Trascendió que la semana pasada, al comparecer ante el Senado de la República, la secretaria de Energía, Luz Elena González se le fue con todo a las petroleras privadas, al culparlas del fracaso de la reforma energética del gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto en 2013, llamada entonces “La Madre de todas las Reformas”.
Recordemos que de esa reforma surgieron las llamadas rondas petroleras, en las cuales la extinta Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) subastaba amplias concesiones territoriales para que fueran exploradas y explotadas por petroleras privadas. Con esto se había cumplido la meta del sector privado: liberalizar la producción de petróleo y gas en México para los inversionistas internacionales.
Al parecer todo marchaba bien, el gobierno de Peña Nieto, con el apoyo de parte de la oposición política en ese momento a través del Pacto por México, se disponía a presumir el ‘Mexican Moment’, con lo que atrajeron la atención de las grandes petroleras mundiales, quienes lograron adjudicarse muchos de los bloques subastados en las tres rondas petroleras que fueron organizadas.
El negocio petrolero, explican los expertos, es de largo plazo, por lo que un sexenio no bastó para que las petroleras privadas pudieran demostrar los beneficios de sus proyectos. A decir de la secretaria Luz Elena González ante la cámara alta, los 200 mil millones de dólares en inversiones que prometieron empresas como Shell, Chevron, BP, o Eni, simplemente no llegaron, lo que generó un estancamiento en el desarrollo de los 109 contratos que se les dio, y que en muchos casos, ya sea porque no encontraron crudo, o porque no les resultaba rentable, mejor terminaron de manera anticipada.
Hoy, las petroleras privadas aportan solo el 5 por ciento de la producción a nivel nacional. Sin embargo, a la luz de los resultados, tampoco ha sido posible que se impulse la producción de Pemex, que cada vez ve más lejana la meta de sostener 1.8 millones de barriles de crudo al día.
Al tiempo, la reforma energética de 2013 fracasó. Cierto. Pero no por una mala estructuración, sino debido a que no se consideró que una reforma tan agresiva y tan profunda, debía contar con el respaldo de TODOS los actores políticos. Tal cual se llevó a cabo, por ejemplo, en Noruega en la década de 1960.
En este contexto, la única forma de garantizar la continuidad de un proyecto de nación tan importante como el energético, es contar con el consenso político, pues nada garantiza, que por ejemplo, la contrarreforma que hoy implementa la presidenta Claudia Sheinbaum, tendrá continuidad a través de los sexenios venideros, si el panorama político cambia en contra de los que hoy gobiernan.
Gaseros en la mira
Y hablando de impresentables ante los ojos de la Sener. El sector de gas LP anda que no les calienta ni el sol, pues los problemas recientes que lamentablemente vivieron con la explosión en Iztapalapa, entre otros accidentes, fueron la gota que derramó el vaso en una relación que llevaba varios años desgastándose con las autoridades.
Fuentes de la industria afirman que la representación del sector gasero ante la Sener está en su peor momento, por lo que las asociaciones alistan cambios, con la finalidad de contener un poco la crisis. No es para menos, la industria que ‘calienta’ más del 70 por ciento de los hogares del país, debería tener derecho de picaporte con la cabeza del sector.