*Gracias Leo por estos 17 años de vida.
Es cierto que no hay problemas recientes de desabasto de gasolina en México, sin embargo, pequeñas crisis mediáticas como la ocurrida hace un par de semanas donde faltó el producto en 4 estados por aparentes, y no muy claros “problemas logísticos”, traen a la luz una situación real que amenaza al sector energético mexicano: la vulnerabilidad de la gasolina.
En este contexto, vale la pena analizar qué tan cerca estamos de tener un verdadero colapso en el suministro de combustibles en el país.
En este sentido, uno de los riesgos que rondan al sector es que se carece de infraestructura de almacenamiento y transporte para el combustible. Es decir, no hay suficiente inventario para pasar más de dos o tres días sin combustible, mientras que en otros países es de 90 días en promedio. Incluso, en la zona del Valle de México, la escasa disposición no soportaría más de algunas horas antes de que hablemos de un colapso en el sistema de suministro.
Una de las pocas cosas buenas que traía la reforma energética de Peña Nieto en 2013 fue precisamente el plan para elevar los niveles de inventarios de combustibles en el país. Desafortunadamente, la estrategia dejaba todo en manos del sector privado, quienes quisieron empujar proyectos importantes, pero que con la llegada del obradorismo y la soberanía energética se detuvo. En la reciente contrarreforma lo echaron para atrás. Debieron incluir al Estado en esta parte del sector que es tan importante para el desarrollo de cualquier economía.
El segundo riesgo del abasto de gasolinas en México es el amplio déficit comercial que se tiene de producto. Es decir, hay que importar alrededor del 70 por ciento del combustible para quedar tablas todos los días, siendo Estados Unidos el principal suministrador. Una nación hoy políticamente inestable, que ha encontrado en el comercio exterior una arma efectiva para presionar ante cualquier negociación.
Rumbo a finales de este año va a comenzar la renegociación del T-MEC, que inicialmente era una revisión, y el tema energético es muy sensible para Estados Unidos, considerando que una de las barreras no comerciales que ha señalado el gobierno de Donald Trump es precisamente los cambios recientes en las reglas del sector contenidos en la reforma de octubre de 2024, y a las leyes secundarias de marzo de este año.
Por último, y también muy importante amenaza al suministro de gasolina, es la debilidad que se registra en la llamada última milla de la cadena logística en la venta de gasolina en México.
A pesar de que Pemex cuenta con una nutrida flota de autotanques que se dedican exclusivamente al reparto de combustibles en todo el territorio nacional -podemos verlas circulando en las principales carreteras-, una actividad a la que se suman las pipas de la Secretaría de la Defensa Nacional, en realidad, una buena parte, no determinada, se realiza a través de terceros. Se trata de empresas de transportistas sindicalizadas quienes seguido reclaman por incumplimiento de pagos por parte de la petrolera, lo que también entorpece, como fue el caso de la mini crisis que apenas pasó, el suministro del combustible.
Los puntos débiles han sido plenamente identificados por años. La autosuficiencia reclama acciones preventivas. El incremento en la productividad de las refinerías en el país no es suficiente. El tema del abasto de gasolinas va más allá.