“No existe institución más democrática que el mercado”
J. Schumpeter
Mucho se ha dicho sobre la compleja relación entre política industrial y política de competencia; sobre todo si se entiende la primera como una herramienta del Estado para escoger ganadores y apuntalar “campeones nacionales”, distorsionando los mercados. Ahora se menciona que los recién galardonados con el llamado “Premio Nobel de Economía” son férreos defensores de una política industrial fuerte para generar innovación y esto es lo que se necesita para el crecimiento económico, aparentemente apostando más por el Estado y menos por el mercado.
Uno de los personajes más interesantes que han sido galardonados por sus ideas este año es Philipe Aghion, quien no solo es un gran economista sino también un académico y activista que ha criticado constantemente al mercado europeo por su falta de innovación y sus observaciones sobre el enorme rezago tecnológico de la región. Un francés de origen árabe con dos padres que el mismo califica como grandes innovadores (su madre fundó la famosa casa de moda Chloé y supuestamente acuñó el término prêt-à-porter), ha señalado que los países como Estados Unidos y China le han ganado la carrera a los países europeos a través del desarrollo de la alta tecnología y los avances en mercados digitales. Profesor de la London school of Economics e INSEAD, también, ha ayudado a dar forma al programa económico del presidente francés Emmanuel Macron desde su campaña electoral y más recientemente, copresidió la Comisión de Inteligencia Artificial, para posicionar a Francia como una fuerza líder en el campo de la IA.
Muchos han destacado que, precisamente las ideas y modelos de Aghion (junto con Peter Howitt) que le merecieron este premio, tienen como base las teorías desarrolladas por Joseph Schumpeter desde hace varias décadas sobre la llamada “destrucción creativa”, que establece que las innovaciones en los mercados necesariamente generan ganadores y perdedores y que pueden consolidar agentes con gran participación de mercado y esto no debe ser un problema.
Sin embargo, defender la presencia de grandes empresas innovadoras en los mercados (como las empresas tecnológicas) no es defender la falta de competencia. Ante críticas a sus posturas, Aghion ha escrito más recientemente sobre la idea que las políticas industriales y la competencia no necesariamente son opuestas, sino que pueden resultar complementarias. Su modelo muestra que las empresas invierten más en ideas innovadoras cuando enfrentan rivales reales, no monopolios cómodos y sugieren que la política pública debería orientar la actividad hacia los mercados donde la innovación genera mayores beneficios. Este autor sostiene que el apoyo estatal debería distribuirse entre varias empresas en lugar de concentrarse en un solo “campeón nacional” para con ello generar competencia y equidad. Esa dispersión de las ayudas, junto con sólidos mecanismos antimonopolio que hagan poco probable la colusión, según estos estudios, producirían mayor innovación y una difusión más rápida. Se ha propuesto que el caso de China es precisamente un ejemplo de cómo este modelo de elección de ganadores de forma competitiva funciona.
Aghion ha seguido criticando la falta de avances en innovación en Europa, pero asegura que todavía no es demasiado tarde para corregir, y esta región (al igual que otras regiones del mundo) bien podría despertar con políticas industriales decididas, alcanzar estos avances aprovechando la gran capacidad de la academia y el empresariado establecido, las libertades y democracia para generar el ecosistema necesario, complementado con reglas de competencia claras.
Desde esta perspectiva, los hoy laureados no pretenden defender una economía de monopolios y mucho menos de campeones estatales. Por el contrario, lo que estiman sus estudios es precisamente que los innovadores ayudarán a romper con las empresas viejas enquistadas en sus mercados y los arcaicos privilegios.
Con su trabajo, los ahora “Premio Nobel” demuestran que, la política industrial (bien manejada) y la competencia son complementos que potencian la innovación a través de la destrucción creativa y el crecimiento económico.