“El propósito de tu vida es la brújula que te permitirá mantener el rumbo aun en mares agitados”
Clayton M. Christensen
Todos sabemos diseñar metas, presupuestos y proyectos. Pero, ¿qué pasa cuando esas mismas herramientas se aplican a la familia, a las relaciones, a la ética personal? Christensen lo demostró: la planeación más exigente no está en la sala de juntas, sino en el día a día de tu vida.
Un profesor que me marcó sin conocerlo
Hay profesores que dejan huella aunque no los hayas tenido en clase. A mí me hubiera encantado conocer personalmente a Clayton M. Christensen. Lo descubrí a través de sus obras. Me impresionaba su brillante inteligencia, la fuerza de sus conceptos, y, sobre todo, su coherencia: un hombre de éxito académico y empresarial que al mismo tiempo construyó una vida lograda.
Al final de su carrera escribió un texto que se convirtió en clásico: How Will You Measure Your Life?. Con él empujaba a sus alumnos a hacerse una pregunta muy profunda: ¿cómo medirán su vida?.
El estratega de la innovación
Christensen (1952–2020) fue uno de los pensadores más influyentes del management. Profesor de Harvard Business School, consultor, empresario, autor.
¿Principales aportaciones?:
• Innovación disruptiva: cómo soluciones simples y accesibles desplazan a gigantes establecidos.
• Jobs to be Done Theory: los clientes no compran, “contratan” soluciones para cumplir un trabajo en su vida.
• Innovación en sectores sociales, aplicando la lógica disruptiva a la educación y la salud.
• Ética y propósito personal, su legado final: aplicar la estrategia no solo a empresas, sino a la vida misma.
La estrategia más importante es la personal
Christensen invitaba a sus alumnos a cerrar el curso con tres preguntas esenciales:
1. ¿Cómo puedo asegurarme de ser feliz en mi carrera?
2. ¿Cómo puedo asegurarme de que mi familia y relaciones sean una fuente duradera de felicidad?
3. ¿Cómo puedo asegurarme de mantenerme íntegro… y no terminar en la cárcel?
Suena extremo, pero no lo es: varios de sus compañeros acabaron tras las rejas (v.gr. Jeff Skilling de Enron).
El mensaje era claro: planear la vida exige la misma disciplina que planear una empresa.
Herramientas de la estrategia aplicadas a la vida
• Definir un propósito. Así como una empresa no puede navegar sin misión, una persona necesita responder: ¿para qué estoy aquí? Christensen lo descubrió durante sus años de estudiante, dedicando una hora diaria a meditar sobre su sentido de vida.
• Asignar recursos. El error más común es invertir tiempo en lo urgente (trabajo, promociones, logros inmediatos) y descuidar lo importante (familia, valores, amistades). Los frutos de una carrera se ven rápido, criar a un hijo, solo décadas después.
• Construir una cultura. En las empresas se habla de valores compartidos; en la familia ocurre lo mismo. Los padres que solo usan “herramientas de poder” —castigos, órdenes— descubren tarde que no basta. Lo importante es cultivar una cultura en casa donde el respeto y la confianza sean naturales.
• Evitar el error del “solo por esta vez”. Romper los principios en nombre de una excepción parece inofensivo, pero es abrir la puerta al autoengaño.
• Ejercer la humildad. No se trata de hacerse menos, sino de valorar a los demás. Los verdaderos líderes no necesitan humillar a nadie para brillar.
• Elegir el yardstick correcto. No medirse por ingresos, cargos o premios, sino por el impacto positivo en las personas a nuestro alrededor.
El mentor y el padre
Christensen no predicaba en abstracto. Quería ser recordado no como el profesor más citado, sino como un padre presente y amoroso. En sus clases compartía anécdotas familiares, convencido de que la estrategia debía aplicarse 1º en casa.
Sus alumnos lo recuerdan como un mentor transformador. Terminaba sus cursos con la misma pregunta que hoy nos plantea: ¿Cómo medirás tu vida?
Una lección para todos
El mensaje de Christensen es incómodo y poderoso: puedes conquistar mercados y aún así fracasar en tu vida personal.
Por eso, invita a crear un plan estratégico personal, a preguntarnos en qué estamos invirtiendo nuestro tiempo, y a tomar en serio la idea de que la verdadera medida de la vida está en quiénes nos convertimos y en el bien que dejamos a los demás.
Y como decía con humor: planear tu vida no es opcional; si no lo haces, alguien más lo hará por ti… probablemente tu jefe.