Hace unos días se anunció que los ganadores del popularmente llamado ‘Nobel de Economía’ de este año son tres académicos que han hecho contribuciones en el estudio del rol de las instituciones en el desarrollo económico. Mucha gente ha comentado sobre esto y lo han ligado con argumentos a favor o en contra de ciertas instituciones en México. Creo, sin embargo, que muy poca gente ha referido a una de las instituciones más importantes: el mercado.
Los profesores Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson han demostrado en sus estudios cómo los países con un pobre Estado de derecho y sin institucionalidad ‘incluyente’, tienden a explotar a la población y afectan las posibilidades de crecimiento económico y prosperidad de las naciones. Los países para crecer necesitan instituciones solidas que aseguren el desarrollo en el paso del tiempo. Según la academia de ciencias sueca que entrega el premio, estos autores “nos han ayudado a entender la enorme diferencia de largo plazo entre los países que generan instituciones para extraer rentas de las sociedades en beneficio de unos pocos y los países que generan instituciones para a su vez generar oportunidades políticas y económicas para todos”.
Uno de los mejores y más famosos ejemplos de las aportaciones de dos de estos profesores universitarios es el libro Por qué fracasan los países, que interesantemente ilustra el argumento con la historia de dos ciudades en la frontera entre México y Estados Unidos: Nogales, Arizona y Nogales, Sonora. Con el estudio de este caso, los autores pretenden echar por tierra las teorías de desarrollo basadas en geografía, cultura o conocimiento, pues básicamente son dos ciudades con las mismas características en estos aspectos y reducen la explicación de sus enormes diferencias en calidad de vida, salud, educación y criminalidad, a las diferencias en las instituciones que rigen en cada lado de la frontera. Los autores en esta obra defienden la necesidad de instituciones democráticas incluyentes para el desarrollo económico, aduciendo que la excesiva concentración de poder normalmente afecta el desarrollo económico de un país, incluyendo poder económico o político, lo que, en México, a decir de estos autores, ha afectado gravemente las perspectivas de desarrollo económico por muchas décadas.
Los estudios de estos profesores no están libres de críticas. Desde mi punto de vista, una de las más interesantes es la que hizo Bill Gates sobre ese libro, y quien ha calificado de simplista y vaga su visión. Gates argumenta que los autores han dejado de lado la teoría más clara y contundente sobre el crecimiento económico: la adopción de una economía de mercado, independientemente del sistema político en cuestión. Gates argumenta que cuando un país se enfoca en construir infraestructura y mejorar la educación y utiliza los mecanismos de mercado para la distribución de los recursos, entonces se detona el crecimiento. Obviamente en el entendido que existan claros derechos de propiedad y Estado de derecho, pero sin necesariamente considerar que el arreglo político es determinante.
En todo caso, tanto en los estudios de los ahora galardonados, como de sus críticos, está implícito un tema común: la protección y promoción de la competencia en los mercados es parte central de los requisitos para el desarrollo. El mercado es una de las principales instituciones en un país y tiene un impacto positivo, no sólo en el bienestar de los consumidores, sino en toda la economía. El funcionamiento de la competencia en la economía refuerza la productividad y la competitividad y promueve mercados dinámicos y el crecimiento económico lo que se ha demostrado con innumerables casos de estudio.
El comité del premio menciona que reducir las enormes diferencias de ingresos entre países es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo y que los galardonados han demostrado la importancia de las instituciones sociales para lograr este objetivo. Una de las principales instituciones a proteger entonces para reducir la brecha de ingreso debe ser el mercado.