Benito Solis

El gran reto sexenal: La recuperación de Acapulco

Este es el momento de pensar no solo en la recuperación económica de Acapulco, sino de diseñar la transformación de esa ciudad para regresarle su prestigio anterior.

Es frecuente que cada gobierno tenga que enfrentar un gran problema o reto durante su administración y en la forma en que lo maneje o resuelva se le recordará en el futuro. Por ejemplo, destacan los casos de los presidentes recientes, como Miguel de la Madrid que entró al gobierno en medio de una gravísima crisis económica derivada de las fuertes devaluaciones del peso mexicano y la expropiación bancaria en el último año de la administración de José López Portillo; a Carlos Salinas tomando la decisión de entrar al Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos, así como el levantamiento del Ejército Zapatista; a Ernesto Zedillo por la devaluación del peso a un par de semanas de que entró a la presidencia, pero también porque terminó su gobierno con elevado crecimiento económico y sin crisis sexenal; a Vicente Fox por haber iniciado el proceso de democracia y alternancia después de que el PRI mantuvo el poder presidencia por 70 años y la manera acertada en que se manejó la crisis provocada por la erupción del volcán Popocatépetl.

Este gobierno podría ser recordado por su reacción a la crisis provocada por el huracán Otis y la destrucción de Acapulco y otras zonas aledañas. Esta ciudad de casi un millón de habitantes no estaba preparada para este tipo de desastre natural, como ocurre, por ejemplo, en Cancún o en Miami. Allí no hay la costumbre de tener seguros contra daños por huracanes, ni se ponen ventanas especiales con protección para los vidrios y otras medidas adicionales para enfrentar este tipo de desastres. Se estima que más del 60 por ciento de los inmuebles en la ciudad quedaron inutilizables y se tienen cálculos no oficiales de que la reconstrucción de la ciudad tendría un costo estimado en cerca de los 300 mil millones de pesos.

La falta de seguridad en los primeros días después de la entrada de Otis propició saqueos en los distintos comercios, con lo cual se agravaron las pérdidas para todo tipo de comercios, tiendas, bares, etcétera. Un gran número de pequeños y medianos comerciantes han perdido así todo su patrimonio, por lo que no podrán recuperarse en el corto plazo. El tiempo es fundamental para lograr que la ciudad se recupere y es claro que los recursos públicos no alcanzarán para lograr el restablecimiento de la actividad económica.

Posponer los programas de apoyo hará que la población emigre a otras zonas del país para conseguir empleos e ingresos, lo cual agravará aún más la situación del puerto. Por lo mismo, la delincuencia se incrementará cayendo así en el círculo perverso de la pobreza.

Se requiere el apoyo de los particulares facilitando las aportaciones de centenares de fundaciones, de empresas y de personas que desean sumarse al apoyo para la recuperación de este paraíso del Pacífico. Además, se puede obtener recursos internacionales con muy bajas tasas de interés e incluso algunos montos a fondo perdido, como los que tienen el Banco Mundial y el BID, con sus programas de Apoyos de Emergencia.

Además, hay recursos de los países desarrollados que suman cerca de cien mil millones de dólares para enfrentar el cambio climático. Los mismos se canalizan a diferentes fondos para los programas de Adaptación y de Mitigación, en donde destaca el Green Climat Fund. La situación actual en Acapulco se puede clasificar como resultante del cambio climático, por lo cual sería posible obtener apoyo de estos recursos.

Este es el momento de pensar en un programa, no solo de recuperación económica de Acapulco sino de diseñar la transformación de esta ciudad para recuperar su prestigio anterior. Algunos ejemplos existen en nuestro país que demuestran que sí se puede, como es el plan urbano de Mérida, apoyado por el BID hace algunos años; la transformación de la ciudad de León después de la inundación del río que destruyó una parte importante de la ciudad o la creación de su avenida principal y la creación de la zona industrial en San Luis Potosí. También está el cambio de Miami de una “ciudad de viejitos” al centro financiero de América. Hoy es el momento de pensar en grande para Acapulco.

El autor es economista

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