencia y acceso igualitario a los recursos. En esta perspectiva, el sector público requiere facilitar el acceso a infraestructuras básicas, que es una de las grandes deficiencias en el ecosistema público privado. A esto se suma el desarrollo de una plataforma digital de abastecimiento transparente, donde todas las operaciones de la proveeduría se lleven a cabo de manera transparente. Esta plataforma podría hacer uso de las nuevas tecnologías de inteligencia artificial (IA), con las siguientes características: sistema de licitaciones públicas y privadas que sea abierto, transparente y optimizado mediante IA para emparejar la oferta con la demanda de manera eficiente, lo anterior se complementaría con un blockchain para rastreabilidad, con el fin de que los usuarios puedan ver el origen y el flujo de los productos, promoviendo así la confianza en el sistema. Asimismo, con el fin de incentivar la mejora continua se requeriría de evaluaciones con retroalimentación, en donde se tenga una evaluación permanente de la eficiencia de la proveeduría.
Un punto clave será el financiamiento mixto para incentivar la innovación, en el que los fondos públicos se destinen a proyectos estratégicos (como energías renovables, salud, educación) y el sector privado pueda invertir en innovación. Un porcentaje de las ganancias de la proveeduría se destinaría a un fondo de reinversión para fomentar proyectos de investigación y desarrollo.
La proveeduría debe tener un compromiso con la sostenibilidad, incluyendo productos y servicios que generen bajo impacto ambiental. En este entorno priorizar productos y servicios que cumplan con criterios de sostenibilidad, para lo cual se podría implementar un sistema de recompensas para las empresas que operen con prácticas sostenibles. En este entorno sería conveniente colaborar con expertos ambientales para diseñar estrategias de reducción de huella de carbono en la logística y distribución.
El sistema de proveeduría debería fundamentarse en el fortalecimiento de la producción local y la reducción de dependencia externa, en esta perspectiva la proveeduría debería priorizar el abastecimiento de productos locales, incentivando la producción nacional y la capacitación de talento local. Esto puede ayudar a reducir la dependencia de importaciones, al mismo tiempo que se fortalece la economía interna.
Un sistema de proveeduría eficiente debería contemplar la inversión en capacitación y tecnología para mejorar la producción y calidad de los productos nacionales. Asimismo, la interacción público-privada debería incentivar la creación de clusters regionales de abastecimiento para reducir costos logísticos y generar empleo local. En materia de energía debería estar contemplada la existencia de programas de formación que capaciten a pequeñas empresas y emprendedores locales para convertirse en proveedores.
En el centro de esta estrategia debería estar el habilitar a la nueva Secretaría de Ciencia y Tecnología para que se desarrollen plataformas para recopilar y analizar datos, con el objetivo de entender mejor la demanda y el impacto de la proveeduría en el país. Los datos estarían abiertos y disponibles para que académicos, organizaciones y ciudadanos puedan aportar nuevas ideas y mejoras.
En materia de energía, un área estratégica a desarrollar proveedores que impulsen mecanismos de almacenamiento de energía eléctrica, de forma que no sólo se produzca energía, sino que se almacene y con ello, se pueda regular el precio de la energía eléctrica. Este enfoque crea una proveeduría no solo como un espacio de comercio, sino como un pilar de crecimiento económico inclusivo y sostenible. A través de la proveeduría pública-privada es como han desarrollado los países industriales los grandes complejos industriales con los que cuentan, como es el caso del Pentágono en Estados Unidos, el Ministerio de la Defensa en China y el complejo industrial europeo que depende la proveeduría público-privada. Estos esquemas de proveeduría público-privados debieran utilizarse como base de un nuevo acuerdo para el crecimiento económico del país.