Economía Política

Salario mínimo y pobreza: refutando al Banxico

Entre 2015 y 2024 los salarios mínimos reales se incrementaron 138 por ciento. La inflación acumulada en ese periodo fue de 53.3 puntos, así que el aumento del salario mínimo resultó dos veces y medio mayor que la subida de los precios.

Las cifras del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) demuestran que entre 2016 y 2024 disminuyó la pobreza en 15.3 millones de personas, hecho que se explica en lo fundamental por el incremento del salario mínimo real. Pero la década pasada, cuando un equipo de académicos propuso recuperar el poder adquisitivo del salario mínimo, el Banco de México advirtió que esa política acarrearía severos problemas para el mercado de trabajo y la estabilidad de la economía. Recuperemos aquellos análisis.

En 2014 la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) del entonces Distrito Federal convocó, a iniciativa de Salomón Chertorivski y Ricardo Becerra, a un equipo de especialistas —Antonio Azuela, Graciela Bensusán, Gerardo Esquivel, Juan Carlos Moreno-Brid, Enrique Provencio, Ariel Rodríguez, Jaime Ros y Pablo Yanes—, a analizar las posibilidades de un incremento sustantivo del salario mínimo. Los expertos documentaron que: México había acumulado una caída del poder adquisitivo del salario mínimo del 70 por ciento en cuarenta años; que condenaba a sus perceptores a vivir debajo del umbral de pobreza; que era el salario mínimo más bajo de la OCDE; que, a diferencia de toda América Latina, no se había actualizado en el siglo y que era similar a los de Bolivia y Nicaragua, y apenas una tercera parte de los salarios mínimos de Brasil, Chile, Ecuador o Uruguay. Los especialistas comprobaron que en México los salarios no se fijaban siguiendo la productividad del trabajo sino yendo tras metas de control de la inflación, que la productividad en el sector formal —donde aplica el salario mínimo— duplicaba al informal. A partir de la evidencia empírica y una extensa revisión teórica, ese equipo propuso una estrategia de subida significativa del salario mínimo con el objetivo expreso de sacar de la pobreza a los trabajadores del sector formal de la economía y a sus familias.

En 2016 el Banco de México publicó un Documento Preparado para la Comisión Consultiva para la Recuperación Gradual y Sostenida de los Salarios Mínimos Generales y Profesionales. En dicho texto se lee: “aumentar el salario mínimo podría tener un efecto importante sobre la inflación. Por ello, cualquier propuesta de incremento debe tomar este efecto en consideración, y recordar que si se empieza a descuidar la estabilidad de precios, se corre el riesgo de perder el control sobre la inflación, con su consecuente impacto negativo sobre el bienestar de la población”. Asimismo, el banco central consideró que “mientras algunos trabajadores que ganan el salario mínimo tendrían mayores ingresos, otros podrían llegar a perder su empleo formal” y que “un incremento exógeno en el salario mínimo podría tener repercusiones negativas sobre el buen funcionamiento de la economía en general”. Inflación, desempleo, informalidad y pérdida de bienestar era lo que acarrearía mejorar el salario mínimo, según el banco central. Veamos con cifras lo que pasó.

Entre 2015 y 2024 los salarios mínimos reales se incrementaron 138 por ciento. La inflación acumulada en ese periodo fue de 53.3 puntos, así que el aumento del salario mínimo en esos años resultó dos veces y medio mayor que la subida de los precios; es más, entre enero de 2005 y 2014, cuando los salarios mínimos permanecieron estancados, la inflación acumulada fue de 45 por ciento, así que luego los precios no se dispararon a causa de la mejora del minisalario. Por otra parte, el número de personas desocupadas en enero de 2015, de acuerdo con el INEGI, alcanzó a 2.17 millones de trabajadores, con una tasa de desempleo de 4.24 por ciento, y para enero de 2024 eran 1.5 millones (2.54 por ciento), así que en vez de aumentar el desempleo abierto éste disminuyó en los años de mejora del salario. En lo que toca a la tasa de informalidad, era 52.7 en el primer trimestre de 2015 y para el mismo trimestre de 2024 bajó a 50.8. Ninguna de las plagas que anticipó Banco de México se hizo presente, mas de haber atendido sus severas advertencias no se habría conseguido la importante reducción de la pobreza.

Se trata de una breve pero elocuente cápsula de nuestra historia económica cercana, donde con frecuencia los prejuicios ideológicos y la escasa sensibilidad social empañan la comprensión de la realidad y el buen jucio.

Un banco central autónomo es indispensable; también lo es uno que asimile que la alta pobreza y la elevada desigualdad son antónimos de una economía sana.

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