Benito Solis

México está perdiendo una gran oportunidad de desarrollo

Con un entorno más positivo y reglas estables, México sería un país atractivo para las empresas que evalúan reducir sus inversiones en el Lejano Oriente.

Las naciones desarrolladas han seguido muy agresivas políticas expansivas en los pasados años, tanto monetarias como fiscales, para enfrentar las crisis financiera de 2008 y 2009, así como la del Covid-19, que paralizó sectores completos en los pasados dos años. Solo en Estados Unidos los agregados monetarios de la Fed se multiplicaron en casi siete veces, escenario no visto en los últimos siglos. La situación ha sido análoga en el comportamiento de los diferentes bancos centrales de los otros países desarrollados, principalmente el Banco Central Europeo, el de China y el de Japón. Esto tiene el riesgo de provocar un nuevo ciclo inflacionario, pero que se prefirió para evitar una nueva depresión, como sucedió en la década de los 30 en el siglo pasado.

En la medida en que se ha entendido cómo enfrentar el coronavirus y se ha incrementado el porcentaje de la población vacunada, el número de contagios y de muertes se ha reducido, con lo que las economías han tenido una importante reactivación o ‘rebote’, pero que no ha sido uniforme. Por lo mismo, diversos sectores presentan problemas en sus líneas de producción por faltantes de materias primas o componentes. Esto está provocando una reevaluación en el modelo de negocio que siguen diversas empresas; lo que les hace considerar la conveniencia de seguir con procesos como el denominado just-in-time o de haber instalado sus plantas en zonas geográficas muy alejadas de sus centros de consumo, como es el caso de tener sus fábricas o proveedores en China.

Esta súbita recuperación económica está provocando brotes o ‘burbujas’ de precios, sobre todo en mercados de materias primas y energéticos, en diversos metales y en productos agrícolas. Es fuente de debate en distintos foros si estos incrementos en los precios son temporales o son el inicio de un nuevo ciclo inflacionario.

Esta expansión monetaria ha hecho que sea relativamente fácil obtener abundantes recursos financieros y crediticios, tanto para los gobiernos como para las empresas en todo el mundo, si se tienen proyectos atractivos, suficiente certidumbre y garantías adecuadas. Anuncios como los que se han hecho en los pasados meses en México de que no se respetarán contratos previamente firmados en la industria eléctrica o de que se cambiará la Constitución modificando acuerdos ya autorizados tienen como resultado, independientemente de que sean ciertos, que nuestro país sea vetado como receptor de importantes flujos de inversión que tenían interés por apoyar diversos proyectos aquí. Un importante resultado de esto es que las tasas de interés nacionales se elevan, reflejando el mayor nivel de riesgo que se percibe internamente. Esto perjudica a los consumidores por los mayores precios de los bienes (por los costos financieros más elevados), así como por mayor pago por sus deudas en las tarjetas de crédito, en los prestamos por automóviles y en las hipotecas. Finalmente resultará en un menor crecimiento, creación de empleos y menores salarios reales.

Lo anterior se agravará en los siguientes meses, ya que la Fed anunció la semana pasada que reducirá su política monetaria expansiva, es decir la liquidez que inyecta a los mercados. Esto significa que en algún momento del próximo año se podría tener un incremento paulatino en las tasas internacionales de interés, que agravará la presión que se tiene internamente.

Lo anterior es especialmente preocupante ya que, tanto a nivel internacional pero sobre todo dentro de nuestra nación, se muestran señales de que el rebote de la economía se está reduciendo y podrían ser incluso negativo en los siguientes trimestres. Mientras que la estimación oportuna del PIB de México muestra que creció 19.6 por ciento en el segundo trimestre respecto al previo y se incrementó en 4.6 por ciento en el tercer trimestre, es posible que sea cercano a cero o incluso negativo en el último trimestre. Esto es claro al ver que el Indicador Global de la Actividad Económica de agosto pasado tuvo un comportamiento de -1.6 por ciento respecto al mes previo, el consumo privado en el mismo mes fue de -0.6 por ciento, la producción total de vehículos ligeros bajó 25.9 por ciento en octubre respecto al año anterior y la inversión sigue muy inferior respecto al año de 2019.

En este momento distintas empresas están evaluando reducir sus inversiones en el Lejano Oriente, sobre todo en China, para colocar sus plantas industriales más cerca de sus principales mercados de consumo como Estados Unidos. México sería una alternativa muy atractiva para la inversión extranjera si tuviera un entorno más positivo y con reglas más estables, por la colindancia con Estados Unidos, la gran cantidad de horas-luz para generar energía eléctrica barata y la mano de obra calificada.

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