Carlos Ruiz González

FODA: ¿mapa útil o espejismo estratégico?

El FODA es como mirar un mapa antes de un viaje: no te lleva por sí solo, pero si lo interpretas bien, eliges la mejor ruta.

“El FODA ha sido durante décadas el mapa básico de la planeación estratégica. Pero, como toda herramienta, su valor depende de cómo se use. Bien hecho, abre rutas y evita peligros; mal aplicado, es solo un ejercicio decorativo. La clave está en las preguntas, la priorización… y en no quedarse en el papel”.

“Conócete a ti mismo, conoce a tu enemigo y en cien batallas nunca serás derrotado”,

–Sun Tzu

Mi buen amigo, Jorge Pérez Colín —inteligente, provocador y siempre dispuesto a incomodar—, escribió un artículo en LinkedIn con un título tan sugestivo como inquietante: “Por qué odio el análisis FODA (y por qué tú también deberías pensarlo)”. Confieso que me sacudió. Llevo más de cuatro décadas enseñando esta herramienta y, de pronto, me pregunté: ¿será que no sigo mis propias recomendaciones y he dejado de desaprender lo que ya no funciona? Así que decidí hacer lo que haría cualquier académico testarudo: replantear, revisar y escribir.

No pretendo demostrar que Jorge esté equivocado, simplemente le agradezco que me haya hecho reflexionar sobre un viejo conocido: el FODA.

Lo que es el FODA

Es una de las herramientas más usadas en la planeación estratégica. Sus siglas vienen de Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (SWOT: Strengths, Weaknesses, Opportunities, Threats).

• Fortalezas y debilidades: factores internos, lo que controlas.

• Oportunidades y amenazas: factores externos, lo que no controlas, pero te afecta.

Su lógica es simple: antes de decidir, entiende qué tienes a favor y qué, en contra. Y, sobre todo, cómo interactúan estos factores.

Un poco de historia

En la década de 1960, en la Universidad de Stanford, un equipo dirigido por Albert S. Humphrey investigó por qué tantas empresas de Fortune 500 fracasaban en su planeación. El método original se llamó SOFT Analysis (Satisfactory, Opportunity, Fault, Threat) y, con el tiempo, evolucionó a SWOT. Su éxito fue inmediato: combinaba simplicidad, claridad y aplicabilidad. Era como pasar de un mapa confuso a una brújula clara.

Visto a la distancia, tiene puntos positivos y negativos:

¿Por qué ha funcionado?

• Sencillo y visual: cualquiera lo entiende y lo aplica.

• Versátil: sirve para empresas, proyectos, carreras… incluso decisiones personales.

• Reflexivo: obliga a mirar dentro y fuera al mismo tiempo.

• Colaborativo: fomenta la participación de distintas voces.

• Punto de partida: abre el camino antes de definir la estrategia.

¿Cuáles son sus puntos ciegos?

• Superficialidad: hecho sin profundidad, es solo una lista de obviedades.

• Subjetividad: depende demasiado de quién participa y sus sesgos.

• Fotografía estática: describe un momento; el entorno cambia rápido, muy rápido.

• No da soluciones; es diagnóstico, no tratamiento.

• Falta de priorización: demasiados puntos sin jerarquía generan parálisis.

¿Cómo hacerlo bien?

Para que un FODA sea útil, necesita método y disciplina.

1. Involucra a la gente correcta y asegura la diversidad de miradas: directivos, personal operativo, incluso clientes clave.

2. Haz buenas preguntas:

• Fortalezas: ¿Qué hacemos mejor que la competencia?

• Debilidades: ¿Qué errores repetimos?

• Oportunidades: ¿Qué tendencias nos favorecen?

• Amenazas: ¿Qué puede dañarnos gravemente?

3. Sé concreto: evita frases como “buena calidad” o “falta de motivación”. Nombra datos, logros o problemas verificables.

4. Prioriza: elige las 2 o 3 más críticas de cada cuadrante. El resto, archívalo.

5. Conéctalo con la acción y transforma el diagnóstico en estrategias:

• FO: usar fortalezas para aprovechar oportunidades.

• FA: usar fortalezas para reducir amenazas.

• DO: superar debilidades para aprovechar oportunidades.

• DA: minimizar debilidades y prevenir amenazas.

El FODA es como mirar un mapa antes de un viaje: no te lleva por sí solo, pero si lo interpretas bien, eliges la mejor ruta. Mal usado, es un ejercicio decorativo; bien hecho, es un acelerador de decisiones. Recuerda que “La estrategia sin diagnóstico es intuición disfrazada”.

COLUMNAS ANTERIORES

El súper poder secreto de los que aprenden siempre
Leer: el mejor negocio que puedes hacer por ti mismo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.