Carlos Ruiz González

El recorrido hacia una vida lograda

La empresa más importante que gestionamos no está en un edificio ni cotiza en bolsa: está en nosotros mismos.

¡Nos estamos lanzando a escribir un libro! Con la valiosa colaboración de mi colega, la maestra Diana Servín –experta en desarrollo personal–, nos hemos animado a compartir esta reflexión que llevamos tiempo gestando: ¿Por qué no aplicar las herramientas de la planeación estratégica a la empresa más importante que tenemos entre manos, nuestra propia vida? A lo largo de nuestra trayectoria hemos visto cómo las organizaciones logran grandes resultados cuando definen con claridad su visión, sus objetivos y las rutas para alcanzarlos. Estamos convencidos de que, con un poco de método y mucha intención, cada persona puede hacer lo mismo consigo misma.

En el mundo de los negocios y la dirección estratégica, hemos aprendido que ninguna organización exitosa llega lejos por casualidad. Toda empresa que crece, innova y trasciende lo hace porque alguien se detuvo a pensar, diseñar y ejecutar un plan con propósito. Si eso es cierto para las grandes compañías, ¿por qué no aplicar la misma disciplina a nuestra propia vida? Después de todo, la empresa más importante que gestionamos no está en un edificio ni cotiza en bolsa: está en nosotros mismos.

Por eso nos atrevemos a publicar aquí la primera parte de la introducción de este proyecto. Este libro propone que tomes las riendas de tu vida como quien dirige una gran compañía: con estrategia, propósito y acción. Se trata de ayudarte a diseñar un plan personal que te acerque a la vida que sueñas, con pasos claros y metas alcanzables. Agradecemos profundamente tus amables y valiosos comentarios que, sin duda, enriquecerán este esfuerzo.

Introducción: una lección desde la cima

Conocí a Don Roberto Servitje, uno de los fundadores de Bimbo (actualmente, la empresa panificadora más grande del mundo, con 130,000 empleados y operaciones en 45 países), en 1979. Yo tenía apenas 24 años, estudiaba la maestría, y vino a darnos una conferencia al IPADE. Han pasado 46 años desde aquel encuentro y, sin embargo, dos anécdotas que nos compartió entonces siguen grabadas en mi memoria con una claridad asombrosa. Ambas me marcaron profundamente, porque ilustran con sencillez y fuerza lo que significa dirigir bien y vivir bien.

La primera tiene que ver con la cobertura, con la ambición bien canalizada y el compromiso con el cliente. Contó que un amigo suyo había ido a cazar a un lugar remoto en la Sierra de Sonora, un sitio tan aislado que ni siquiera alcanzaba la categoría de pueblo (¿ranchería, tal vez?). En medio de esa soledad, encontró una pequeña tienda que apenas se sostenía. Y, para su sorpresa, en el estante más visible estaban los productos de Bimbo.

Ese amigo se lo contó a Don Roberto como una muestra de reconocimiento y admiración. Él, con humildad, sonrió y dijo algo que no olvidaré: “Para eso trabajamos todos los días”. En ese momento entendí que no basta con tener el mejor producto; es igual de importante asegurarse de que llegue hasta el último rincón. No hay éxito verdadero sin ejecución impecable.

La segunda anécdota es distinta, pero igual de potente. Tiene que ver con la ética, con la integridad en un entorno que a menudo espera lo contrario. Un día, mientras cargaba gasolina, Don Roberto escuchó a un policía decirle a otro: “Oye, ahí va un camión de Bimbo. ¿Por qué no lo detuviste para revisión?”. El otro respondió con ironía: “Esos desgraciados de Bimbo (usó otro término, que empieza con p y que prefiero no poner aquí) nunca dan nada”.

En aquel entonces me sorprendió esa historia, no acababa de entender su importancia. Hoy la comprendo bien: la sociedad nos exige ser exitosos, pero también espera que lo seamos haciendo el bien. Que ganemos, sí, pero sin ceder a la corrupción ni a las trampas. Que logremos resultados y, al mismo tiempo, siendo honestos y conservando la dignidad.

Esa paradoja no se limita a los empresarios. Nos alcanza a todos, en cualquier rol o circunstancia. La vida nos pide ser eficaces y, al mismo tiempo, éticos. Tener resultados y mantener nuestros principios. Y, para complicar más las cosas, también espera (y estoy seguro de que todos nosotros lo deseamos) que seamos felices, que construyamos una “vida lograda”. ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo tener éxito sin perder el alma?

De eso trata este libro. De cómo utilizar la planeación estratégica –una herramienta poderosa, probada durante décadas en el mundo empresarial– para diseñar y ejecutar tu propio plan de vida. Para que seas capaz de tener logros, ética y plenitud al mismo tiempo. Para que tú mismo, cuando mires atrás, puedas decir con honestidad que tu vida valió la pena.

¿Por qué escribir este libro?

Quizá te preguntes: ¿para qué planear la vida? ¿No es mejor fluir, improvisar, dejarse llevar? Esa idea suena romántica, pero rara vez conduce a buen puerto. Improvisar está bien para un fin de semana, pero no para toda una vida.

Tu tiempo es limitado. Tus decisiones tienen consecuencias que no siempre se pueden deshacer. Si no decides tú, otros decidirán por ti. Si no defines hacia dónde quieres ir, acabarás en cualquier parte… y quizá no te guste donde termines.

Las empresas lo saben bien: quien no planea, fracasa. La claridad de objetivos es lo que diferencia a una empresa exitosa de una mediocre. ¿Por qué no aplicar esa misma lógica a nuestra propia vida? Si eres capaz de exigir visión, metas y estrategias en tu trabajo, ¿por qué no hacerlo contigo mismo? Tu vida es tu proyecto más importante, y paradójicamente, es al que menos tiempo dedicamos a planear.

La mayoría de las personas dedica más tiempo a planear unas vacaciones o una fiesta que a planear su existencia. Y luego se quejan de los resultados. ¿Tiene sentido? Este libro es una invitación a tomar el control, a dirigir tu vida con la misma seriedad y compromiso con que dirigirías una gran empresa. Con visión. Con objetivos. Con valores. Con disciplina. Con resultados.

Tres grandes aprendizajes

Las dos anécdotas de Don Roberto contienen, en realidad, tres grandes lecciones esenciales. Son principios que todos necesitamos comprender y aplicar si queremos vivir con dirección y paz interior.

  • Eficacia: llegar a donde nadie más llega. Asegurarte de que tus esfuerzos, talentos y recursos estén realmente alcanzando su máximo impacto.
  • Ética: resistir la tentación de tomar atajos y mantener tu integridad, incluso cuando sea más difícil o más lento.
  • Éxito personal: no confundir logros externos con plenitud interna; no perderte a ti mismo en el camino.

Estas tres ideas son incómodas porque exigen que te mires con honestidad. Te obligan a preguntarte: ¿Estoy llegando a donde quiero? ¿Puedo dormir tranquilo con mis decisiones? ¿Seré capaz de sentir orgullo cuando mire atrás?

Las respuestas no siempre serán agradables, pero son necesarias. Este libro te acompañará para que las descubras con claridad, y para que construyas un plan que las convierta en realidad.

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